Esta es una época en la que el miedo es el protagonista principalísimo en la vida de todos y cada uno de nosotros.
Están y estamos los que siempre fuimos miedosos casi por naturaleza, aunque por lo general son miedos que arrastramos desde chicos por causas que suelen estar muy escondidas en nuestros subconcientes. Algunos son exógenos y otros provienen, tal vez, del propio seno familiar.
La timidez, por ejemplo, es para mi un tipo de miedo. ¿Por qué unos somos tímidos y otros tantos son tan desinhibidos? No sé, no estudié psicología. Lo cierto es que sufrí la timidez durante toda mi vida, aunque a estas alturas está más controlada, por suerte…
Pero hay muchos otros miedos que, por sus orígenes, son más perniciosos. Son los miedos que son implantados en sociedades enteras o, inclusive, son globalizados de manera intencionada. Por caso, el tan meneado asunto del terrorismo internacional. Nos quieren vender que un barbudo que aparece cuando a algunos les conviene que aparezca, es la representación terrena del mismísimo demonio y que en cualquier momento va a aparecer para comernos crudos… o como el mismo Bin Laden suele amenazar cada tanto y que jamás cumple, para realizar algún atentado que deje a lo de las Torres Gemelas como un mísero poroto. Por supuesto, Bin Laden no se molesta para nada cuando le atribuyen aquel atentado contra el World Trade Center, a sabiendas de que es una mentira más del régimen agonizante de don Bush y su pandilla. En realidad, siendo Bush y la familia Laden socios en negocios petroleros y otros que seguramente no son nada santos, todo queda en familia y un simple llamado telefónico a su celular hará que el Fu Man Chú moderno grabe algún videíto amenazante. Bah… eso, al menos, es lo que nos dicen CNN y otras yerbas, porque como no entendemos un pepino de árabe, nos transcriben cualquier verdura…
Pero hay otros miedos que tal vez se los considere menores y que tienen el mismo objetivo de dominar a las mayorías. Por caso, en Argentina hace ya tiempo que se machaca día a día, hora a hora en noticieros de toda laya con la “inseguridad”. No digo que no exista, pero lo dicen y presentan de tal manera y tan abundante y repetidamente que generan la sensación de que, en lugar de Buenos Aires, esto fuera cuánto menos, Bagdad.
Armas de todo tipo, perros “cuasi” asesinos del otro lado de las tupidas rejas que encierran a sus propietarios, alambrados de púa al mejor estilo “campo de concentración” (enrollados y todo) y hasta muchos de ellos, electrificados en los que puede morir cualquier chico que vaya a buscar la pelota que cayó justo por ahí y no aquel que supuestamente lo merece, como el eventual ladrón.
Y mil paranoias más que son implantadas cuidadosa y minuciosamente desde los “medios de comunicación independientes”.
El miedo es paralizante, sobre todo cuando se estimula a sentirlo permanentemente y se presenta como algo insoluble. El miedo vende, porque hay toda una industria de la seguridad que no deja de crecer y de facturar, amén de la principal industria de los Estados Unidos: la armamentística (llevando el tema de la “seguridad” a otros niveles, claro. El miedo es la mejor arma de dominación masiva, porque a una masa humana temerosa se le puede vender cualquier programa represivo de gobierno sin que se mosquee en lo más mínimo (si no, veamos cómo el pueblo de EEUU acepta sin chistar que se le reduzcan sus tan propagandizadas y supuestas “libertades públicas”)
Miedo a los ladrones, miedo a las violaciones, miedo al terrorismo, miedo al derrumbe económico, miedo al vecino, miedo al extranjero, miedo al diferente, miedo al miedo… MIEDO. Este es el verdadero protagonista del siglo XXI y es el enemigo a vencer si es que seguimos teniendo un mínimo vestigio de aquellas utopías libertarias de algunas décadas atrás.
En todo caso no nos dejemos paralizar por los miedos, usémoslos para potenciar nuestras voluntades y así tener chance de derrotar a esos miedos y a sus inventores y/o apologistas profesionales.
Están y estamos los que siempre fuimos miedosos casi por naturaleza, aunque por lo general son miedos que arrastramos desde chicos por causas que suelen estar muy escondidas en nuestros subconcientes. Algunos son exógenos y otros provienen, tal vez, del propio seno familiar.
La timidez, por ejemplo, es para mi un tipo de miedo. ¿Por qué unos somos tímidos y otros tantos son tan desinhibidos? No sé, no estudié psicología. Lo cierto es que sufrí la timidez durante toda mi vida, aunque a estas alturas está más controlada, por suerte…
Pero hay muchos otros miedos que, por sus orígenes, son más perniciosos. Son los miedos que son implantados en sociedades enteras o, inclusive, son globalizados de manera intencionada. Por caso, el tan meneado asunto del terrorismo internacional. Nos quieren vender que un barbudo que aparece cuando a algunos les conviene que aparezca, es la representación terrena del mismísimo demonio y que en cualquier momento va a aparecer para comernos crudos… o como el mismo Bin Laden suele amenazar cada tanto y que jamás cumple, para realizar algún atentado que deje a lo de las Torres Gemelas como un mísero poroto. Por supuesto, Bin Laden no se molesta para nada cuando le atribuyen aquel atentado contra el World Trade Center, a sabiendas de que es una mentira más del régimen agonizante de don Bush y su pandilla. En realidad, siendo Bush y la familia Laden socios en negocios petroleros y otros que seguramente no son nada santos, todo queda en familia y un simple llamado telefónico a su celular hará que el Fu Man Chú moderno grabe algún videíto amenazante. Bah… eso, al menos, es lo que nos dicen CNN y otras yerbas, porque como no entendemos un pepino de árabe, nos transcriben cualquier verdura…
Pero hay otros miedos que tal vez se los considere menores y que tienen el mismo objetivo de dominar a las mayorías. Por caso, en Argentina hace ya tiempo que se machaca día a día, hora a hora en noticieros de toda laya con la “inseguridad”. No digo que no exista, pero lo dicen y presentan de tal manera y tan abundante y repetidamente que generan la sensación de que, en lugar de Buenos Aires, esto fuera cuánto menos, Bagdad.
Armas de todo tipo, perros “cuasi” asesinos del otro lado de las tupidas rejas que encierran a sus propietarios, alambrados de púa al mejor estilo “campo de concentración” (enrollados y todo) y hasta muchos de ellos, electrificados en los que puede morir cualquier chico que vaya a buscar la pelota que cayó justo por ahí y no aquel que supuestamente lo merece, como el eventual ladrón.
Y mil paranoias más que son implantadas cuidadosa y minuciosamente desde los “medios de comunicación independientes”.
El miedo es paralizante, sobre todo cuando se estimula a sentirlo permanentemente y se presenta como algo insoluble. El miedo vende, porque hay toda una industria de la seguridad que no deja de crecer y de facturar, amén de la principal industria de los Estados Unidos: la armamentística (llevando el tema de la “seguridad” a otros niveles, claro. El miedo es la mejor arma de dominación masiva, porque a una masa humana temerosa se le puede vender cualquier programa represivo de gobierno sin que se mosquee en lo más mínimo (si no, veamos cómo el pueblo de EEUU acepta sin chistar que se le reduzcan sus tan propagandizadas y supuestas “libertades públicas”)
Miedo a los ladrones, miedo a las violaciones, miedo al terrorismo, miedo al derrumbe económico, miedo al vecino, miedo al extranjero, miedo al diferente, miedo al miedo… MIEDO. Este es el verdadero protagonista del siglo XXI y es el enemigo a vencer si es que seguimos teniendo un mínimo vestigio de aquellas utopías libertarias de algunas décadas atrás.
En todo caso no nos dejemos paralizar por los miedos, usémoslos para potenciar nuestras voluntades y así tener chance de derrotar a esos miedos y a sus inventores y/o apologistas profesionales.