Con seguridad ninguno de los más de 12 millones que no votamos al macrismo jamás creímos sus declarados y cacareados principios de libertad de expresión y de libertad de opinión. Y desde mucho antes de siquiera haber ganado esta última elección nos fueron dando claras muestras de su intolerancia hacia todo aquello que no sea su pensamiento y su visión de la realidad. O mejor dicho, de lo que ellos quieren hacernos creer que es la realidad, cosa que es muy diferente...
Por otra parte, todos tuvimos y tenemos nuestras propias ideas acerca de la fuerza con que Cambiemos iniciará su período presidencial de la mano del multiprocesado Mauricio Macri.
Conocidos los resultados finales de la elección se pudo constatar que la diferencia en porcentaje era mucho más estrecha de lo que propios y extraños imaginaban. Al márgen de que esa escasa diferencia de votos alimentó algunos amagos de denuncia de fraude tanto de un lado como del otro, se creyó ver que esa fuerza o contundencia con que se especulaba que iniciaría la presidencia la alianza ganadora no sería tan arrasadora como podría ser si la diferencia hubiera sido la que desde el PRO y desde todas las encuestadoras se imaginó. Sin embargo la realidad nos cachetea una vez más.
Refiriéndome sólo al tema de la comunicación y de la libertad de expresión, podemos ver que los ataques son durísimos ahora mismo. Contra el único programa de televisión que les quita el sueño porque dejó al descubierto las manipulaciones y las mentiras de los medios monopólicos y también de los políticos opositores. Ya es muy conocida aquella triste y lapidaria frase de Macri: "En mi gobierno no habrá ni 6-7-8 ni 8-7-6" decretando que en cuanto le sea posible borrará sin miramientos dicho programa y junto con él, sus propias declaraciones de respeto a la diversidad y a la libertad de expresión.
El otro hecho es mucho más grave aún porque es una arremetida contra un organismo público (AFSCA) orquestado e impulsado por el monopólico Grupo Clarín y utilizando al sector más retrógrado de la llamada "familia judicial" encarnado en este caso por el varias veces acusado de distintos delitos juez Claudio Bonadío. Sin aviso previo, el juez encabezó un allanamiento a las oficinas de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, encargada básicamente de aplicar la Ley de Servicios Audiovisuales aprobada hace más de cinco años por amplia mayoría y a la que el Grupo Clarín se resiste a adecuarse apoyado por esa misma porción ultraconservadora de la Justicia...
Ambito.com informaba el allanamiento de hoy de esta manera: "Ante una denuncia presentada por el holding de Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto hace varios meses por supuesto abuso de autoridad, ahora Bonadio en lugar de pedir por oficio la información correspondiente decidió allanar el organismo para llevarse la información y "todo lo que tenga que ver con el pedido de adecuación de Clarín", según indicaron fuentes oficiales.
Según informaron fuentes de la AFSCA, el expediente que buscó Bonadio es "de estado público y se hubiera entregado sin problema si se hubiera pedido por nota con anticipación".
Se trata lisa y llanamente de un abuso intolerable en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier circunstancia. Pero estos monopolios y estos jueces, que siempre se creyeron dueños del país en el más amplio de los sentidos, hoy se ven más envalentonados que nunca pues cuentan con su inescrupuloso "protegido" a punto de transformarse en presidente de la Nación.
Pero estos hechos nos tienen que servir para tratar de prepararnos lo mejor posible para resistir la brutal embestida que se viene cuando el poder lo puedan ejercer a pleno, inclusive con todas las fuerzas represivas bajo sus órdenes...
Se vienen tiempos mucho más duros de lo que los resultados electorales presuponían, aunque también ellos y nosotros somos concientes de que no les será tan sencillo. No sólo por la composición de las mayorías en el Congreso ni por los daños que puedan hacer sobre el conjunto de la sociedad en los primeros tiempos de la gestión, sino especialemente porque la conciencia del 49% que no los votó más los que sí los eligieron pero que verán que son vícitimas igual que el resto, iniciarán una oposición combativa en múltiples frentes.
La confrontación es un hecho. Lo que resta saber es la intensidad de la misma y el tiempo necesario para lograr torcer el brazo de unos o de otros. De todas formas tengo la creencia, la confianza y la esperanza de que el pueblo finalmente vencerá. Aunque también creo que será a un muy alto precio, lamentablemente...
Lo que sí debemos tener bien claro es que este no es momento para lamentaciones.
No hay tiempo para ello.
Es tiempo de templanza basada en la fuerza de voluntad y de las convicciones y la necesidad de ejercitar la imprescindible defensa propia...