8.11.10

Las casualidades también hacen historia. (Irma Antognazzi)

La muerte de Néstor Kirchner fue un hecho casual para esta particular coyuntura histórica. Este hecho inesperado e imprevisto en esta coyuntura desencadenó un salto cualitativo en la conformación del campo popular.

Decíamos en marzo de 2010 en el artículo “Los chirridos de la historia” …. “este proyecto sin fuerza de masas no logrará imponerse por más que … (la presidenta) no se doble ni se tuerza un paso. …Así como en la historia no alcanzan los gritos (“que se vayan todos” fue un grito fuerte, pero no alcanzó), ni la guerrilla (en los `70, fue fuerte pero tampoco alcanzó); ni alcanzan multitud de protestas sectoriales y parciales, tampoco alcanzará con las medidas y los discursos de una presidenta valiente. El proyecto, que apuntaría a desarrollar un capitalismo de estado (de estado nacional) … que de alguna manera fue posible en el peronismo histórico, hoy no se puede aplicar sin una condición: requiere del pueblo movilizado. ... La presidenta … deberá conquistar su derecho a usar el balcón de la Casa Rosada. Todavía no pudo hacerlo pero eso será el símbolo de la fuerza de masas que se necesita. Nada forzado, sino un pueblo que avance en conciencia y en organización hará avanzar la historia a partir de re-conocer esta etapa de puja entre los que quieren volver al ajuste y los que queremos medidas que mejoren las condiciones del pueblo”…


Y agregamos hace apenas veinte días en la ponencia presentada en las IX Jornadas del Grupo de Trabajo Hacer la Historia realizada en Bahía Blanca en la Universidad Nacional del Sur…


“…En la etapa de los monopolios su poder es tal que no tiene posibilidades de buen éxito un gobierno dispuesto a construir un estado nacional soberano si no cuenta con apoyo popular activo capaz de sostener y defender el espacio democrático conquistado y todas las medidas que apunten en dirección de controlar el poder ….sobre ese umbral se pueden dar pasos hacia el poder popular. …

. Decíamos

“… (El pueblo) no tiene todavía proyectos propios que aglutinen sus fuerzas y sus intereses y no ha logrado generar su propia dirección política. El más cercano sería el proyecto peronista siglo XXI, que tiene una gran ventaja para el pueblo mejorando el campo del empleo y el poder adquisitivo así como las libertades públicas en general. Pero sobre todo porque independientemente de sus objetivos desencadena un estado deliberativo que hace crecer conciencia en el pueblo al advertir las fuerzas en pugna. ..”


Hasta ayer estos dichos tenían total validez. Lo nuevo es que la muerte repentina de Néstor Kirchner ha puesto en evidencia que se estaba gestando esa fuerza y esa conciencia. Pero además el hecho le agregó un peso tal que lo hizo cambiar de calidad. Ahora es un pueblo que se compromete a sostener el proyecto de gobierno que está en marcha desde hace 7 años. No fue la Presidenta quien convocó desde el Balcón. Fue una de esas raras casualidades de la historia. Kirchner, su compañero y compañero de equipo, con su muerte joven y brusca, convocó al pueblo a manifestarse y le arrancó un “¡Sí! ¡Estamos!”. La Presidenta recibió, no sólo lágrimas, sino voces que multiplicadas por miles de nuevos militantes dicen “¡Te apoyamos! ¡Convocanos que aquí estamos”! Es notable el resultado de este hecho inaudito: es como si hasta acá Néstor y Cristina eran lo suficientemente fuertes como para hacer por todos, era como que permitían mantener la democracia representativa; y de repente, el pueblo dice ¡aquí estamos! Su muerte sorpresiva hizo dar el salto que faltaba. Lo que fue estupor y vacío duró apenas unas horas o unos minutos. Fue cubierto con creces por millones de jóvenes que están dispuestos a ocupar ese lugar para defender lo que es suyo junto a la Presidenta y a responder a su convocatoria. El que grita “¡Fuerza, Cristina, no aflojes!”, sabe que los poderosos de la economía y de las finanzas se le enfrentarán aunque en estos momentos están todavía tomándose la cabeza para ver por dónde golpear en este nuevo escenario donde se ha corporizado su enemigo de clase: el pueblo con ideas muy claras como no las tuvo nunca antes. No cabe duda que pasó algo así al advertir los dichos y los actos de esos jóvenes, los que sufrieron la derrota de nuestra militancia de los 70’ y los más jóvenes aún que nacieron en el desparpajo de la democracia y no en los chupaderos de la dictadura.


Volviendo al texto decíamos que este proyecto de construir un estado nacional no tiene perspectivas de triunfar frente al poder de los grupos financieros más concentrados si no logra apoyo popular. Pero decíamos y lo ratificamos que ese apoyo popular es el que va a permitir superar la democracia representativa y avanzar hacia el poder popular, porque se trataría de un salto cualitativo, de un salto revolucionario. Y esa posibilidad abierta es a la que temen los enemigos de clase.

¿Por qué quieren derribar al gobierno los grandes grupos financieros si han acumulado capital como nunca antes? Porque quieren ser gobierno ellos mismos, sus gerentes y socios de las empresas como lo fueron desde la dictadura militar en adelante. Porque saben que el peligro para ellos está precisamente en el pueblo movilizado en torno a un gobierno que les sea suyo.

Pero el pueblo no es todavía homogéneo políticamente y sobre esa situación operan los ideólogos del poder financiero para dividir y confundir.

Los que saben que éste es un proyecto capitalista y además conocen dónde se produce la riqueza y cuáles son los mecanismos por las que algunos se las apropian, suelen tener dificultad para advertir que a pesar de eso, este proyecto con apoyo de masas podría llegar a transformarse en una democracia con poder popular. Otros que hacen discursos pretendiendo repetir el programa del peronismo histórico hacen listas de buenos deseos y reclaman que sea el gobierno el que los lleve adelante. Otros a los que falazmente se les llama ultraizquierdistas, que usan todas las combinaciones posibles de las letras S,T,M,P,R.O, I,C, se aferran a una teoría mal entendida que usan como receta. Mientras pasaba el pueblo mostrando su dolor, su rabia y su fuerza, estaban repitiendo frases hechas y dando el gusto a quienes no salían a expresarse porque confían en que hay una izquierdosidad que les ayuda en su plan siniestro de debilitar y hasta destituir al gobierno.

Ninguna de estas variantes que se colocan en la oposición a ultranza se pregunta por los sujetos que podrían hacer esos cambios deseados y necesarios. Aferrarse a gritar por buenos programas o por el socialismo y la revolución sin ver los momentos como éste en que el pueblo se mete en la historia con ganas de hacer, de poder, de transformar, es una caricatura de pensamiento revolucionario.

Sin apoyo de masas no alcanzará la gritería de esos grupitos de “ultraizquierda” ni los discursos de la “centro- izquierda” para mejorar la situación de todo el pueblo. Ganarían espacios los que todavía tienen el poder económico y financiero. Se necesita mucha fuerza para modificar esta correlación actual. ¿No sería efectivo que tomemos como eje de nuestras políticas contribuir a que el pueblo sea convocado para defender las medidas de gobierno necesarias para ir recortando el poder financiero?


Pero bueno, la historia dirá si alguno de ellos se da cuenta que el pueblo está yendo por otro lado. Ese pueblo que mostró que ya supera al techo del propio peronismo porque anda detrás del poder popular. Ese pueblo que dialogó con la Presidenta desde su silencio y su dolor, quien con pocas señales de sus manos y su rostro supo demostrarles lo que pensaba y sentía. ¡Con qué sensatez asistieron los presidentes de la UNASUR y de Cuba para decir con sus cálidos abrazos, ¡miren aquí no se jode! ¡Aquí ni intenten golpes de estado!


La “oposición” de clase -el gran poder económico-financiero y sus voceros políticos- buscará salir del atolladero en que las ha puesto un hecho casual de la historia que contribuyó a que se produzca este salto cualitativo. No les será fácil. Sobre todo ahora que quedó habilitado el Balcón de la Rosada y más aún, porque fue adentro de nuestra Casa de Gobierno donde entró el pueblo a decir lo suyo, a reclamar lo que necesita y a dar su apoyo a la Presidenta para que se profundice el modelo, no para frenarlo.

Pero hay que pisar con pie de plomo. ¿Ustedes saben dónde pisan? ¡Cuidado!, miren que en el camino hay espinas pero también están naciendo flores.


Irma Antognazzi. Directora del Grupo de Trabajo Hacer la Historia.

Buenos Aires, Argentina. 2 de noviembre de 2010.


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La decisión (Por Eduardo Aliverti)

En cierto aspecto, la semana después ha sido aun más significativa que la de la muerte.

Impacto, emoción, sorpresa e incertidumbre fueron los cuatro términos que dominaron la escena hasta que el duelo concluyó formalmente. Los dos primeros se definen por sí solos. El tercero remitió a la multitud congregada; en particular, a su impresionante componente juvenil e inorgánico. Y el cuarto consistía en algunas pocas, concretas y categóricas preguntas que, aunque íntimamente puedan haberse formulado ya al poco rato de conocida la noticia, fueron expuestas recién con el correr de los días (excepto por algunos salvajes, que se permitieron obviar el dolor y arreciaron con formulaciones intimidantes). ¿Cuáles serían, puestas en acción política, las consecuencias del impacto emocional en la Presidenta? ¿Qué pasaría hacia la interna del peronismo y de la oposición? ¿Qué, sobre todo, ante la ausencia de Kirchner al comando de su hiperquinético sinfín de relaciones y decisiones cotidianas? ¿Y qué con la actitud de alguna gente del palo propio, de imagen viscosa e inmersa en movidas o gestos sospechosos de querer abrirse o molestar? Sería irresponsable, por supuesto, pretender respondida esta serie de interrogantes –a los que se suman los del asombro por la multitud autoconvocada– cuando el muerto permanece fresco. Sin embargo, y para pesar de la derecha que festejó o abrigó expectativas inequívocamente favorables en su primera impresión inconfesada, la semana después arroja signos que son los que esa derecha no quería encontrar. ¿O sí?

Según todas las fuentes obrantes y confiables, Cristina dijo “dos días de duelo y el lunes a trabajar”. En traducción libre: el lunes ya van a ver. Y fue así. Salió en cadena nacional siendo que una probable mayoría esperaba pausa de “recato”; no actuó un falso vivo; arrancó diciendo que eran las 17.40, para dejar clarita su decisión de no mentir(se) ni siquiera en la hora exacta que en que diría lo que dijo. En un discurso en el que le bastaron cinco minutos totales para transmitir un corazón tan partido como arremetedor, avisó que lejos de ser su momento más difícil era, apenas sencillamente, el más doloroso. En traducción obvia: estoy hecha mierda, pero no me impide gobernar. Y eligió el cierre, además de detenerse en el agradecimiento especial a los jóvenes, para anunciar que gobernaría más que nunca, y hacia igual itinerario, en homenaje a su marido. Esta cronología de su primera aparición verbalizada no es una adhesión ideológica. La incluye, pero antes que eso es una constatación objetiva de que marcó la cancha a cuatro días de que su compañero de toda la vida se muriera de golpe y a su lado. Tan objetivo como que al día siguiente estaba en Córdoba, bajando línea con la integración de autopartes argentinas en el nuevo modelo de Renault. Y como que horas más tarde hacía lo mismo en el análisis de los 600 mil millones de dólares que los yanquis derramaron sobre el universo económico dominante, munidos de su maquinita de emitir billetes y sin que nadie les pregunte por su déficit fiscal. Si querían saber sobre el estado depresivo de la Presidenta, ahí la tuvieron. Actuada, sincera, mentirosa, natural, como cada quien quiera. Pero lo objetivo es eso: Presidenta al mando.

Más luego, Scioli señala que estará donde la jefa de Estado lo necesite. Moyano aclara que la conductora del “Movimiento” es nada más que ella. Cobos quiere que se lo trague la tierra. En ese engendro que se denomina “peronismo federal”, sin dirección ni teléfono, aparece la fisura de un Solá –para empezar– capaz de decir que si hay tanto pueblo en la calle, llorando al muerto, por algo debe ser. Carrió prefirió seguir con su dieta, aunque parece que el Apocalipsis ya pasó porque ahora adujo que hay un buen futuro para el país. Stolbizer volcó en reemplazo de Carrió, convocando a un gobierno de “concertación nacional” (???). Duhalde confesó estar más fuerte que nunca, pero nadie le cree, empezando por él mismo. Reutemann, bien que con él nunca termina de saberse, anotició que se abre definitivamente de la precandidatura presidencial que nunca existió, salvo en la cabeza de un establishment que solamente confiaba en él o en Scioli. Y el hijo de Alfonsín, que en líneas generales mantuvo el posicionamiento más noble de todo ese mamarracho, por homenaje al apellido y porque juega a la izquierda del traidor que vicepreside no se sabe qué, quedó en situación de no se sabe qué tampoco. Para peor, visto desde el adefesio contrera; o para mejor, contemplado desde cálculos electoralistas, la perspectiva económica mundial entrega signos optimistas hacia estos lares: dólares circulantes a rabiar, baja de las tasas de interés, subida de los precios de las materias primas agropecuarias, en Brasil ganaron Lula/Dilma y los chinos no paran de demandar lo que se produce en estas pampas. Enfrente de eso, solamente queda la inflación real y en específico lo que aumenta la carne. Nada más. Pero ninguno de los confrontantes garantiza que la inflación auténtica no sería la que es si gobernaran ellos, y menos que menos ofrecerían opción a la necesidad de recomponer stock de vacas parturientas. Por último, afrontan lo que reconoció el mismísimo Jaime Durán Barba, jefe marquetinero de un Mauricio Macri que después de ver lo que pasó se habrá dado cuenta de que nunca tendrá calor popular: una viuda reciente con la personalidad de Cristina, mujer atractiva, con la oratoria que tiene, con ese retrato de sola contra todos, es imbatible en las urnas. Lo dijo el publicista de Macri.

Hasta acá, las buenas noticias. Porque lo son o porque uno las interpreta como tales. Sea como fuere, esto que se llama “kirchnerismo”, a falta de mejor definición rápida que reemplace a “las necesidades e intereses populares van para ahí”, también tiene sus problemas. Bueno sería que no los tuviera, porque en ese caso significaría que se acabó la historia, local, pero por izquierda. Y la Historia no se acaba nunca. Siempre está en movimiento por mucho que no se lo perciba, como ocurrió en los ‘90 de la rata. El mejor significante de eso, pero hay que ver si significado, son los pibes. Esos pibes que demostraron volver a creer en algo colectivo. Esos pibes entusiasmados con la política son la noticia más fascinante de la Argentina de los últimos tiempos. Pero a no hacerse los tontos, nosotros, los grandulones, deduciendo que ahora les toca a ellos. Nos sigue tocando a nosotros conducir la energía de los pibes. No hay partido militar para cubrirle el flanco a la derecha, porque en el pestañeo histórico que va de Alfonsín a Kirchner la derecha se quedó desarmada. Los pibes no están en peligro, y las condiciones objetivas son mejores que en los ’70 para seguir cambiando las cosas. Pero hay el desafío de que no se decepcionen, ahora que volvieron a creer después de tanto adulto vencido.

Y a la par, en lo macro, es eso que señaló el escritor Vicente Battista en su perfecta contratapa de Página/12, el jueves pasado, al citar a Scalabrini Ortiz en 1943: “No debemos olvidar en ninguna circunstancia –cualesquiera sean las diferencias de apreciación– que las opciones que nos ofrece la vida política argentina son limitadas. No se trata de optar entre (el general) Perón y el Arcángel San Gabriel. Se trata de optar entre (...) Perón y Federico Pinedo”. Casi setenta años después, es lo mismo. O se está con esto, se llame como se llame, o se está con Macri, Cobos, Duhalde & Cía.

Elijan.

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6.11.10

Te tenemos que pedir perdón, flaco (Por Pablo Llonto)

Queríamos decirte simplemente que los anarquistas somos, a veces, muy de vez en cuando, un laberinto de contradicciones. Y que pensábamos votarte. Era nuestra mínima y secreta manera de pedirte perdón.


Lo que te puteamos, flaco. Las cosas que dijimos de vos cuando en la imbécil tentación del engreído revolucionario decíamos que vos eras el monigote de Duhalde. Las marchas que te hicimos. Queríamos decirles a los argentinos que estabas dilapidando nuestra plata dándosela en bandeja al FMI.
Cuántas palabras envueltas en desprecio y sorna. Instruidos en las sabias esgrimas marxistas, enumerábamos los siniestros enemigos de los que te rodeabas. Casi, casi, te ordenábamos que fueses puro. Como nosotros.
En los rudos textos, en las vehementes intervenciones radiales, despedazamos tus confusas relaciones con el poder. Claro que sí, qué otra cosa era un hombre saludando a Bush con una sonrisa. No prestabas atención a nuestra pedagógica manera de llevar adelante el protocolo.
El propósito era que nos escuchases. Que leyeras nuestros volantes, nuestros afiches, nuestras banderas. Tenías que hacerte, de un día para otro, justiciero expropiador de todos los sinvergüenzas. Tenías que rendirte ante nuestras luchas.
Queríamos ser testigos de un milagro que honrara a nuestros santos leninistas: la conversión acelerada de un político burgués a tigre trotskista, como aquel que posa en nuestros posters. Queríamos verte echando a todo tu staff, tus ministros, tus amigos, tu familia, desprendiéndote de cuentas bancarias, bienes, alquileres. Si era posible, Flaco, tenías que tirar los mocasines y la birome Bic. Y desafiliarte del PJ.
Un día, nos enteramos que hablabas en la ESMA. Que entrabas allí con las viejas y con los hijos. Pedazo de oportunista, dijimos. Luego, procuramos escuchar bien aquello que decías. “Como presidente de Argentina, vengo a pedir perdón en nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades.”
Carajo. Exasperabas nuestra incredulidad eterna. De pronto, un presidente argentino, de la Casa Rosada, les pedía perdón a las Madres; a las mismas Madres que un tiempo atrás (diciembre 2001) habían sido gaseadas, mojadas, atropelladas por caballos por los infames de la Casa Rosada.
Ebrios de indiferencia, pensamos que debíamos aplaudir ese gesto, no más de 24 horas. No podíamos ser aventurados en el elogio. No tolerábamos que no cumplieras, una a una, todas nuestras utopías.
Ni cuando aprobaste la jubilación para los que no tenían aportes. Incluida nuestra vieja, y nuestra suegra.
Ni cuando le brindaste a Chávez, y a otros, el escenario adecuado para mandar a la misma mierda el asesino ALCA. Ni cuando le sacaste el fútbol de las manos al pulpo eterno. Ni cuando quisiste poner un poco de justicia con la 125 cumpliendo tu máxima peronista de llegar al fifty-fifty. Ni cuando desafiaste a Clarín y sus tentáculos. Ni cuando ideaste el final del monopolio de Papel Prensa.
Ni cuando impulsaste el matrimonio igualitario. Ni cuando te enojaste con las claudicaciones de la ex intachable Corte. Ni cuando apagaste las privatizaciones de Aerolíneas, el saqueo de las AFJP, el choreo macrista del Correo.
Ni cuando te extenuaron los impostores, los Alberto Fernández, los Lavagna, los Solá, los Cobos, los Pedraza.
Ni cuando apoyabas una ley que resolviera un cacho de participación en las ganancias. Ni siquiera cuando tu última opinión sobre los burócratas sindicales contenía una frase premeditada: “Hay que dar con el último de los autores intelectuales del crimen de Ferreyra.” Ahora que estás en Santa Cruz, rodeado de los combativos mineros de Río Turbio que adorábamos en los ’90, ahora es como un poco tarde, flaco.
Queríamos decirte simplemente que los anarquistas somos, a veces, muy de vez en cuando, un laberinto de contradicciones. Y que pensábamos votarte. Era nuestra mínima y secreta manera de pedirte perdón.

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5.11.10

El Tea Party no vale en Brasil

Al igual que la concentración convocada por Jon Stewart y Stephen Colbert, de la Central de la Comedia, que atrajo el sábado pasado a cientos de miles de personas a la calles de Washington DC, las elecciones de Brasil del domingo fueron un concurso de “Restaurar la cordura” contra “Mantén vivo el miedo”.
Dilma Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), ganó frente al candidato de la oposición, Jose Serra, con un margen cómodo de 56% a 44%. Fue una campaña fea y áspera marcada por alegaciones de corrupción y malas prácticas en ambos bandos, que acabó con la esposa de Serra llamando “asesina de bebés” a Rousseff.
Grupos religiosos se sumaron a la campaña de Serra y acusaron a Dilma de querer legalizar el aborto, eliminar los símbolos religiosos, y de ser “anticristiana” y “terrorista” por su resistencia a la dictadura militar a finales de los sesenta. La campaña recordaba las estrategias republicanas en EEUU, desde el ascenso de los derechos religiosos en los ochenta hasta las “armas de distracción masiva” de Karl Rove en años recientes.
Serra tenía incluso una estrategia derechista en política exterior que llevó a un crítico a etiquetarlo como “Serra Palin”. Su campaña amenazaba con aislar a Brasil de la mayoría de sus vecinos con acusaciones al Gobierno de Bolivia de ser “cómplice” del narcotráfico y al Gobierno venezolano de cobijar a las FARC. Atacó a Lula por su negativa –compartida con la mayoría de los líderes suramericanos– a reconocer al Gobierno de Honduras. Este fue “elegido” tras un golpe militar el año pasado en condiciones de censura y abusos de derechos humanos en unos comicios que sólo EEUU y un puñado de aliados de derecha consideraron que fueron “libres y justos”.
Pero, al final, la cordura triunfó sobre el miedo, y los votantes reflejaron con su voto las mejoras sustanciales en su bienestar durante el mandato de Lula.
No sorprende que Serra, economista de formación, buscara eludir los temas económicos más importantes que afectan a la mayoría de los brasileños. La economía se ha comportado mucho mejor con Lula que durante los ocho años de Gobierno de la formación política de Serra (el Partido Social Democrático de Brasil, PSDB): el ingreso per cápita aumentó cerca del 23% de 2002 a 2010, frente a apenas el 3,5% de 1994 a 2001. Además, el desempleo ha caído a la cifra récord del 6,2%.
Quizá lo más importante es que la mayoría de los brasileños ha logrado ganancias sustanciales: el salario mínimo, ajustado a la inflación, subió cerca del 65% durante la presidencia de Lula, más del triple del incremento durante los ocho años anteriores. Esto afecta no sólo al salario mínimo de los trabajadores, sino a decenas de millones de ciudadanos más cuyo ingreso está vinculado al salario mínimo.
Además, el Gobierno ha expandido el programa Bolsa Familia, que provee de pequeñas ayudas dinerarias a las familias pobres, con la asistencia a la escuela como requisito. El programa ha reducido el analfabetismo y llega ya a cerca de 134 millones de familias. Más de 19 millones de personas han salido de la pobreza desde 2003. Y un nuevo programa de subsidios para los propietarios de vivienda ha beneficiado a cientos de miles de familias, con posibilidad de alcanzar a millones.
Aunque la estrategia de las campañas republicanas haya sido eficaz durante la mayor parte de las cuatro últimas décadas en EEUU, no se ha demostrado exportable. El electorado brasileño se cansó muy pronto de dicha estrategia, y los votantes indecisos quisieron saber qué haría Serra por ellos mejor de lo que ha hecho el PT. Cuando el candidato se demostró incapaz de responder, perdió votos.
La “estrategia republicana” impidió que la campaña abordara algunos de los temas fundamentales para el futuro de Brasil. La élite financiera brasileña, que domina el Banco Central, tiene una influencia en la política económica que es al menos tan mala –y tan poderosa– como la de Wall Street en EEUU: esta es una razón por la que Brasil, bajo Lula, haya tenido durante años los tipos reales de interés más altos, o casi, del mundo. El éxito del crecimiento de Brasil no ha estado a la par del de los otros países BRIC (Rusia, India y China) y el país tendrá que apartarse de algunas de las políticas neoliberales de gobiernos anteriores con el fin de desarrollar su potencial.
La formación de capital durante los años de Lula no fue muy diferente de la de los años de su antecesor Cardoso, y fue relativamente baja en comparación con otros países en desarrollo. La inversión pública fue incluso más baja, aunque ha comenzado a acelerarse recientemente. El país necesitará una estrategia de desarrollo que establezca nuevos patrones de inversión y consumo, que satisfaga los intereses de la mayoría de los brasileños, 50 millones de los cuales permanecen en la pobreza.
Las elecciones tienen importantes efectos en el hemisferio occidental, donde el Departamento de Estado de Obama ha continuado sin apenas cambios la estrategia de la Administración Bush de “marcha atrás” contra la independencia sin precedentes que los gobiernos de izquierdas de Suramérica han ganado durante la última década. La derrota del PT habría sido un triunfo para esa estrategia. También tiene implicaciones para el resto del mundo. En mayo, Brasil y Turquía sentaron un precedente en la diplomacia internacional al negociar un acuerdo de intercambio de energía nuclear para Irán, en un intento por resolver la disputa en torno al programa nuclear iraní. El Departamento de Estado está probablemente más preocupado por esto que por todo lo que Brasil ha hecho en la región, incluido el apoyo fuerte y consistente de Lula al Gobierno de Chávez en Venezuela. Serra también atacó el acuerdo con Irán durante su campaña. Fuera de Washington, los resultados de estas elecciones serán recibidos como una buena noticia.


Por Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR)
Copyrigth: The Guardian Unlimited

Ilustración de Iker Ayestaran

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Efecto Boomerang: La oposición está desorientada...

Contra lo que pronosticaban, la que luce golpeada ahora es la oposición

“Divisiones”, “fuertes contrapuntos” y “señales de fatiga” fueron alguna de las fórmulas que los diarios hegemónicos emplearon ayer para hablar de la dirigentes opositores. ¿No era eso lo que hace una semana le estaban augurando al oficialismo?
  Fue hace una semana nada más que, tras la muerte de Néstor Kirchner, los editoriales de los diarios hegemónicos lanzaban sus sombríos panoramas para el gobierno de Cristina Fernández. Pintaban, entonces, un horizonte plagado de incertidumbre, e insistían además con la posibilidad de un cambio de rumbo económico, divisiones feroces en el seno del Frente para la Victoria, confusión política y vacío de poder.
Sus pronósticos (por lo menos por ahora) parecen muy alejados de la realidad del oficialismo, pero además de eso –y según mostraron los diarios de estos días–, en algún punto casi podrían trasladarse a la oposición, que hoy más que nunca aparece dividida, golpeada, con un futuro incierto y hasta desorientada. Pero hagamos, mejor, un repaso.
“En el Peronismo Federal ya surgen divisiones entre ‘halcones’ y ‘palomas’”, tituló ayer Clarín una nota en la que dio cuenta del “terremoto en el mapa político que significó la muerte de Néstor Kirchner”. Según el texto, la “línea dura” estaría representada por los hermanos Rodríguez Saá, Ramón Puerta y Juan Carlos Romero, mientras que Felipe Solá y Mario Das Neves son “más cautos”. En tanto Eduardo Duhalde “busca hacer equilibrio”. “‘Charla intensa’; ‘fuertes contrapuntos’, un ‘debate a fondo’ fueron algunos de los conceptos con que cuatro de los participantes del encuentro describieron a Clarín lo conversado entre canapés, vino y coca cola en el departamento de la avenida Quintana del senador puntano”, describió el artículo. El Cronista Comercial, en la misma línea, señaló que “Con fuertes internas, el PJ disidente ratificó el rol anti-K”.
El diario, por otra parte, tuvo que salir a desmentir la noticia que había instalado el miércoles informando que Julio Cobos y Roberto Lavagna “quedaron en seguir hablando sobre un acuerdo electoral para 2011”. “En diálogo con este diario –aclaró la edición de ayer– Lavagna reconoció haber cenado con Cobos, recalcó que fue luego de un pedido del vicepresidente a un ‘amigo común’ pero negó ‘rotundamente’ haber hablado sobre un futuro acuerdo electoral”.
Elisa Carrió (todos coinciden en esto) sigue “en silencio”. Y la Mesa de Enlace –según Clarín– se encuentra “al borde de la ruptura”. Ámbito Financiero  marcó que “el PJ anti-K no convence a Reutemann”, y mostró también a Mario Das Neves inaugurando en Punta Tombo un Centro de Interpretación que “no agradó” al bloque de diputados provinciales del radicalismo, ya que significó la erogación de por lo menos 35 mil dólares debido a la visita de Susana Giménez, a quien el gobernador había nombrado como “madrina” del apostadero.
En este diario, en tanto, se anunció también ayer que “Macri se baja de la carrera presidencial”. “El publicista y estratega ecuatoriano Jaime Durán Barba, un especialista en la técnica de gobernar con imagen y sin propuestas, ha convencido a su cliente que el deceso del ex presidente le traerá muchos más problemas que ventajas electorales. Por lo pronto, Macri ya no puede apelar a la victimización y achacar su procesamiento en la causa del espionaje porteño a una persecución judicial orquestada por Néstor Kirchner, una estrategia de victimización que potenciaba las chances electorales del procesado jefe de gobierno”, explicó la nota.
“La oposición vive su hora más crítica”, analizó, por su parte, La Nación. Y subrayó: “la muerte de Néstor Kirchner no sólo trastocó su estrategia electoral con vistas a los comicios presidenciales del año próximo, sino también la agenda legislativa pendiente”. Por lo pronto, seguiremos desde aquí expectantes los análisis que pueda despertar este fenómeno.



Fuente: Tiempo Argentino
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2.11.10

Agradecimiento de Cristina F. de Kirchner por Cadena Nacional (Video y texto)







Son las 17.40 horas del día lunes. En unos instantes más voy a recibir las cartas credenciales de nuevos embajadores en la República Argentina. Un día más de gestión de gobierno pero evidentemente un día diferente en mi vida , que como todos saben cambió en forma definitiva .

He leído o escuchado que este es mi momento más difícil. En realidad es otra cosa; es mi momento más doloroso . El dolor es algo diferente a las dificultades o a las adversidades. Yo he tenido en mi vida política o en mi gobierno, en particular, muchísimas dificultades y muchísimas adversidades, pero el dolor es otra cosa. Es el dolor más grande que he tenido en mi vida. Es la pérdida de quien fue mi compañero, durante 35 años. Compañero de vida, de lucha, de ideales. Una parte mía se fue con él, está en Río Gallegos.

Pero no es este un momento para utilizar la cadena nacional para terapia emocional sino para agradecer. Yo quería dedicar estos pocos y breves minutos para agradecer a todos y a todas, a todos los hombres y mujeres que se movilizaron, que quisieron verlo, que quisieron despedirlo, que rezaron por él, que lloraron por él, que no pudieron llegar tal vez acá porque vivían lejos pero se reunieron en otros lugares, que me entregaron rosarios; los rosarios de él los tengo todos, colgados en mi casa, de Río Gallegos; agradecerles las flores y las cartas; las camisetas de Racing, que él adoraba, hasta también las otras camisetas que me regalaron que eran de otros clubes, pero igual a él el fútbol le gustaba mucho y las banderas también que me entregaron.

Yo quiero agradecer mucho esa inmensa y formidable muestra de cariño y de amor, que él se la merecía. No voy a tener falsa humildad porque como decía una dirigente muy importante, que ya falleció: ‘hay que ser muy grande para ser humilde’ y yo no soy grande, así que no voy a ser humilde.

Simplemente voy a decir que él se lo merecía y permítanme agradecerles en forma especial a las decenas, a las decenas de miles y miles de jóvenes que cantaron y marcharon con dolor y con alegría, cantando por él, por la patria.

Quiero decirles a todos esos jóvenes que en cada una de esas caras yo vi la cara de él cuando lo conocí. Ahí estaba el rostro de él exacto. Y decirles a esos jóvenes que tienen mucha más suerte que cuando él era joven, porque están en un país mucho pero mucho mejor, en un país que no los abandonó, en un país que no los condenó ni persiguió. Al contrario, en un país que los convocó, en un país que los ama, que los necesita, en un país que vamos a seguir haciéndolo distinto entre todos .

Y a los millones y millones de argentinos -que parece que somos más de cuarenta millones porque además tuvimos la suerte de que él nos debe de haber ayudado ya que el Censo salió muy bien- quiero decirles que siempre he tenido un gran sentido de la responsabilidad en todas las funciones que he cumplido, cuando fui legisladora provincial, cuando fui legisladora nacional y, más aún, como Presidenta, porque siento que de mí depende la suerte de todos los argentinos.

Pero déjenme decirles que desde este miércoles, además de esa inmensa responsabilidad que siempre sentí y ejercí con mucho amor, con mucho corazón, con mucha convicción, con mucha pasión, siento otra gran responsabilidad que es la de hacer honor a su memoria y hacer honor a su gobierno que transformó y cambió el país. Muchas gracias a todos por todo”.

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Los años que le robaron a Néstor...

...se van a multiplicar por décadas de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política

Sin ser gitana, leo la suerte, en las paradas llenas de gente,
en la embajada sin fila al frente, en las muchachas, en los abuelos,
en esa plaza, en los pañuelos, en los pibitos que hoy alzan vuelo,
bien protegidos por todo un cielo de dignidad.
En la consciencia del estudiante, en nuevas luchas... en las de antes,
en el trabajo, en la fe bien alta, en lo asfaltado y en lo que falta,
en lo logrado al salir del pozo y hasta en los nervios del poderoso
se puede ver qué libre se viene la libertad.
Puedo ver que se avecina otro destino, sin sentirme un adivino y sin esfera de cristal.
Puedo ver porque ya estoy en el camino sin regreso, del que vino de las ciénagas del mal.
Puedo ver sin los poderes de un vidente porque miro con la lente de los quieren mirar.
Puedo ver que hay una forma diferente de cambiar desde el presente lo que luego va a pasar.
En las cocinas, en los andamios, en los caminos, en los rebaños,
en los avisos de nuevos diarios, en el rencuentro bicentenario,
en cada mesa, en cada esquina, una bandera de la Argentina,
viene flameando y te cubrirá al final del día
con la alegría que todavía va a crecer más.
Ignacio Copani - 30 de octubre de 2010


Todo está guardado en la memoria...



Mauricio Macri

Nos vamos a subir, aunque tengamos que tirar por la ventana a Kirchner.
  http://www.perfil.com/contenidos/2010/08/17/noticia_0015.html

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Pino Solanas

Kirchner es un traidor a la patria e hipotecó el futuro.
http://origen.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=948452

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Eduardo Duhalde

Eduardo Duhalde comparó a Néstor Kirchner con Hitler y Mussolini http://origen.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1039743

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Lilita Carrió

Sería divino... que Cristina quede viuda. http://www.diarioregistrado.com/index.php?secc=nota&nid=44248&ref=nf

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 Julio Cleto Cobos
 
La gente está cansada de tanto circo.

http://www.elmundo.es/america/2010/04/18/argentina/1271625272.html

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Ernesto Sanz

La Asignación Universal aumentó el consumo de drogas y el juego.

http://www.mdzol.com/mdz/nota/210170-Sanz-la-Asignación-Universal-aumentó-el-consumo-de-drogas-y-el-juego/

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 Carlos Saúl Menem

Los que se hayan anclado a la suerte de la familia presidencial terminarán calcinados.

http://www.perfil.com/contenidos/2008/12/28/noticia_0023.html

Suerte que una imagen vale más que mil palabras (malas)



a pesar de dichos como
* LA GENTE EN LA CALLE LOS QUIERE MATAR...
* A RIO GALLEGOS NO PUEDEN VOLVER...
Me permito entonces imaginar el cortejo que acompañará
a los adalides del odio y la mentira cuando llegue su hora.



Puedo ver que se avecina otro destino, sin sentirme un adivino y sin esfera de cristal.
Puedo ver porque ya estoy en el camino sin regreso, del que vino de las ciénagas del mal.
Puedo ver sin los poderes de un vidente porque miro con la lente de los quieren mirar.
Puedo ver que hay una forma diferente de cambiar desde el presente lo que luego va a pasar.
Ignacio Copani - 30 de octubre de 2010
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1.11.10

Con la coma (Por Eduardo Aliverti)


Dolor y festejo, salvo alguna excepción, vienen a ser como antónimos perfectos. Pero no es tan obvio que tampoco son iguales la consternación y el dolor, aunque suenen parecidos. A estos dos últimos términos volvió a usárselos casi como sinónimos. Y la diferencia entre uno y otro, más allá de precisiones semánticas, es muy importante para juzgar una de las reacciones, tal vez inesperada, ante el impacto que produce el muerto.

El dolor es patrimonio de los que sienten que con este modelo recuperaron, ante todo, antes que absolutamente nada, la posibilidad de creer en la política como un instrumento que puede servir para mejorarnos la vida, y no siempre para jodérnosla. Que hay dirigentes políticos que no viven para cagar al pueblo. Cabe interrogarse por la influencia que habrá tenido, en esta notable muestra masiva de dolor, el hecho de que Kirchner no haya parado un segundo a pesar de su salud debilitada. Todos los que, en público, le pedían que frenara, le exigían en verdad que dejara de confrontar. Porque si lo hacía, podían recortar aquello en que los afectaba. Mucho o poco, los jodía que Kirchner no parara. El tipo, como cualquiera, andaba sin detenerse por una pulsión vivencial. Vaya uno a saber cuánto de consciente era en torno de que, si no regulaba la máquina, la muerte próxima sería inevitable, o al menos una probabilidad. Pero, ¿a cambio de qué parar la máquina? ¿De dejar de ser? ¿De pasar por la vida, en vez de vivirla como a él le gustaba? La primera impresión e incluso bastante después ante la noticia de su deceso, coincidamos, fue incredulidad. ¿Por qué, si se conocía que estaba mal? Porque al líder, al referente, al conductor, en primer término no se lo imagina muerto y, después y por eso mismo, no se quiere que se detenga. Y si cumple con eso, con lo que se quiere de él, al cabo no interesa si dio la vida por su pueblo o por él mismo. Lo que importa es lo que uno quiere imaginar que hizo. Pero para eso, pequeño detalle, debe haber pasado que lo que hizo benefició a mucha gente, porque de lo contrario esa gente ni siquiera se toma el trabajo de imaginar nada. Es eso de que la memoria no consiste en lo que pasó, sino en lo que se construye de lo ocurrido. Y se construye por la necesidad de creer; que en política, para el caso, significa creer que esa necesidad fue satisfecha en buena medida. ¿A qué salió a la calle y fue a la Rosada, dolorida pero efervescente, semejante multitud? ¿A qué, nutrida por tanta gente humilde, y tantos pendejos golpeándose el corazón y surgidos desde lo que se creía la nada misma dejada por el menemato, y tanto oficinista que gana dos mangos y hasta una izquierda que sin venir del palo estaba segura de que debía estar ahí? ¿A qué, que no sea que además de lo habido hay un por haber sólo canalizable en la realidad de agarrarse de este piso? El festejo es más detectable aun. Festejan la Rural, los grandes medios, Carrió, el Episcopado, Duhalde, los genocidas, tanto ganso que llama a las radios, variados factores de poder, fachos de la clase mierda, etcéteras. Esos también son pulsión primaria en su festejo, porque, a poco que se detengan en examinar, se murió la figura que les concentraba el odio y el discurso único. Y entonces tienen dos problemas: de dónde diablos salió toda esta gente emocionada; y cómo se hace para seguir bardeando a una mujer sospechosa de no retroceder, pero encima con imagen, real o construida, de sola contra todos. Es decir: contra todos ellos. Y con tanto pibe que la banca.

Finalmente, la consternación. El “¿y ahora?”, que se escuchó por tantas vías. Hay lo especulativo de quienes tienen intereses concretos. Kirchner, quedó dicho, era el gran ordenador de la oposición, en todas sus vertientes. Su iracundia, sus provocaciones, si se quiere sus excesos, amalgamaban a la contra porque fue él, Kirchner, quien instituyó esa suerte de “péguenme, cuanto más, mejor, porque me hacen más fuerte”. Si Cristina era y es la jefa de Estado, él era, sin la más mínima duda, el jefe político. El era el barro. Era la tensión con el sindicalismo pesado, el que maniobraba con los barones mafiosos del Gran Buenos Aires, el que operaba, el ministro de Economía, el que les ponía los puntos a los generales y coroneles del establishment. En la división de tareas de la férrea sociedad política del matrimonio, la fortaleza Cristina se ocupaba de bajar las grandes líneas discursivas con una oratoria impactante. Pero el barro era él, y ahora hay que ver quién lo cubre: no necesariamente porque ella no sabría cómo hacerlo, sino porque no puede, ni debe, atender todos los frentes. De modo que el Poder –una parte del Poder– se quedó momentáneamente sin el gran interlocutor con quien trabarse en combate. Y con la mujer, esa mujer, erigida en amazona solitaria. La cosa es que tal idea de desamparo no cruza solamente al nivel dirigencial opositor. Alcanza también a los que, consternados pero desde la planicie, pasaron a preguntarse quién ordena la mugre de aquí en más. Mal o bien, lo hacía Kirchner y, tanto que lo putearon los incontinentes del “dónde iremos a parar”, resulta que él garantizaba la “gobernabilidad” desde el fango. El enorme desafío de Cristina es encontrar el reemplazo de esa administración del lodo, porque con todo no va a poder. Y acaban de debutar, consternados, ante la muerte, los dudosos de si esto no será aunque sea lo menos malo frente a la impresentabilidad de la oposición.

Si es por interrogantes y ante la impresionante manifestación popular frente al muerto, algunos deberían preguntarse por qué no habrán cumplido su farsesca palabra de retirarse para siempre de la política. Algunos deberían preguntarse por toda la militancia que les falta, antes de siquiera soñar que el pueblo llorará por ellos. Algunos deberían preguntarse si acaso no es hora de sumar con honestidad ideológica a la espectacularidad de la política real, y no a la política de la espectacularidad. Algunos deberían preguntarse si no es mejor no dejar un solo resquicio más, para liquidar la sospecha de que pueden ser la gran candidatura blanca. Algunos deberían preguntarse si no les queda algún rincón para la incertidumbre, cuando resulta que ante el muerto rindió homenaje tanto mundo del mundo del que según los grandes medios estábamos aislados. Algunos deberían preguntarse si les conviene persistir en su presentación como única salida posible y revolucionaria, al comprobar que tantos pibes movilizados prefieren militar y conmoverse con otra esperanza. Los momentos dramáticos sirven para medir la capacidad de no quedar en el lado equivocado.

Casi ayer, hace menos de diez años, esta sociedad salía a la calle con aquella clamorosa exigencia de que se fueran todos. Todos. Que no quedara ni uno solo. Hoy, mucha de esa misma sociedad volvió a las calles a llorar que se fue un político en plena actividad. Y a darle fuerza a una Presidenta. Se piense como se piense acerca de este Gobierno, nadie puede rebatir seriamente que el salto entre una y otra situación supone una mejora general de expectativas populares.

“Estoy azorada”, decía el viernes una oyente radiofónica. “Hasta el miércoles estábamos todos de acuerdo en que la inflación es un desastre, y en que ya no damos más con la inseguridad, y en que había que cuidarse hasta en el censo. Y resulta que ahora salen esta multitud y todos estos pibes a defender al Gobierno.” Ese mensaje, seguramente, es representativo de los tantos que acaban de descubrir que el país de Clarín & Cía. no es el único.

Chau, Kirchner. Pero chau así, únicamente con coma. Porque sin coma es de los miserables que estaban apurados por que te murieras. Sin coma es de esa gente que debe estar cayendo en la cuenta de que está en problemas, vista toda la otra gente que salió y dijo lo que dijo: ni un paso atrás.

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"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)