30.6.08

Cuestión de género (Por Eduardo Aliverti)


La Argentina transmitida por los grandes medios ofrece, con particular intensidad desde esta última semana, una imagen que asemeja a comedia dramática. Si efectivamente el país es eso, o si eso es lo que construyen como símbolo los flashes televisivos, puede no interesar demasiado. Muchas veces, lo importante no es lo que pasa sino lo que la gente cree que pasa o lo que quiere que pase y, al cabo, otras tantas veces lo que se cree o lo que se quiere terminan siendo lo que es. ¿Cuál “vez” es ésta?

Los medios se regodean con las trifulcas verbales de esos ridículos encuentros parlamentarios en que los diputados aparecen apretados, en el sentido literal del término, por un conjunto de fosforescentes y presuntos representantes campestres que amenazan con pudrir todo apenas se les ocurra. Cancherean gestos a la cámara mostrando que se sienten en medio de un circo, toman el micrófono o gritan a capella sus situaciones personales, se abren paso a los empujones y se plantan detrás del presidente de la Comisión convencidos (y aciertan) de que sólo importa ganar el foco; porque casi inmediatamente ya no importará quién diga qué sino concitar que los rodee una nube de cronistas concentrados en regalarle escándalo a los estudios centrales, donde siempre habrá alguien con cara de sufrir estreñimiento y que rematará con algún concepto profundo en la gama de “qué nos pasa a los argentinos”. Nadie dirá que, entre otras cosas, nos pasa que ni siquiera a un descerebrado podría ocurrírsele que puede darse un debate serio en esas condiciones. Algo que se aproximara a eso podría ser transmitir lo que sucediera en un marco liberado de energúmenos, ya sea en sala de comisión o en recinto, si es que tanto se pretende que el Congreso sea el republicano parlante de la Nación. Pero ni “la gente” ni los medios quieren eso. Es esto o Bailando por un Sueño. Si no hay show no sirve. Nadie quiere saber nada de agronegocios, ni de movilidad de retenciones, ni de pools de siembra, ni de sojización, ni de un pito que no sea asimilar hacia el preconcepto que fuere las actuaciones de De Angeli o de la pareja presidencial.

El carpódromo montado frente al Parlamento Nacional es una especie de coronación de esta preponderancia impresionante del efectismo. Los macristas contrabandeando sus aspiraciones de policía propia ante la imposibilidad de desalojar a los acampantes kirchneristas, tras haberse prendido al corte de rutas en todo el país. El picadito entre el camping K y el gauchócrata como alegoría, dicen los medios, de que esto podría terminar con onda de Un Sol para los Chicos. El que alquiló las carpas identificando al que tiene que pagárselas. Los movileros preguntando por el precio de las tortas fritas, y la cantidad de aceite y harina requerida para hacerlas. Alguien diciendo que en un tumulto lo puntearon a cuchillo, para después mostrar una raspadura producto de un tropiezo mientras los noticieros titulaban que había un manifestante herido y que quisieron apuñalar a “Alfredo”. Y una fila de inimputables sacándose fotos al lado de un toro de plástico. No está mal. Es divertido y democrático, no se generan ni inflación ni desabastecimiento, no se toma de rehén a nadie y ni siquiera cortan la calle. La plaza se transformó en una especie de parque temático gratuito, donde todos los que pasen y tengan cualquier cosa para decir pueden contar con la seguridad de que habrá una cámara esperándolos, casi al estilo de aquel micrófono de pie instalado en el hall de la Rosada durante los días surrealistas de Adolfo Rodríguez Saá. Esto es más abierto todavía y uno puede sacarse fotos con Castells, Vilma Ripoll, los jóvenes K y la familia gaucha, y en unos cuantos años mostrárselas a los hijos con el orgullo de haber estado en la Plaza de la Revolución.

El problemita de todo esto es cómo separar al espectáculo de la realidad, porque en caso de no hacerlo, y volviendo al párrafo inicial, se corre el serio riesgo de que la realidad sea el espectáculo. Y eso significaría que pasa a no comprenderse qué va en chiste y qué en serio. Bien que a un costo muy alto en varios sentidos, este conflicto permitió que mucha gente -incluyendo dirigentes políticos, periodistas e intelectuales- se desayunara respecto de temas que les eran parcial o absolutamente extraños: tenencia de la tierra, ingresos por exportación, agronegociados, contaminación del suelo. Pero a medida que el choque avanzó, esos bienvenidos aspectos informativos fueron cediendo paso a una lucha de intereses políticos en la que los representantes campestres desnudaron que, más allá de la puja por su bolsillo, se escondía la constitución de un movimiento opositor de derecha. Lo cual, a su vez, fue aprovechado por el Gobierno para erigir un discurso que reafirmara consenso a su alrededor. Y de esa segunda etapa se saltó a la tercera y actual, que consiste en esta cierta frivolización de la emblemática enfrentada. Los sectores medios malhumorados con el kirchnerismo, con el concurso de los medios de comunicación más poderosos, se prenden a todo relato que favorezca su malestar: quién paga las carpas en Congreso, los exabruptos de D’Elía, la “inocencia” de la oratoria campechana de De Angeli, la “oportunidad histórica” que pierde el país, la soberbia oficialista. Y las franjas afines al Gobierno, ya sea por convicción o por el espanto que produce lo que se le arremolina enfrente, trazan una lógica igualmente lineal en la que casi todo se reduce al duelo con la vieja y nueva oligarquía más sus gruesos funcionales. En el primer caso están disparándose a los pies, porque le abren la puerta a la posibilidad de que se reagrupen políticamente los bloques del capital ultraconcentrado que supieron incendiar el país con la propia clase media como víctima. Y en el segundo, lo imperioso de defender al Gobierno frente a la avanzada reaccionaria hace perder de vista que es el propio kirchnerismo quien está suicidándose, por obra de un modelo que sólo tiene la ocurrencia de servirse con la renta despampanante del agro. Con eso no alcanza para distribuir la riqueza y pagar la deuda, que este año tiene vencimientos por varios miles de millones de dólares.

Como viene la mano, al Gobierno no le queda mucho más que cuidar de y refugiarse en los sectores populares que tuvieron un grado de recuperación importante tras la crisis de 2001/2002. La clase media se le escurre como agua entre los dedos y ya hay tropa institucional que se le muda de bando. El oficialismo habla de una nueva derecha, pero lo que sea que eso quiera decir viene después de lo que ya es verificable: la derecha la tiene adentro. Reutemann, Schiaretti, Cobos, Scioli, diputados, intendentes. En la mejor de las hipótesis, recuperar cierta expectativa benévola de esas porciones medias le llevará mucho más tiempo que el que insumen sus enormes errores y la capacidad destructiva de lo que se nucleó en derredor del movimiento campestre. En caso de profundizarse las estocadas de desestabilización, es probable que cuente con un apoyo más activo de actores estudiantiles, profesionales, intelectuales, y hasta algunos corporativos que se preocuparían por el modo en que los perjudicaría la densidad del clima. Pero ya estamos hablando más de una etapa de resistencia que de otra cosa.

Impensable hasta hace pocos meses, hay ahora la perspectiva más o menos cierta de que la derecha recobre fuerzas. Y esa es la parte dramática. La de comedia se puede visitar en la plaza del Congreso o poniendo cualquier noticiero a cualquier hora.

MARCA DE RADIO, sábado 28 de junio de 2008.
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29.6.08

Sobre la salud y la nueva derecha (Por José Carlos Escudero)

El plan sanitario anunciado por el Gobierno, su relación con la historia de las políticas de salud en el país y Latinoamérica. Debate con el espacio Carta Abierta: las cualidades de una “nueva izquierda” como origen del renovado conservadurismo.

Una política de Estado
Por José Carlos Escudero *

Hace unos días la Presidenta hizo un anuncio que no ha sido bien analizado por la sociedad argentina, pero que representa el cambio de una tendencia que duró mas de medio siglo en nuestro país: dijo que la mayor parte de las retenciones móviles al agro van a ser gastadas en la construcción de muchos hospitales y centros de salud para el sector público de salud: el nacional, provincial y municipal. La contundencia de la declaración y el monto del dinero que se va a gastar muestran que ésta no es una habitual promesa de campaña o de gestión, sino la enunciación de una política de Estado nueva en salud.

En efecto, hay que retrotraerse a la mitad del siglo pasado para encontrar algo parecido: las grandes inversiones a partir de 1946 en una salud estatal, gratuita, con acceso por derecho de ciudadanía y pagada por rentas generales, que acometieron Perón y su extraordinario ministro de Salud, Ramón Carrillo. A consecuencia de esto, todos los indicadores de salud nacional mejoraron en un lapso breve, y la población se encontró con que le era fácil acceder a una atención de salud de buena calidad, sin que le costara dinero el hacerlo. Esto, junto con tantas cosas más, se incorporó al imaginario colectivo de los años dorados de aquel primer peronismo que era proteccionista, keynesiano, industrialista, que reasignaba renta agraria, que había fundado, en este extremo del mundo, un Estado de Bienestar como los que despuntaban en Europa Occidental después del fin de la guerra.

La Revolución Libertadora –recordemos, apoyada por “el campo”, la Iglesia Católica y la virtual totalidad de los partidos políticos opositores– derribó en 1955 a ese gobierno democráticamente electo. Desde entonces todo fue barranca abajo para la salud colectiva fundada por ese peronismo, una cuesta abajo a veces más empinada (con Aramburu, Videla, Menem, De la Rúa), a veces menos (con Illia, Alfonsín, Néstor Kirchner), pero la tendencia fue clara debido a una salud estatal gratuita desfinanciada, capaz de cada vez menos prestaciones y cada vez más incapaz de regular un capitalismo sin controles que hacía –y hace– su agosto en el área de medicamentos. La tendencia de la mortalidad infantil argentina con respecto a otros países de América latina y el Caribe fue clara: en 1953 uno solo de estos países tenía una mortalidad infantil menor: Uruguay. El año 2003 nos superaban siete, entre ellos algunos que, de manera que puede resultar insoportable para el racismo argentino, tienen población parcial o dominantemente negra: Cuba, Barbados, Trinidad y Tobago.

En estos días está comenzando una nueva etapa política para Argentina, y la gimnasia desestabilizadora que comenzó a operar con el conflicto con “el campo” en el futuro se desplazará a otras áreas. Ante esta situación, recordemos que la oferta a la población de una salud gratuita a la que se puede acceder de manera fácil –sin esperas prolongadísimas, sin tener que dormir en el hospital para ser atendido el día siguiente, sin postergar meses una operación o un estudio que puede ser de vida o muerte– es una de las más fundamentales prioridades de cualquier gobierno, pero que además una salud de este tipo otorga legitimidad política al gobierno que pudo implantarla. Cuando Chávez tomó la fundamental decisión política de dar salud de este tipo a Venezuela tuvo que pedir la ayuda de Cuba en el área de recursos humanos, ya que Venezuela no podía proveerlos. Argentina tiene, afortunadamente, una plétora de éstos o puede capacitarlos en plazos breves, para que se conviertan en funcionarios del Estado, con contratos en blanco, derecho no negociable. Así tendrán empleo seguro, que defenderán si descubren que la desestabilización que amenaza a su gobierno puede poner a su trabajo en riesgo; que podrán agremiarse y que, keynesianamente, puedan activar la economía, en la cual gastarán sus salarios.
Aunque no puede criticarse el anuncio presidencial, dada la escasez de detalles, hay que notar que en construir hospitales y centros de salud se tarda años, que hasta entonces no hay necesariamente mejorías en la salud de la población, y que los hospitales, estos templos mediáticos, que lucen tan bien en las inauguraciones ante la televisión, pueden ser cascarones vacíos si carecen de un plantel de trabajadores. Habría sido mejor decir además que, a breve plazo, el Estado nacional se compromete a financiar puestos de trabajo adicionales en el sistema de hospitales y centros de salud que ya existen en provincias y municipios, reduciendo así las siniestras listas y los siniestros plazos de espera que sufre hoy nuestra población cuando quiere tratar su salud. Recordemos que la espectacular mejoría en la salud colectiva de Cuba empezó antes de la construcción de edificios, y que en Venezuela los médicos comunitarios empezaron a trabajar en casas de familia, mientras se construían los centros. En este sentido, Argentina está hoy mucho mejor dotada que Cuba o Venezuela en momentos similares. ¿De dónde puede salir el dinero para esta propuesta adicional? Fácil. Gracias a la timba financiera mundial que está especulando con el “commodity” soja y haciendo subir su precio rápidamente, de las retenciones móviles al agro.

* Médico sanitarista, miembro del consejo académico de la Cátedra libre de Salud y Derechos Humanos (UBA).
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¿Podría estar George Soros detrás de los piquetes del "campo"?

Al menos como elemento de análisis a considerar, dejo ésta pequeña noticia aparecida en un sitio de internet francés

Texto aparecido en : Solidarité et Progrès


Breves: Londres tenta un golpe contra la Presidenta argentina

24 de junio de 2008 - 17:47 24 junio de 2008 (Nueva Solidaridad)

Las medidas anunciadas por la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner para defender el interés general de los argentinos pusieron en marcha la alarma en Wall Street y en la City de Londres.

La decisión tomada en marzo pasado de aumentar la tasa a la exportación para la soja y las semillas de girasol, en particular, sufre un ataque nutrido.
Intereses financieros internacionales, de común acuerdo con sus aliados en el país, encontraron un pretexto para lanzar un movimiento popular "bidón"(Vacio de contenido) para intentar hacer caer el gobierno. ¿Adivine quién participa en este esfuerzo? ¡ Jorge Soros!

Por intermedio de su sociedad Adecoagro, Soros controla uno de los tres principales " pools de semillas " en Argentina, son fondos de inversiones especulativas que tuvieron ganancias maravillosas con la soja.
Este cultivo se extendió tanto estos últimos años que representa el 54 % de toda la producción agrícola argentina.

A título indicativo, la inversión en la soja aporta un provecho neto de unos 2,15 dólares para cada dólar invertido. El maíz, en cambio, rinde aproximadamente 0,45 dólares por cada dólar de inversión.

Los " pools especulativos " buscan inversionistas extranjeros a cambio de una parte de los beneficios, y ofrecen precios interesantes por los terrenos, las máquinas agrícolas y otros servicios. Según las estadísticas oficiales, estos pools concentran más del 80 % de la producción total de soja.

Entre tanto, los pequeños campesinos han sido expulsados de sus tierras.
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23.6.08

Lo que hay y lo peor (Por José Pablo Feinmann)




No hay debate de ideas. Lo que se expone sirve para propulsar intereses, ocultándolos. Cuando uno cree que va a encontrar ideas se topa con textos de relevante pobreza. Son tiempos devaluados. En ese aspecto. En otros, son tiempos de furiosa beligerancia. Pocas veces –salvo en jornadas inminentes a golpes de Estado–, el periodismo jugó un papel tan importante, tan brutal, tan parcial como en estos momentos. Todo el periodismo –no sé cuál será la excepción, seguramente este diario, al que todos agreden como oficialista o directamente servil: vivimos en la época de los agravios, no de las ideas– apunta sus dardos contra el Gobierno. El nivel de ideas, de conceptos, de análisis es tan pobre, que no hay con quien polemizar. Si uno, hoy, dice: “Las retenciones al agro, por medio de un Gobierno con tenues tendencias a intervenir en la economía, son importantes para una paulatina redistribución de la riqueza, aun cuando, como todos sabemos, ese Gobierno no quiere ir más allá de un proyecto democrático, capitalista, con toques de distribucionismo, de un keynesianismo que lo acerca, aunque levemente, al Estado de Bienestar del primer peronismo, el que se explayó, sobre todo, entre 1946-1952”, uno pasa un lunes tranquilo, el teléfono suena poco, no lo agreden en las radios, ningún medio de lumpen-periodismo le discute algo. Primera causa: porque no entendieron casi nada. Segunda causa: si entendieron algo, temen discutir en esos términos. Si uno, en cambio, dice: “El llamado ‘campo’ es proto-golpista”, lo llaman de todos lados, o no lo llaman y lo agreden, lo insultan, a los diez minutos de “proto-golpismo” se pasó directamente a “golpismo” y ahí están todos opinando, lengüeteando palabras a diestra y siniestra, todos grandes profesores, grandes opinólogos, grandes, en fin, formadores de opinión. Que eso, es cierto, es en lo que se han convertido. Convencen a “la gente” de cualquier cosa. Todos enemigos de un Gobierno que, en el mayor error que cometió, en un error acaso suicida, les regaló los medios. Ese error puede ser grave –no sólo para este Gobierno– sino para la democracia de este país. Porque lo que a través de ellos se explicita es el racismo, el odio de clases, el odio a la negrada, el odio a los inmigrantes, un machismo repugnante que late en todos los agravios a la Presidenta (que se formulan, ante todo, agraviando su condición de mujer, de aquí que se le diga “neurótica”, “histérica” o “que habla con un tonito que no se aguanta”), el apoyo a todos los que se enfrentan a un Gobierno elegido democráticamente y cuya legalidad, aun en medio de sus feroces ataques, debieran aclarar que respetan. Imposible: es hablar en el desierto. Se trata de una cruzada sin retorno.

No tengo espacio aquí para entrar en la cuestión populismo-mercado (que es la antinomia que hoy realmente está en juego), porque el tema es para ser desarrollado extensamente. Hoy, en este diario, si alguien quiere leerlo, ese tema está: en el suplemento que publico domingo tras domingo, hoy, sus dos primeros parágrafos abordan esta cuestión. El primero lleva por título: Pasado y presente de la batalla entre el intervencionismo estatal y el libre mercado. El segundo: La palabra clave de la distribución del ingreso: “retención”. Mi contratapa, hoy, es ésa. No es casual. Le estoy dedicando un amplio espacio al golpe de 1955 porque, en él, todo está prefigurado. También lo que pasa hoy. En el plano económico, el golpe de 1955 vino para destruir el intervencionismo estatal peronista (expresado, sobre todo, por el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, IAPI) e implantar la economía de la libertad absoluta del mercado respaldada por el apoyo financiero externo, ya que es, en ese momento, cuando nuestro país ingresa al Fondo Monetario Internacional.

Ante la pasmosa pobreza conceptual recibí con alegría una nota de Eduardo Grüner, publicada en este diario. Admiro a Grüner y he leído con pasión sus libros. Es profesor de Teoría Política y de Sociología del Arte en la Universidad de Buenos Aires. La gente conoce más a Chiche Gelblung que a él, desde luego. Pero así es “la gente”.

Grüner señala que las medidas tomadas “por uno de los sectores más concentrados de la clase dominante argentina” son “sobredimensionadas, extorsivas, objetivamente reaccionarias, y actuadas en muchos casos con un discurso y una ideología proto-golpista, clasista y aun racista”. Totalmente de acuerdo. El sector de la clase dominante o, si usted prefiere, de la clase dirigente o, para ahondar más la cuestión, del “establishment”, de eso que es, realmente, el Poder y no el Gobierno (con lo cual les señalamos a ciertos progres, que creen estar luchando contra el Poder desde la “libertad de prensa”, que no lo están haciendo, ya que el Gobierno, lejos, muy lejos, está de ser el Poder sino que sólo es el Gobierno), que está enfrentando al Gobierno que preside Cristina F. es el sector agrario, encabezado por la Sociedad Rural y utilizando como tropa a los llamados “pequeños productores” que, al haberse encolumnado con los poderosos, revelan que son pequeños muy a su pesar y que no lucharán contra los grandes sino que buscan ser como ellos. Ninguno de los “pequeños” habría engrosado la manifestación de los “grandes”, ni siquiera un almacenero, si quisiera en verdad ser diferente de los “dueños de la tierra”, pero no. Quieren dejar de ser peones de los grandes y pasar a ser patrones de sus peones propios. Actúan como clase media que son. La clase media teme “bajar” y ser clase baja, negrada, clase obrera o excluida social, quiere trepar y ser clase alta. La “unidad” del 2001 fue una ilusión hiper-momentánea. “Piquetes, cacerolas, la lucha es una sola.” No, la lucha no es una sola. La clase media juega a favor del establishment porque ésa es su meta en la vida: trepar en la escala social. La unidad con los piquetes del 2001 fue una medida coyuntural de supervivencia. Ahora está donde quiere estar: caceroleando para los dueños de la tierra, para la Sociedad Rural, dándole cuerpo a la protesta, espesor, ruido y cierta masividad. (A propósito: olvidarse de la “cacerola”. La “cacerola” nació como instrumento de las señoras bien de Chile para derrocar al comunista Allende y traer al democrático Pinochet. Nunca me gustó la cacerola aquí, en el país. Siempre me olió a conchetaje chileno. A septiembre de 1973. Al preludio de la masacre chilena, que fue el preludio de la nuestra.)

Grüner, creo, se equivoca cuando escribe: “En fin, no estamos –hay que ser claros– ante una batalla entre dos ‘modelos de país’; el modelo del Gobierno no es sustancialmente distinto al de la Sociedad Rural”. ¿No? ¿Y todo este desmadre, entonces, por qué? Grüner dice que el proyecto del Gobierno y el de la Sociedad Rural son sustancialmente no-distintos porque los dos son capitalistas. Califica al Gobierno de “reformista-burgués”. ¿Y qué podría ser? ¿Lo que dice algún jovencito del PO, que acaba de leer el Manifiesto Comunista? ¿Debería ser revolucionario socialista? Hoy, un gobierno reformista burgués es mucho más de lo que la Sociedad Rural, todo el establishment y los Estados Unidos están dispuestos a aceptar en América latina. Al reformismo burgués le dicen populismo y, para ellos, es la peste. Grüner (que está a infinita distancia intelectual de cualquier jovencito que asoma al mundo de la politología) lo sabe y se rectifica a sí mismo. Lo que aquí se juega es un choque entre “lo que hay” y “algo mucho peor”. Entre un gobierno populista, con tendencias a la distribución del ingreso y al intervencionismo de Estado, y la más rancia, la más poderosa, la más represiva derecha de América latina. Es cierto que “a lo que hay” hay que pedirle que sea más. Pero no ahora. Ahora “lo que hay” es, para la derecha, intolerable. Y busca desestabilizarlo, cuanto menos. De aquí que, Eduardo, porque es mi amigo, es mi compadre aunque tengamos diferencias, que son menores ante los monstruos que nos amenazan, aclara que no está a favor del Gobierno sino en contra “de intentonas que a esta altura ya nadie puede dudar (...) que son ‘desestabilizadoras’, ‘golpistas’, ‘reaccionarias’”. Y aclara que no debemos equivocarnos “sobre dónde está el peligro mayor”. Inútil, Eduardo, que insistas tanto en decir que no estás “a favor” del Gobierno. Sólo con lo que dijiste la ralea comunicacional y la derecha te tildarán de “cristinista”, “kirchnerista” y, lo siento, “peronista”. Son así.
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Derecha a la cacerola (Por Eduardo Aliverti)

Cuando las cacerolas del lunes pasado se remitían a algunas esquinas porteñas y puntos de ciudades del interior, pero sin extensión al conurbano bonaerense ni a las barriadas populares, quedó fotografiado en buena medida el paisaje social que acompaña al conflicto entre el Gobierno y el movimiento campestre.

Eso no significa, ni mucho menos, que en los sectores bajos de la sociedad haya conformismo absoluto con el rumbo gubernamental. Pero sí que, por fuera de las consecuencias inflacionarias que la gauchocracia motorizó con sus cortes de ruta y su reticencia a despachar mercadería, el choque no alcanza a prender en el zócalo de la pirámide social. Dato considerable, porque una cosa es que la clase media sea quien fije el humor colectivo que los grandes medios estimulan o reproducen. Y otra muy distinta es que sin el concurso de las franjas populares pueda consolidarse un clima de desestabilización. Esos conglomerados son, por ahora, espectadores. Y la propia clase media está dividida, en partes presumiblemente similares, entre las porciones más acomodadas, de antiperonismo rabioso, y aquellas que -también sin perjuicio de su malestar con varias de las políticas y modos oficialistas- presentan un respaldo crítico o pasivo hacia el Gobierno (influido, tal vez con prioridad, por lo espantoso de lo que se le junta enfrente). El panorama se completa con la ausencia de liderazgo político, entre otras causas porque la Presidenta no logra esquivar los resplandores de la actividad de su marido. No se trata del cuestionamiento a que haya un comando bifronte, porque siempre estuvo claro que los Kirchner son una sociedad matrimonial para el ejercicio del poder. Se trata de que, en lugar de esa obviedad, la imagen consiste en que es él quien timonea y decide; y quien sigue conduciendo a un gobierno de escasísimas figuras, que se encierra en sí mismo y que no es capaz de abrir juego más allá de algunos aliados de aparato. Como la oposición no existe, funciona hacia dentro del propio peronismo por aquello de que los vacíos no se llevan bien con la política. Y de allí las reacciones enojosas de algunos gobernadores y dirigentes del partido, y aledaños radicales, tironeados entre la fidelidad identitaria y la situación en las provincias.

Tras la conferencia de prensa del ex presidente y el acto con Cristina, más la resolución de dar trámite parlamentario a las retenciones, se creyó que esas diferencias quedaban licuadas y que habían conseguido alinear a la tropa. Pero resulta incierto. Para temprano es tarde y el Gobierno, a la primera dificultad seria que encuentra en cinco años, paga las consecuencias de ese carácter con rasgos autistas. Es por allí donde pudo colarse un conjunto de chacareros desaforados que tomó de rehén a todo el país, en ocultado nombre de los intereses exportadores oligopólicos. Y entró en escena ese nuevo sujeto social que conforman las clases medias de renta agraria, en las ciudades y pueblos de la pampa húmeda, producto de la sojización. Era difícil, desde ya, prever la magnitud de lo que ocurriría. No sería una crítica honesta pretender que las autoridades hubieran contado con una bola de cristal capaz de prever que la Federación Agraria trabajaría, codo a codo, con los símbolos de la no tan vieja oligarquía. No era fácil medir la influencia que ejerce entre ese grupo de los campestres el Partido Comunista Revolucionario: “los chinos”, como son conocidos por sus inclinaciones maoístas que eternizan la consideración del campesinado como sujeto revolucionario clave (y que en 1976 caracterizaron como “prosoviético” el golpe de Estado), están mucho más de lo que parece tras el “cuanto peor, mejor” que ha sacado de quicio a productores agrícolas y rentistas. Algo más fácil de calcular, en cambio, podía ser la manera en que algunos sectores medios de las grandes urbes –donde de hecho el kirchnerismo perdió las elecciones- se sumarían a la cruzada de la República Sojera; por lo menos, en términos del pésimo humor que despiertan algunas barrabasadas gubernamentales, como la obscena manipulación de los índices inflacionarios, o el lanzamiento al ruedo de personajes compatibles con la idea de “fuerzas de choque” paraoficiales.

Metida la pata de haber procedido con desdén en el aumento de las retenciones, el Gobierno continuó ejercitando una torpeza comunicacional asombrosa hasta que, hacia la mitad o última parte de lo que va del conflicto, descubrió que las proporciones del adversario podían permitirle una más que interesante construcción de topetazo dialéctico: tenemos contradicciones, pero si no se resuelven hacia dentro del oficialismo, o con una masa de apoyo crítico, hay el riesgo de quedar desplazados por lo peor de la derecha. Lo cual no deja de ser cierto porque, en efecto, circundando a los productores agrícolas y rentistas varios se aglutinó lo más granado de los sectores reaccionarios. Cómplices del genocidio procesista; medios de comunicación nutridos por la inversión publicitaria de las compañías de agronegocios; sectas de izquierda tan extraviadas como siempre y un grueso social pronto para no elevar la vista más allá de sus conflictos cotidianos, propios de las grandes urbes. Más una oposición con algunos referentes que, en realidad, lo son antes del malestar que de la construcción política. En semejante escenario no es de extrañar que Elisa Carrió compare a Néstor Kirchner con Adolfo Hitler, y que los medios hablen de “represión” por haberle dejado la panza al aire a Alfredo De Angeli. O de “explosión social”, como se escuchó decir en la televisión, la noche del lunes pasado, cuando las cámaras registraban el tronar de las cacerolas en Callao y Santa Fe, y Cabildo y Juramento.

La sentencia borgeana de que los peronistas no son ni buenos ni malos, sino incorregibles, se presta por estos días a renovadas menciones debido a que todo el folklore de las tradiciones justicialistas salió a la cancha. El pragmatismo, la picaresca, el extremizar las tensiones, las frases altisonantes, el relato de los grandes enfrentamientos que hacen falta. Un populismo único en el mundo, que puede girar a la derecha y a la izquierda con idéntica naturalidad. Y cuando lo hace en esta última dirección, como en el tímido caso de los Kirchner, lo que se le planta delante es enormemente más peligroso. Como lo señaló José Pablo Feinmann, en su contratapa de Página/12 hace algunas semanas: lo que hay, o lo peor.

Eso es lo que hoy está en danza en Argentina, al margen de que haya sido disparado por punto más o punto menos de los derechos extraordinarios de exportación que se le cobran al “campo”. Un gobierno con muchas cosas de derecha y que con cierta audacia podría conceptuarse como conservador de centro-izquierda, contra la misma derecha de siempre más el aporte de los nuevos actores sojeros del interior. En la coyuntura es probable que venza el Gobierno. A mediano plazo, en esta sociedad histérica, nadie lo sabe.

MARCA DE RADIO, sábado 21 de junio de 2008.
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21.6.08

Retenciones al Campo y a la Soja: Guía Práctica Para Entender el "Por Qué" y el "Para Qué" ("Supongamos": Cuentito)

SUPONETE

Un día como hoy pero de 1980, suponéte que yo heredé una fábrica de consoladores. Durante 20 años la pude mantener de pedo. Hacía consoladores para la Argentina porque mis costos eran muy altos y mi fábrica no era competitiva para exportarlos. Los consoladores taiwaneses y los de India eran mucho más baratos. En fin, suponéte que mi problema era que por cada peso que yo ponía, mi fabrica podía producir solamente 5 ctvs. más. Esto en las mejores épocas. En otras, suponéte que directamente perdía plata. Ahora, los taiwaneses, por cada peso invertido ganaban 40 ctvs., con lo cual, ellos podían bajar el precio de venta de sus consoladores para competir con los míos y es así que ellos vendían más consoladores que yo.

Para fines de los ´90 mi fábrica estaba fundida y yo debía mucha plata al banco.

Ahora, suponéte que un día el gobierno decide devaluar la moneda. En el gobierno piensan que si se devalúa la moneda se favorece a la producción porque se achican los costos nacionales en relación al precio internacional. A mí me re conviene porque puedo empezar a ganar más plata por cada peso invertido y así puedo competir con los consoladores taiwaneses. Para devaluar la moneda la sociedad entera tiene que pagar el costo: luego de una devaluación los sueldos de toda la gente valen menos que antes, aunque en números sea lo mismo, pueden comprar muchas menos cosas. Igualmente la sociedad decide hacer ese esfuerzo porque sirve para reactivar la producción y generar trabajo para todos.

El gobierno, en su decisión de favorecer a la producción, refinancia mi deuda con el banco, me da una tasa de interés muy barata y yo puedo quedarme con mi fábrica. Además, para mantener el precio de la moneda devaluada sale a comprar dólares todo el tiempo, miles de millones de dólares para que los consoladores argentinos sean competitivos. Encima, como yo para hacer consoladores necesito goma y la goma es un derivado del petróleo y como el petróleo tiene precio internacional y está en dólares y cada vez más caro, el gobierno me rebaja el costo de la goma, subsidiándola. Tanto la plata para pagar mi deuda con el banco, como la plata para mantener alto el dólar, como la plata para financiarme la goma, sale de las arcas nacionales, del Estado. Es así que, entonces, todos los argentinos ayudan a pagar mis deudas y a financiar los costos de mi producción.

En fin, ahora yo tengo mi fábrica con una rentabilidad bárbara de 35 por ciento por cada peso que invierto. Encima, se reactivaron todas las fábricas del país, creció el trabajo y los salarios. Ya van 5 años seguidos en que la situación mejora cada día. Mi actividad está tan subvencionada que prácticamente no tengo riesgo empresario, es decir, tengo que hacer fuerza para que me vaya mal.

¿Y entonces qué pasa? Pasa que de golpe en China hay una revolución sexual. Todas las chinas se revelan, se cansan de que los chinitos no se pongan las pilas en la catrera y salen como locas a comprar consoladores de goma. Miles de millones de chinas -desesperadas- haciendo cola para comprar artefactos que satisfagan sus necesidades. En China, el gobierno declara la Emergencia Sexual y saca una Ley de Seguridad Consolante: abre las fronteras, sin impuestos, para todos los consoladores del mundo que quieran entrar en la China. El precio internacional de los consoladores se dispara, un consolador sale dos, tres, hasta cuatro veces lo que salía antes.

A mí me viene al pelo. Suponéte que, de pronto y por una cuestión ajena, por cada peso invertido puedo sacar hasta dos pesos con treinta centavos, ¡una rentabilidad del 130 por ciento! De golpe, hacer consoladores no sólo es una actividad que me permite vivir bien, ahora me permite hacerme millonario. Y eso que sigo siendo un 'pequeño productor de consoladores', que no es lo mismo que 'productor de pequeños consoladores'. Así y todo estoy ganando, suponéte, 40.000 pesos por mes. Chocho.

¿Pero qué pasa? Como hacer consoladores es tan rentable, muchos de los que hacen fideos, remeras, lapiceras, latas de comida, remedios o galletitas se vuelcan masivamente a la industria del consolador porque todos quieren hacer mucha plata, obviamente. Como consecuencia, en Argentina pasan tres cosas:

1.
Todos los consoladores se venden al exterior, dejando a los consumidores de consoladores argentinos sin el producto o al mismo precio que se paga afuera (carísimo). Como nuestros sueldos están devaluados y están devaluados para que se puedan fabricar un montón de cosas, esta consecuencia es absolutamente injusta ya que hacemos el sacrificio para que se puedan fabricar consoladores pero nos quedamos sin la capacidad adquisitiva para poder comprarlos.

2.
Como consecuencia de que muchas fábricas se cambian al rubro de los consoladores de goma, se dejan de fabricar muchas cosas y al haber menos cantidad de esas cosas, aumentan de precio, con lo cual nuestros sueldos pierden poder adquisitivo con respecto a todos los productos.

3.
Además, como es tan rentable hacer consoladores, mi fábrica aumenta de precio. Antes valía 100.000 pesos, ahora vale 500.000 pesos. Entonces yo ahora ya ni siquiera trabajo. Directamente me conviene alquilar mi fábrica a otro que la trabaje mientras yo me rasco el higo todo el día. Vienen fondos de inversión, "pooles" de "sientra" y empiezan a alquilar fábricas en todo el país y las dedican a la producción de consoladores.

El gobierno, entonces, tiene que hacer algo. Porque la gente lo votó por haber reactivado la economía pero siempre y cuando los sueldos alcancen para vivir, lo cual es lógico. La gente aceptó pagar el costo de la deuda de los sectores productivos, pero a cambio de poder trabajar y comer, como mínimo y, por ahí, en el mejor de los casos, progresar.

Y lo que hace el gobierno es ponerme retenciones móviles a la exportación de consoladores, con lo cual, ahora mi rentabilidad vuelve a ser del 30 por ciento. Cuando aumenta mucho el precio del consolador, aumentan las retenciones; cuando baja el precio del consolador, baja la retención. Yo siempre gano lo mismo, o sea, mucho: 30 por ciento anual, que es seis veces más que lo que gana una fábrica de consoladores en cualquier lugar del mundo.

Suponéte que, entonces, yo soy un tipo muy irracional y egoísta. Suponéte que además no tengo memoria, no me acuerdo de lo mal que me iba antes y me olvido, además, de los esfuerzos que hizo toda la sociedad para que a mí me vaya bien. De golpe me junto con todos los productores de consoladores y me pongo a armar un gran quilombo. Corto las rutas y no permito el paso de ningún otro producto. Genero desabastecimiento, suben los precios, la gente pierde aún más poder adquisitivo, etc.

Para justificarme, me dedico junto a mis compañeros fabricantes de consoladores a diseñar un discurso que me exculpe de mis acciones antipopulares y desestabilizadoras: 'Consoladores = Patria', 'Paja o Muerte', 'Todos somos Consoladores', 'No al Aborto, Sí al Consolador', 'Con los Consoladores estábamos mejor', 'K tirame la goma'.

La oposición y los medios me apoyan, aunque lo hagan solamente porque están en contra del gobierno y se aprovechan de la situación. Suponéte que a mí no me importa y me aprovecho también de ese apoyo.

El gobierno no me reprime, es sumamente racional al respecto del manejo del conflicto, entonces yo me aprovecho de esa situación y radicalizo mi protesta. Los medios y la clase alta, que siempre habían condenado los cortes y el uso de la fuerza en la protesta, ahora lo apoyan, con lo cual todo me sale redondo.

Hasta acá la historia es igual a la del campo. Pero suponéte que en vez de pasar lo mismo que pasa con el campo, en el conflicto de los consoladores pase otra cosa. Suponéte que de golpe, el gobierno dice: 'Bueno, tenés razón. Te voy a sacar las retenciones móviles.' Yo me pongo re contento, hago un acto en Rosario y salto de alegría por haber ganado la batalla junto a todos mis amigos de la Sociedad Consoladora Argentina, el Pro y la Carrió que apoya cuanto consolador se le cruza. Gané la batalla.

Al otro día, el gobierno dice: 'Te saqué las retenciones, pero también se las saqué al petróleo y además dejé de comprar dólares para mantener el tipo de cambio y, además, ¿sabés qué?, voy a dejar de financiarte tus deudas con el banco y voy a liberar las paritarias para que los trabajadores exijan los sueldos que quieran y voy a dejar de hacer rutas para transportar consoladores y voy a mandar esa guita para hacer hoteles de alojamiento populares y además voy a lanzar un montón de medidas para fiscalizar a la producción de consoladores porque ese sector es el que más evade impuestos en nuestro país.'

Entonces, aumenta la goma en dólares. Y el costo del trabajo aumenta a valores europeos. Y encima tengo más presión fiscal y se me va un 33 por ciento de la ganancia que antes no pagaba porque me hacia el "dolobu". Para colmo, se revalúa la moneda porque ya el gobierno no sale a comprar dólares, con lo cual la diferencia que hacía antes en el mercado internacional se achica. Ahora no tengo retenciones y, aunque sigo ganando plata, gano inclusive menos que cuando tenía retenciones.

Un día se acaba la fiesta sexual en China. Las minitas vuelven todas al lecho masculino porque los chinitos se pusieron a estudiar tantra como locos y ahora pueden mantener una erección durante 48 horas seguidas. El sexo adquiere la calidad de 'Actividad Protegida por la República Popular China'. Por efecto de la transnacionalización de la cultura oriental, se abren escuelas de tantra en todo el mundo. Los consoladores pasan de moda. El pene, viejo y peludo nomás, vuelve a ser el mejor amigo entre las chinitas de todo el mundo. Los hombres readquieren su seguridad, pues se habían visto reemplazados por simples pedazos de goma. Al haber volcado sus esfuerzos en hacer la vida de sus compañeras más placenteras, abandonando el egoísmo sexual que los caracterizaba, la humanidad entera se encamina hacia una época más feliz.

Suponéte que en Argentina ahora nos tapan los consoladores. No nos sirven para nada. Encima perdimos la capacidad de producir cualquier otra cosa. No nos tecnificamos, no nos modernizamos, no diversificamos nuestra producción, en fin, se nos pasó el tren.

Ahora mi actividad no tiene ni renta extraordinaria ni el apoyo del estado. Suponéte que tengo miles de cajas llenas de penes de goma y que me los tengo que meter en el culo.

Suponéte.

(Me lo mandó mi hermano. Desconozco el autor, pero me hubiera encantado poder escribirlo yo...)
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19.6.08

Ricardo Buryaile (C.R.A.): "si el Congreso de la Nación ratifica las retenciones, debería ser disuelto".

El vicepresidente 2º de Confederaciones Rurales Argentinas, Ricardo Buryaile, ayer dijo que "si el Congreso de la Nación ratifica las retenciones, debería ser disuelto".
Después, según tengo entendido, salió a pedir disculpas por haber dicho lo que dijo.
Demasiado tarde. Lo dicho, dicho está. Evidentemente se dio cuenta de que no era correcto decir semejante burrada, pero el que le hubiera salido así, tan espontáneamente, sin dudas que refleja su real pensamiento.
Recuerdo haber escuchado que esto se decía ante la posible llegada de cada dictadura militar, o cuando se enseñoreó sobre el país y sus instituciones la negra sombra del neoliberalismo encabezado por la dupla Menem - Cavallo, que no lo eliminaron pero sí lo anularon por completo.
Ahora los ruralistas y sus aliados se llenan la boca de los valores democráticos y constitucionalistas para oponerse al proyecto que envió el Gobierno al Congreso, pero hay rastros a lo largo de toda la historia nacional de que no siempre les interesó ninguno de los dos valores antes mencionados. Este "lapsus" del dirigente de CRA lo confirma.
No niego que lo que hizo el Gobierno fue más una jugada política que un deseo sincero de dar más "institucionalidad" al país y que, en todo caso, deberían haberlo hecho desde un comienzo para evitar todo éste tipo de problemas que hace más de 100 días aquejan a toda la ciudadanía. Todo hubiera sido mucho más sencillo ya que hoy muchos diputados y senadores oficialistas se ven en problemas para decidir si apoyan a su gobierno y a su partido o ceden a las presiones de los ruralistas de sus distritos. Esto hace que hoy no sea tan seguro que el Gobierno pueda hacer valer su mayoría en ambas cámaras para aprobar automáticamente su proyecto de ley. Seguramente lo podría haber conseguido sin mayores problemas si lo hacía pasar por el Congreso en lugar de dictar un decreto.

Mientras tanto la población se divide entre una y otra posición. Es posible que muy pocos entiendan realmente el fondo de la cuestión. Por lo que puede escucharse habitualmente valen más las formas que el fondo. Se juzga más si Cristina es autoritaria, si grita o si es demasiado "coqueta" que el fondo de la cuestión.
Reitero que creo que el Gobierno tiene fallas y cometió muchos errores en este tema especialmente, pero considero que las retenciones es un mecanismo justo y válido para que el Estado cuente con fondos para destinarlos a los sectores más necesitados de la sociedad. Claro, después está en todos nosotros el controlar y exigir que se usen de manera correcta.
Por supuesto que el Gobierno no debería quedarse solamente en el tema del campo. Hay otros sectores que deben contribuir y que nunca lo hicieron o lo hicieron en forma casi simbólica, evadiendo el grueso de sus obligaciones o contando con "beneficios" otorgados por gobiernos corruptos y no corregido por el actual.
La Renta Financiera es uno de los puntos que deberían ocupar gran parte de la atención del Gobierno y sin embargo todo indica que no tienen la menor intención de tocar. De esto trataré de decir algo mañana.

Y como ya nos tienen habituados, mientras Ricardo Buryaile se despachó con su soberbia y arrogancia conservadora, toda la gauchocracia sigue teniéndonos de rehenes de sus arbitrariedades.


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18.6.08

Cacerolazos: La instigación de los cobardes anónimos

"Esperemos a que termine el discurso de Cristina y después salgamos con las cacerolas".
Este es el texto que circuló vía mensajes de texto por los celulares ayer, 17 de junio antes de que Cristina Kirchner hablara en Cadena Nacional y en el que anunció, entre otras cosas, el envío al Congreso de la Nación de un proyecto de ley para tratar el tema de las retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias.
Debora Pérez Volpi, la periodista de Radio Mitre, comentaba esta tarde que una vecina le mostró un mensaje que había llegado a su teléfono celular en forma anónima y sin siquiera dejar ver su número de teléfono. Es el que transcribí al comienzo.
No sólo es cuestionable que se envíen éste tipo de cadenas de mensajes o e-mails de manera anónima, sino que lo que comunicaba impunemente era que no importaba lo que la presidenta dijera (bueno o malo), que fuera lo que fuere había que salir a manifestarse en contra.
Afortunadamente, nadie respondió a semejante estupidez... o hijoputez, como se lo quiera interpretar.
Como ya se sabe, el cacerolazo (que admito que fue bastante importante en cantidad de gente y que no juzgaré ahora si fueron justificados o no) no fue espontáneo para nada, como insistentemente se nos decía por la televisión. Fue organizado con éste mismo sistema de mensajes de texto y de e-mails anónimos y masivos.
Me encantaría ver que cualquier ciudadano que tenga algo que decir en favor o en contra de alguien, lo haga dando la cara. De frente, asumiendo las consecuencias a favor o en contra de su actitud.
Que no se amparen en las sombras. Es ser muy miserable y cobarde.


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16.6.08

Vidente aseguró que los planetas se alineraron "pa'llá", de culo a Cristina K (¿o el padrino Eduardo en acción?)

Acabo de escuchar sólo una frase de unas declaraciones del tristemente célebre Luis D'Elía donde repite que lo que se está intentando es un golpe Cívico-Económico (o algo así) y que el que encabeza dicho intento es el ex presidente Eduardo Duhalde.
Digo lo de impresentable por el concepto global que tengo de él, pero en éste caso coincido con D'Elía.

Desde hace unos días, cuando empecé a pensar que todo esto es realmente un intento de desestabilización del Gobierno, enseguida me vino a la mente el nombre de Duhalde. Es que él ya tendría (según muchas versiones y sospechas firmes, ya que no hay por ahora pruebas contundentes) experiencia en éstas lides. Podría haber estado detrás de la movida que dejó a medio camino el gobierno de Alfonsín después de una seguidilla de saqueos a supermercados. La misma técnica que se utilizó para voltear a De la Rúa (aunque seguramente, De la Rúa bien podría voltearse solito, sin ayuda de nadie)
Es conocido que Duhalde fue quien propuso a Kirchner para oponerse a Menem en las elecciones del 2003, y que después Kirchner lo hizo a un lado para cortarse sólo... cosa que el bueno de Duhalde no perdonó ni perdona. Con esa calma con que suele hablar (y que recuerda la actitud de los capo mafia de las películas) se lo reprochó en varias oportunidades.
Por ahora es la explicación que más me convence. La que me parece más cercana a la realidad. De no ser así, todo lo que está pasando es algo totalmente absurdo, ilógico, irracional. O diría que, más bien, es perverso.

Y para terminar (y a riesgo de caer en la ridiculez o algo peor) quiero contar algo que pasó a fines del año pasado o prinicipios de éste 2008. Es algo que en principio puede parecer superficial, pero que en el contexto actual y sabiendo que las conspiraciones no se arman de un día para el otro, me parece que puede tener cierta posibilidad de ser creíble.
La cuestión es así: una tarde cualquiera escuchando la radio, apareció una mujer (ni siquiera recuerdo su nombre) que fue presentada por el locutor como una adivina (?), una de esas que dicen predecir el futuro.
Por supuesto, la escuché porque sí... sin darle ninguna importancia. Tanto es así que recién hoy, a medida que D'Elía decía lo que dijo, se me vino como un flash a la memoria. No recuerdo sus palabras exactas, pero anunció que la presidenta no iba a llegar a fin de año y daba una fecha aproximada: mitad de año.
¿Será que Júpiter y Marte se alinearon para revelarle esta visión?. ¿Que Venus y Júpiter se le pusieron de culo a Cristina? O tal vez esta señora vidente tuvo algún "datito" aportado por alguien que estaba trabajando terrenalmente para que todo esto pudiera ser realidad en la fecha indicada?
Tal vez sea casualidad ¿o sería un intento de "preparación subliminal" de la población más simple?... No lo sé, pero cada vez creo menos en las casualidades cuando de cuestiones políticas, económicas y de PODER (sobe todo de PODER) se trata.


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15.6.08

Argentina... "la patria sojera" (Hoy por hoy no me mueve el amor, sino el espanto)

Como si fuera un paciente que nunca hace lo que debe hacer para recuperarse debidamente de una enfermedad, Argentina vuelve a tener una recaída. Es que sus células están dañadas, enfermas, corrompidas. Es un extraño mal el que la aqueja. Tal vez podría hacerse una comparación con el cáncer, que produce tumores que van creciendo a medida que se alimentan de las células que tiene a su alrededor, hasta que llega a un punto en que por su voracidad incontrolada produce su propia muerte por inanición porque ya no tiene células a las que extraerles nada más. Ya sé que es una analogía muy repetida, algo gastada... pero creo que es la que mejor encaja.

Es casi un milagro que Argentina siga subsistiendo después de más de 400 años de saqueos constantes. Evidentemente es un país muy rico, pero todo tiene un límite, por supuesto. De seguir como vamos, ese límite estará más pronto que tarde delante de nuestras narices y veremos como no quedan más "células" de las que extraer nada que nos asegure la vida.

Tal vez suene esto muy dramático, pero es lo que estoy sintiendo hoy al ver la rapacidad de algunos sectores, la ceguera y estupidez del gobierno y la complicidad conciente o inconciente de sectores importantes de la sociedad en todo éste conflicto con "el campo", que de ser una cuestión meramente sectorial ya causa, causó y causará muy serios daños al resto de la sociedad y al país en su conjunto.

El título de éste comentario alude a la frase de Jorge L. Borges referida a no sé qué cuestión, pero que viene muy bien para describir lo que siento hoy y cual es mi posición respecto al Gobierno en todo ésta asunto con "el campo"... Al Gobierno, más que el amor, me une el espanto...

Me parece perfecto que se libre la lucha contra los factores de poder que tienen por costumbre maniatar a toda la sociedad para conseguir sus fines, para aumentar hasta el desquicio sus ganancias y su cuota de poder. Pienso que esto es causa suficiente como para ganarse a muy buena parte de la voluntad popular y para asegurarse un odio eterno de aquellos que eventualmente pudieran sentir que se les quiere recortar sus privilegios de clase o de posición económica y dominante. El problema es que el Gobierno se manejó desde un principio como si estuviera gobernando su provincia, como suelen hacer todos los que llegan a la presidencia desde su experiencia "caudillista" en sus respectivas provincias. Algo así como un "patroncito" o un "capanga". Además, el haber llegado a ser elegido con un bajísimo porcentaje de votos tras la huída de Carlos Menem para no pasar vergüenza en la segunda vuelta de las elecciones del 2003, hizo que el señor K buscara alianzas que le aseguraran la gobernabilidad. Ahí está la clave, quizás, de los problemas que enfrenta actualmente. En lugar de buscar el apoyo de los sectores más legítimos de la sociedad, los de base... los que estaban representados por dirigentes honestos y democráticos, prefirió aglutinar a la vieja y corrupta dirigencia peronista de sindicatos, intendentes, gobernadores y demás viejos conocidos y denunciados judicialmente dirigentes. Por ejemplo, prefirió tener como aliados a sindicalistas de la talla de Moyano, al que apoyó para que se erigiera en el mandamás de la desgastada pero poderosa C.G.T. y no en dirigentes sindicales más capaces y honestos como De Genaro de la C.T.A. (dicho sea de paso, aún no hay gobierno que la reconozca oficialmente a pesar de que, en el caso de los pingúinos K, se les había prometido que así sería). Por algo será. Evidentemente es mucho más fácil contar con la "simpatía" de dirigentes corruptos, fácilmente comprables. Como decía, también aglutinó a toda una masa de intendentes y gobernadores de muy dudosa o nula reputación provenientes del menemismo (y del delarruísmo y del duhaldismo y de... Aquellos "hombres corcho", que siempre salen a flote ante cualquier circunstancia y que siguen haciendo sus "negocitos" traicionando aquí y allá)

Hoy el Gobierno se lanzó a darle batalla a uno de los grupos más poderosos de la Argentina: la rancia estirpe del campo. El problema es que la base de sustentación en la que se apoya no es la mejor. No tiene un pueblo convencido y dispuesto, sino a toda esa dirigencia podrida desde sus mismas bases y que mantienen las mismas mañas de siempre, incluída su tradición "quasi" mafiosa (en muchos casos hasta se podría quitar el término "quasi")

Ya dije algunas cosas de lo que pienso del sector al que, casi como un título nobiliario, se denomina "el campo" (e insisto, dejo de lado a los pequños - ya no más a los medianos - productores.. aquellos que tienen campos de alrededor de 50 hectáreas). Ya se sabe que la mayoría de los dirigentes de ese sub-sector del campo que está representado por la Federación Agraria son dueños de campos que alquilan a terceros (es el caso de De Angeli y, creo que también, de Buzzi... sus máximos dirigentes). Esto significa que cuanto más rentabilidad consigan los que les alquilan los campos, más podrán cobrar de alquiler, ya que es a porcentaje de las ventas. Ese es el verdadero motor de los dirigentes de la Federación Agraria y no sus representados más pobres. El mismísimo diario La Nación, viejo aliado del "campo" dio datos de lo recaudado en el período enero-mayo de éste año (con retenciones incluídas) respecto al mismo período del año pasado: se exportó el 60 % más, con el consiguiente aumento de ganacias, claro. Entonces queda muy claro que acá no se discute si las retenciones se van a repartir en obras para los sectores más desprotegidos o si hacen que "el campo" quede sumido en la ruina. Se trata, simple y llanamente, de codicia, de cuotas de poder y de consolidar su posición dominante.
Lo que hoy estamos viendo es, ni más ni menos (y sin desdecirme de aquella afirmación que hice en algún momento de que el Gobierno tiene cierta cuota de paranoia), digo... lo que estamos viendo es un conato de sedición, o al menos se está transitando por la delgada línea que separa lo democrático de lo antidemocrático . Los gauchos piqueteros se plantan en las rutas y crean sus leyes y ordenazas. Dicen quién pasa y quién no pasa. Quién puede pasar para ir a atender una emergencia médica y quién no (ya murió una persona por los cortes y a una embarazada a punto de tener su hijo la hicieron esperar durante horas, lo que determinó que en lugar de tener un parto normal, hubiera que practicarle cesárea para salvar a la madre y al hijo). Se jactan de dejar desabastecido a todo el país cuando ellos lo decidan (recordemos las declaraciones de Buzzi tras los primeros días de bloqueo de rutas: "Probamos que podemos desabastecer el país")
Hay oposición dentro de la Federación Agraria, pero denuciaron que si se atreven a plantearlas son agredidos y/o amenazados. Hostigados, también, en sus domicilios con pedradas o insultos. Pero salvo dos casos que ya comenté (el del trabajador del turismo y el de los camiones de combustibles agredidos hace 2 o 3 días) la prensa no comenta nada de esto.

Anoche, el Jefe de Gabinete Alberto Fernández, expuso la posición del Gobierno y comunicó todo lo que se le había otorgado al "campo" durante todos estos 96 días de conflicto y luego hubo algunas preguntas de los periodistas. Me pareció una exposición clara, firme y necesaria. Un discurso que, a mi parecer, dejaba a los sectores "quasi" sediciosos sin los principales argumentos. Los ponía en evidencia y sí o sí los obligaría a negociar de una buena vez y por todas.
Sin embargo, unos minutos más tarde hubo un incidente frente a la quinta de Olivos donde se habían reunido los infaltables "caceroleros", ya cada vez más claramente identificados con ciertos sectores e intereses. Este incidente sí fue captado por las cámaras de la TV... tal vez porque sucedió en Buenos Aires... tal vez por otras razones no tan obvias (o sí...). Cuando toda esa gente comenzaba a silenciar sus cacerolas para irse, llegó un grupo de musculosos que comenzó a apartar violentamente a todos los que tenían delante. No sé si hubo alguna situación más grave, pero la agresión ya estaba consumada. Tampoco sé si fueron enviados por alguien del Gobierno o actuaron por orden de alguno de sus "aliados" políticos o, incluso, si fue una operación urdida por algún "servicio" para enrarecer más el ambiente. Lo cierto es que el buen efecto que podría haber tenido lo que el Jefe de Gabinete había dicho minutos antes, quedó borrado de un plumazo.
Pocos minutos más tarde, la "gauchocracia" volvía a llamar al paro (o mejor dicho... a los cortes de ruta, ya que en realidad y como muestran las cifras de exportación, nunca pararon realmente).

En el medio quedan centenares o miles de pequeños productores que nunca verán ninguna mejora a pesar de todo esto, porque los que conseguirán algún beneficio son los privilegiados de siempre... en el medio, también, quedan otros miles de pequeños productores de diferentes ramas (como los viñateros de Mendoza, por ejemplo) que no pueden vender lo poco que producen y con lo que apenas se mantienen durante todo el año. Quedarán millones y millones de litros de leche en las acequias y tamberos que no podrán recuperar lo perdido (como se ve, tampoco son demasiado solidarios con sus vecinos compañeros de actividades rurales) y quedaremos la gran mayoría del pueblo argentino con la boca abierta y los bolsillos flacos. Con el ánimo mermado porque otra vez nos manipulan y pisotean los mismos de siempre. También se verá frustrada la posibilidad de encarar cualquier lucha necesaria contra el resto de los factores de poder que se reparten la torta impúdicamente y hacen que todos los demás nos quedemos mirando "con la ñata contra el vidrio" (el sector financiero, las multinacionales, los grandes "capitanes" de la industria, la minería, etc...).

Hace varios años, Henry Kissinger entre otros, había advertido que en adelante ya no habría más golpes de Estado al estilo clásico de las dictaduras militares. No dijo que no habría más golpes de Estado, sino que serían de otro tipo. Tal vez pueda ser esto que vivimos hoy una de esas formas a las que aludía éste personaje siniestro.


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¿Qué arreglar? Por Eduardo Aliverti

Tomado de MARCA DE RADIO
Sábado 14 de junio de 2008.

Hay dos grandes maneras de mirar para delante, que es lo que todo el mundo exige en torno de este choque no insólito pero sí inédito que vive el país. Una es pensar que las cosas se van a arreglar, y la otra es que no. Las siguientes líneas tratarán de explicar que pueden ocurrir ambas cosas a la vez, si es que la mirada avanza más allá de lo estrictamente coyuntural y de la problemática del sector agrario en particular.

En términos de negociación, esta semana el Gobierno dio por terminado el núcleo del conflicto con el movimiento campestre. En realidad, lo que hizo fue formalizar aquello que todos sabían desde el comienzo porque, con seriedad, nadie podía suponer que el oficialismo se suicidaría políticamente aceptando las condiciones demandadas por los ruralistas. La formalidad consistió en que la Presidenta informó qué se hará con la plata excedente de las retenciones, tomando como base, en ligera síntesis, el piso que los gauchócratas querían bajar. A partir de ahí puede discutirse y cuestionarse todo lo que se quiera: que suena a tomadura de pelo haberse acordado recién ahora de notificar el destino del dinero; que la cifra en juego es una porción muy pequeña del presupuesto nacional y que no se requería de retenciones móviles para anunciar nuevos hospitales, viviendas y rutas; que no tiene respuesta oficial la pregunta de qué sucederá en caso de que baje la cotización internacional de cereales y oleaginosas, siendo que en esa hipótesis el dinero no estaría y entonces es el Gobierno quien quedará reconociendo que no hay decisión política firme de adjudicar fondos a la justicia social. Puede debatirse todo eso y bastante más, pero el punto concreto es que los anuncios dejan a las retenciones extraordinarias como hecho consumado e irreversible. Así movió el Gobierno y así es que los campestres tomaron nota oficial de que su exigencia de máxima, virtualmente exclusiva, no tiene concreción posible. Quedaron encerrados entre eso y la impopularidad de volver al paro, lockout o como quiera llamársele a seguir trabajando tranquera adentro y para afuera cortar rutas, o no despachar mercadería, o mermar su entrega o subirse a las tribunas para denominar “Patria” a sus hectáreas propias o arrendadas. Como sea que eso se llame, los campestres ya cansaron tanto como la sucesión de errores gubernamentales y no tienen plafond, en las grandes urbes, para sus medidas de acción directa. Y muchísimo menos si desde las profundidades de lo inimaginable aparece otro actor, los dueños de los camiones, que cortaron el país en nombre de que los demás se pongan de acuerdo porque si no me cargan el camión mi familia no come o no puedo pagar el crédito del camión que renové, o del otro que me compré, y todo el resto me importa tres carajos y ma’qué Patria ni oligarquía ni Monsanto ni soja ni Cristina ni el producido desdentado de la derecha pajuerana.

Estamos ante una reproducción, sólo que esta vez vestida de gaucho, de algunas de las condiciones que generaron 2001/02. Hoy no son los ahorristas porteños unidos por fuerza circunstancial a las calderas tribales del conurbano bonaerense (que alguna izquierda políticamente analfabeta insiste en llamar “argentinazo”). Son sectores de las nuevas clases medias sojizadas de las poblaciones chicas y medianas de la pampa húmeda, que se toman el vermucito en el centro del pueblo y putean contra los políticos de Buenos Aires o contra estos zurdos de mierda que están en el Gobierno; juntados, estímulo mediático mediante, con el tilingaje de las ciudades principales. Esas cosas siempre están como elementos de la puja por el ingreso, ahora con el agregado de este nuevo sujeto social que influye al centro desde la periferia y no al revés. Esa cosa se despierta cada tanto, como un volcán. Y podría no tener arreglo, porque tenerlo supondría contar con un liderazgo político contenedor de las expectativas de consumo de las clases medias urbanas, que son quienes, amplificadas por el coro de los medios, fijan el patrón de humor social. El momento preciso que vive la Argentina produce angustia intelectual acerca de cómo podrá salirse de los caminos cortados y el desabastecimiento, además de que ya resulta sospechoso el nivel de crispación y violencia crecientes con que actúan los campestres. Hay datos que los medios no señalan, a propósito de aprietes y patoteadas contra productores que están en desacuerdo con el carácter salvaje de la protesta. ¿Qué están buscando? ¿Provocar represión para subir la apuesta y qué, si tampoco disponen de una oposición política que pudiera vehiculizar un golpe institucional? ¿Qué van a hacer, seguir amarrocando en sus campos sin comercializar hasta cuándo, con qué objetivo? En algún momento, más tarde o más temprano, estos gauchócratas desaforados no podrán resistir porque el clima social terminará de volvérseles adverso por completo. De modo que eso tendrá solución de alguna manera. Pero el daño generado ya es inmenso si se lo mide por las consecuencias de haber dejado un país exasperado, a punto caramelo para que nuevas reivindicaciones de sector se conviertan en polvorines que acentuarán una atmósfera de convulsión permanente.

Si está claro que este no es un gobierno revolucionario ni mucho menos, que dejó correr el modelo de sojización, que continuó apostando a la concentración de la economía en pocas manos y que dispone casi solo de la extracción agropecuaria como proyecto de producción y recaudación, más claro está todavía que, sin embargo, la pieza que movió con el aumento de las retenciones afectó intereses incapaces de construir nada pero aptos para destruir mucho. Ahora ya está y hay que ir por más, alcanzando a las cadenas de comercialización y a la fiesta de la minería, entre otros aspectos, porque además eso implicaría mostrar la proyección de que no solamente es “el campo” quien sostiene la base de sustentación. Si la réplica apuntara que eso significa abrir nuevos focos de conflicto, la respuesta insistirá con que ya están abiertos o latentes a partir de que tampoco es sostenible construir un modelo más inclusivo dependiendo únicamente del precio internacional de los granos. Ya quedó demostrado cuánto se parece eso a bailar arriba del Titanic.

La pregunta es si el Gobierno se animará a tomar medidas que toquen los privilegios de otras fracciones de la clase dominante. Porque eso requiere apoyo de movilización popular por afuera de los ejercicios electorales. Hay una relación directamente proporcional entre las alianzas gubernamentales y el volumen de lo que se hace o quiere hacer. Si por toda alianza política el oficialismo cuenta con el a parato del PJ y el sindicalismo cegetista, no tiene resto para afrontar mayores desafíos. Y la clase media continuará fugando rumbo a un malestar que, de una u otra forma y aunque hoy resulte muy difícil de percibir, terminará hacia la derecha.

¿Tiene arreglo eso?

MARCA DE RADIO, sábado 14 de junio de 2008.
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11.6.08

"Menjunje" argentino: Del escrache "a la parisienne" al garrotazo "a la jujeña" y otras vergüenzas y desmesuras

Ya van tres meses de esta historieta de la pelea entre el Gobierno y los gauchos sojeros. Tres meses de absurdos y prepotencias. Tres meses perdidos.
Tres meses: Demasiado ¿no?

Me resisto a seguir hablando de éste tema, pero lamentablemente ocupa y preocupa tamaña estupidez en un país que no puede ni debe darse el lujo de parar ni tres minutos.

Se perdieron mercados internacionales, millones de dólares por productos no exportados, tal vez otros cuantos millones por algún juicio que puede haber por falta de cumplimiento de contrato. Se perdieron, también, muchas horas hombre en producción y salarios; cayeron todos los salarios por efecto de la inflación pre-existente y por la provocada a causa de la incertidumbre y el desabastecimiento. Se perdieron millones de litros de leche. Se está perdiendo lo poco que se pudo recuperar el país después del desastre post menemista/delarruísta.
Todo esto se perdió... y más también. Entre otras cosas, se perdió la vergüenza.

El ambiente se empezó a enrarecer desde un primer momento, pero mucho más aceleradamente en los últimos días.
Los camioneros cerealeros comenzaron a hacer sus propios piquetes bajo el argumento de que lo hacen para obligar a las partes a que solucionen el problema. Lo cierto es que lo único que consiguieron fue incrementar las crispaciones y el desabastecimiento. La consigna fue: "O pasan todos o no pasa nadie". Ahora hay cientos o miles de cortes a lo largo y ancho de todo el país y ya no se sabe si son campesinos o camioneros o qué. Y no sé si eso importa a ésta altura.

Esta semana hubo algunas cosas oscuras, no aclaradas del todo.
Primero fue el escrache al ex ministro de economía Lousteau (quien fue el encargado de elaborar lo de las retenciones móviles a la producción sojera). Habría sido en un lujoso restaurante de París, junto al embajador argentino en Francia. Un grupo de argentinos que se encontraban también allí comenzaron a insultarlo y a gritar que él era el responsable de destruír al campo y al país. Se dice que tenían acento correntino, que habían llegado a París para ver el torneo de Roland Garros y que eran ruralistas.
Poco después se desmintió todo. Ahora no sabemos qué es verdad y qué es mentira.
Si fuera verdad, no sólo sería repudiable el escrache, sino que indicaría que aquellos que reclaman tan enfáticamente que no se les cobren las retenciones porque el campo no podría sobrevivir... ¿cómo pueden pasear por París durante varios días para ir a ver tenis y cómo pueden pagar un restaurant que cobra un promedio de 300 euros por cubierto?

Seamos benevolentes y pensemos que fue todo un malentendido y que no sucedió nada de eso y que ningún gaucho sojero estuvo por París.

Ayer, en uno de los piquetes de Entre Ríos, una persona ligada al sector turístico se acercó para hablar con los que estaban allí para pedir que terminaran con su actitud de cortar rutas porque estaban perjudicando muchísimo al sector. La respuesta fue un golpe por la espalda de un valiente campesino... al que siguieron otros cuantos golpes más como forma de solidaridad entre gauchos. Eran como 10 o más contra el intruso. Valientes los muchachos.

Hoy hubo otro incidente en Entre Ríos. Primero se dijo que desde una 4x4 se disparó contra un grupo de camiones con combustibles que, acompañados por la policía provincial, intentaban esquivar los piquetes transitando por caminos vecinales. Al igual que con lo del escrache, al poco tiempo se desmintió que se hubieran efectuado disparos. Se dijo que los camiones mostraban algunas huellas, pero de haber sido golpeados con algun objeto.
Se identificó la camioneta y se la secuestró. El dueño resultó ser un tal Bussi, sobrino nieto del represor Antonio Domingo Bussi. ¿Coincidencias?

Hoy el Gobierno anunció la liberación de un millón de toneladas de trigo para la exportación. En las últimas horas también oficializó por medio de un decreto el destino que se daría a lo recaudado por medio de las retenciones (algo que argumentaban los campesinos... el no saber en qué se destinaría el dinero). Esperemos que estas medidas más algunas que ya se les habían otorgado hace cosa de un mes atrás, sirvan para que al menos los amos de las rutas se sienten a conversar.

Mientras tanto, el Gobierno debería abandonar la retórica y el palabrerío hueco acerca de la redistribución de la renta y comenzar a hacerlo realidad. Como ya dije en otro momento, hace rato que vienen mencionando esto en sus discursos, pero nada concreto se pudo apreciar hasta el momento. Sólo gestos.
Tal vez este conflicto (iluso de mí) sirva para que el Gobierno obligue a los dueños de los campos a que pongan en blanco a sus trabajadores y a que paguen todos los impuestos que se evaden.
También sería hora de revisar el papel que cumplen las aceiteras y las multinacionales de agroquímicos, como Monsanto, Cargill, Aceitera Gral. Deheza y otras más.

Por último: Es admirable la paciencia del Gobierno que soporta estoicamente que con cada corte de ruta los gauchos sojeros le toquen el culo y ni se inmuta. Hace tres meses que están haciendo cortes y paralizando a todo el país perjudicando a la gran mayoría de los 40 millones de habitantes (en especial a los sectores más empobrecidos por éste sistema) y nadie se atrevió a insinuar la posibilidad de desalojarlos de alguna manera. Esto contrasta notoriamente con lo que pasó pocos días antes en Jujuy, donde un grupo de desocupados e indigentes, en una actitud casi desesperada tomaron algunas instalaciones oficiales para pedir el mísero subsidio a la pobreza de $150. Fueron violentamente reprimidos, por supuesto. O, por ejemplo, lo que pasó bastante más atrás en Neuquén, donde fue asesinado el maestro Fuentealba por la policía neuquina al reprimir el corte de una ruta. O los procesos judiciales que soportan desde hace 10 años unos 5 mil luchadores sociales por diferentes protestas, entre otras... cortes de rutas o calles.
La policía española parece que no tiene tanta paciencia como la autóctona: al tercer día de cortes de rutas los sacaron por la fuerza y detuvieron a más de 50 personas.

Yo sé que ninguna represión es buena pero creo que estos señores del campo no sólo se pasaron de la raya sino que, como desde hace más de cien años en éste país, siguen teniendo "coronita".

Ya que no son reprimidos ni expulsados de ninguna manera de las rutas, ¿por qué no luchan, también, por una causa mucho más justa que la suya? ¿por qué no cortan rutas exigiendo que se reduzca o se quite el más regresivo impuesto que existe: el IVA? Cabe recordar que ese impuesto lo pagan por igual (y en las mismas cantidades) los inmensamente ricos, como los inmensamente pobres. Y es, además, el impuesto al valor agregado más alto del mundo: 21 %.

Señores del Gobierno y del "campo", por favor dejen de joder al país y dejen de alimentar fantasmas y alimañas que ya estaban olvidados.
No tiren más de la cuerda porque si se corta, unos y otros (y todos nosotros junto con ustedes) se van a ir al carajo.


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8.6.08

¿Podría pasar? por Eduardo Aliverti

Tomado de Marca de Radio

¿Qué pasaría si la Presidenta, por sorpresa, no más allá de una noche de éstas, apareciera por cadena nacional, sola, nada más que ella y la cámara, con un tono firme pero desprovisto de esas inflexiones arrogantes difíciles de soportar, y dijese “Buenas noches, como están. Están hartos, ya lo sé. Todos estamos hartos. Por eso quiero hablarles y hablarnos a nosotros mismos, el Gobierno, que evidentemente cometió muchos errores en este último tiempo pero no tantos, o no tan graves, como para estar afrontando, junto con la inmensa mayoría de ustedes, este clima raro, enojoso, injusto”?

¿Qué pasaría si después explicase muy brevemente que, en marzo pasado, cometieron el error político (que lo diga así: “error político”) de no medir las consecuencias que supondría aumentarle los impuestos al campo (que lo diga así: “impuestos al campo”, aunque no sean exactamente “impuestos” y “campo” sea una convención en extremo concesiva a los intereses del bloque enfrentado; meterse con “retenciones móviles”, “pool de siembra”, “superficies cultivadas” y precisiones de ese tipo distraería la atención de una audiencia masiva que no entiende nada de todo eso y que, a esta altura, es probable, ya interprete que esa terminología es empleada para, justamente, desviar la atención popular en aras de vaya a saberse cuáles intereses)?

¿Qué pasaría si explicase que no supieron prevenir lo que ocurriría al no diferenciar medidas para los pequeños y medianos productores, y si aclarase que, de todas formas, el problema fue mucho más la forma de comunicación que la justicia de la medida, visto que… (seguirían algunos pocos números, muy pocos, humildemente relatados, sobre cuánto de “sufriente” es la situación de algunos -que lo diga así: “algunos”- de quienes protestan)?

¿Qué pasaría si acto seguido, mirando fijo a la cámara, que eso sabe hacerlo como pocos ayudada por un poder oratorio extraordinario y en parte compensa la altivez compadrita de sus tonos, apelara a un “pero lo que no puede cuestionarse de ninguna manera es el derecho del Estado, que somos todos, a cobrarse más de quienes más tienen y más obtienen, porque la tierra es de todos (que lo diga así: que “es de todos”) y el derecho de propiedad no puede estar por encima de distribuir la riqueza que se genera en el suelo que todos habitamos (que insista con el inclusivo, con el “todos”, que provoca imaginario colectivo de posesión aunque nadie se lo tome demasiado en serio) y tras cartón remarcase un par de ejemplos sobre cómo algunos países desarrollados toman medidas recaudatorias aún más duras en tiempos de bonanza? “Porque no nos oponemos a que ganen más plata”, podría seguir. “Nos oponemos a que hablen de pérdidas cuando sólo se trata de que el momento extraordinario que vive el campo sea solidariamente compartido con el conjunto del pueblo”, podría rematar. ¿Qué pasaría?

¿Qué pasaría si, ya con cadencia de ir redondeando, apuntase “ustedes se preguntarán qué hacemos con el dinero de los impuestos extraordinarios al campo (que lo diga así: “extraordinarios”; delimita que es una cuestión de coyuntura, en vez de algo que piensan extender para toda la vida porque la pampa húmeda es la única fuente de recursos que se le ocurre a este modelo). No quiero aburrirlos con cifras, ni tampoco dejar de reconocer que en muchas áreas o aspectos cometemos faltas y administramos incorrectamente. Sólo los invito a que se detengan, por un segundo, en el solo hecho de que seguimos disponiendo de un colchón de reservas en el Banco Central que nos permite quedar a salvo de cualquier circunstancia desfavorable, en una etapa crítica del capitalismo global” (que lo diga así: “capitalismo global”; es medio ampuloso, y una buena parte de la audiencia se sentiría ajena al significante pero comprendida en el significado, que consiste en “hay que cuidarse, tiene razón”, y de paso riñe un poquito con el devenir del capitalismo pero sin dejar de comprometerse con él, porque nadie quiere escuchar absolutamente nada que suponga aventurarse a otro tipo de experiencia, no porque no se la considere interesante sino por estimarla entre en extremo arriesgada e imposible)?

¿Qué pasaría si remata con “repito que nos equivocamos en las formas pero no en el fondo y que, también es cierto, quedamos presos de la dinámica que adquirió este lamentable conflicto con el campo. Interpretamos que nos agredieron y agredimos. Interpretaron que los agredimos y agredieron. Tiendo la mano (que lo diga así: “tiendo”, que lo personalice, que recupere autoridad). Acepto errores. Pero comprendan, comprendamos todos, que me votaron para gobernar y no para ceder a una extorsión que ha llegado al límite de tirar leche a la basura en un país donde nos quedan todavía diez millones de pobres e indigentes”? Otra mirada a la cámara, mirada fija, un largo silencio hasta el límite de transformarse en bache, en que la tildó la emotividad, y simplemente un “buenas noches, gracias por escucharme”. ¿Qué pasaría?

Este ejercicio hipotético requiere la aclaración de que un cuadro retórico como la Presidenta es capaz de desplegar una pieza de esa naturaleza muchísimo mejor que lo sugerido por un simple comentarista de la realidad. Pero, antes que eso: “la gente” está efectivamente harta por este choque y necesita, redoblado por las características paternalistas de esta sociedad, que quien ejerce la primera magistratura muestre capacidad de liderazgo, de conducción, de asimilación de un problema grave. Le falta casi todo su mandato y, entre los errores y horrores propios y la insaciabilidad de uno de los bloques de la clase dominante, quedó gravemente afectada. Tiene que mostrar alguna gestualidad de estadista, como se lo dijo la Iglesia con la inteligencia de ese cinismo ancestral que se activa cada vez que advierte la incertidumbre de eclosiones sociales. El ensayo es que si Cristina hiciese eso marcaría la cancha y posiblemente alcanzaría la victoria coyuntural frente al “campo” que, por cierto, como sector es el único que puede permitirse estar tres meses de (fingido) parate, pero no prolongarlo hasta donde se les ocurra ni a sus representantes institucionales ni a sus chacareros desaforados. Son poderosos. No todopoderosos.

¿Por qué no lo hace? ¿Por qué se ensimisma en violentar, poniéndose a la altura de los provocadores? ¿Por qué permite que crezca la imagen de que quien maneja las cosas es el varón de la pareja comandante, alimentando para peor las no determinantes pero sí significativas estocadas de género que se esconden tras las murmuraciones? ¿Por qué? ¿Sólo por razones de personalidad, de resentimiento, de entender que a mejor fotografía monárquica menor contaminación política? ¿Es por eso o porque no puede reconocer que lo del “campo” es sencillamente un conflicto de recaudación fiscal, detrás del que no hay casi más nada en términos de afectar impositivamente a otras fracciones, ni de reactivar el crédito productivo, ni de ampliar el arco hacia políticas estructurales de desarrollo, ni de mejorar un mapa sanitario y educativo que sigue cayéndose a pedazos?

¿Por qué no habla Cristina más que para seguir poniéndole fichas al desgaste de los gauchócratas? ¿Porque no quiere o porque no le da para mostrar que detrás del enfrentamiento hay un proyecto de país que merece ser apostado?

Como dijo el filósofo e investigador Alfredo Pucciarelli en la magnífica entrevista publicada por Página/12 el lunes pasado, detrás de esta puja no hay propuestas. Es sólo una “histórica disputa por la renta”, pero “sin llegar a explicitar modelos opuestos de país, sin darle contenido político a la pugna”.

En otras palabras, lo que pasa debería bastar para saber que “los del campo” son definitivamente los peores malos de esta película. Pero no alcanza para que los menos malos convenzan ni de lejos.

MARCA DE RADIO, sábado 7 de junio de 2008
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5.6.08

¿Están tan mal los que dicen estar mal?

Hoy habló Cristina F. de Kirchner no sé dónde. No escuché lo que dijo, pero sí un concepto que fue extraído por los noticieros.
En realidad es una pregunta que me vengo haciendo desde hace unos días: ¿están tan mal los productores del campo? Si es verdad que están parando porque lo que el gobierno pretende cobrarles con las "retenciones" les hace perder plata al punto de que muchos no podrían subsistir, ¿cómo es que están de paro hace 3 meses y amenazan con seguirlo indefinidamente?
Sin dudas que cualquier laburante no podría aguantar tanto tiempo sin trabajar. Sería una catástrofe. Sin embargo, ellos parece que sí tienen espaldas suficientes como para soportarlo.
Entonces, ¿es redituable el campo o no?
A juzgar por el tiempo que dedican a estar en las rutas, pareciera que les sobra el dinero...

Mientras tanto, todos los argentinos restantes debemos soportar el absurdo de ésta situación, la estupidez de campesinos y gobierno que no quieren dar el brazo a torcer para, al menos, sentarse a negociar en términos razonables.
Cada uno tiene su cuota importante de responsabilidad: el campo porque se coloca en una posición tan rígida que ya es prepotente... y el gobierno porque manejó pésimamente todo éste tema y demuestra su ineptitud para buscar una solución. Al contrario, pareciera que quiere tensionar más y más las cosas.

Y nosotros, el jamón del sándwich, ¿cuándo dejaremos de ser los boludos que terminan pagando los costos de las jodas ajenas?


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Argentina: país del despilfarro / país despilfarrado




Argentina es el país del despilfarro.
En realidad, Argentina es un país despilfarrado.

Desde siempre vengo escuchando la remanida frase de que "Argentina es un país muy rico". Es cierto, es muy rico en materias primas de todo tipo, desde alimenticias hasta mineras, pasando incluso por el petróleo. También con un buen nivel de científicos. Pero pareciera que nada de eso es suficiente para que el país consiga, de una vez por todas, llegar a un nivel de vida digno para todos sus habitantes y mucho menos, que pueda mantener en el tiempo ese nivel.
Este conflicto entre gobierno y campesinos no hace más que confirmar la idea de que los argentinos somos incapaces de trabajar en equipo. Pareciera que eso sólo lo conseguimos en los deportes.

Despilfarramos recursos permitiendo a voraces multinacionales y a arribistas autóctonos que se lleven graciosamente lo que se les ocurra.
Despilfarramos recursos humanos valiosos expulsando del mercado laboral a millones de conciudadanos que quedan literalmente en la calle de un día para otro y que ya no pueden ni les permitimos reinsertarse en el circuito laboral.
Ahora despilfarramos lo poco que se pudo recuperar de aquel terremoto que significó el derrumbe del modelo menemista-de la ruísta. Estamos inmersos en un pantano por la intolerancia, avaricia y necedad de unos y otros.

Ya otras veces tuvimos que ver cómo se tiraban alimentos al costado del camino y hoy lo volvemos a ver.
En el día de hoy se tiró en todo el país un total de 500.000 litros de leche porque no pudieron ser transportados a las plantas procesadoras debido al conflicto entre campo y gobierno y porque ahora son los camioneros los que cortan las rutas sin dejar pasar a nadie. Dicen que lo hacen para obligar a que las partes se sienten a negociar. Además, se calcula en un millón de litros de leche los que se perderán de la misma manera en las próximas 24/48 horas.
No sé a cual de los dos sectores son más afines estos nuevos actores del gran quilombo nacional (hablo de estos camioneros, que aseguran que no están con Moyano) pero lo cierto es que no ayudan en nada a solucionar las cosas. Al contrario, complican todo porque las cosas se tensan cada día más.
Al triste espectáculo de ver a los camiones cisternas arrojar la leche a la tierra, se agrega la afirmación desde varios sectores de que a partir de éste fin de semana comenzará a notarse la falta de todo tipo de alimentos en los comercios. Por supuesto, esto acarreará un nuevo aumento en los precios, que jamás volverán a retrotraerse a los valores de antes del conflicto y será un nuevo cachetazo a todo el pueblo, pero más aún para los sectores menos favorecidos por éste modelo perverso.

Todavía me acuerdo de aquella frase que dijo Duhalde cuando ocupó la presidencia después del derrumbe del 2001: "La Argentina está 'condenada al éxito'". Si no me dieran tantas ganas de llorar, me reiría a carcajadas...

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4.6.08

Macri construirá los 10 kms. de subterráneo prometidos en la campaña... pero más chiquititos.


Según parece, algunos funcionarios del gobierno de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires admitieron que no se podrá cumplir con la promesa electoral de construír ampliciones a la red de subterráneo al ritmo de 10 kms. por año. Esto supondrían 40 kms. más en la red de éste importantísimo medio de transporte cuando Macri concluyera su mandato.

Al parecer, consideran que se podrá llegar a 6 kms. para el año 2010, en lugar de los 20 kms que corresponderían a los próximos dos años.

También había prometido que todas las escuelas dependientes del gobierno de la ciudad estarían con su sistema de calefacción en condiciones para cuando llegara el frío a la ciudad. Según parece, tampoco pudo cumplir ésta promesa. Cientos de chicos, profesores, maestros y padres protestando así lo indicarían.


Vamos mal, Mauricio. Eso no es "PRO"...


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3.6.08

El "Duce" Berlusconi hace de las suyas



En Italia pareciera que hay "saudades" del fascismo mussoliniano, por no decir que el amigo Berlusconi intenta emular al fürer Adolf.

Nuevamente el objetivo son los gitanos, grupo étnico particularmente perseguido durante los años del Reich. Se anunciaron "medidas especiales" para solucionar la "emergencia gitana". Esta expresión hace recordar aquella otra del nazismo que hablaba del "problema judío" y que terminó con la idea y práctica de la "solución final".

Se anuncia que habrá un censo de las comunidades gitanas y que se creará a tal fin un cuerpo especial de agentes. La iniciativa le provee también de facultades para desalojar, trasladar, expulsar, etc a estos ciudadanos de orígen gitano.
Es netamente racista y discriminatorio legislar para alguna minoría en particular. Especialmente si esta legislación está destinada al control y eventual represión de los mismos.

“Mis parientes fueron enterrados vivos en Gorazde (Yugoslavia) en 1940 y 1941. En Auschwitz nos gasearon. Y ahora tenemos miedo otra vez. Vivimos en Italia desde hace 40 años, y el Estado nunca ha hecho nada por nosotros. Están preparando leyes racistas”, dice Hakia Husovic, gitano bosnio llegado a Italia en 1969.
Esto, desde ya, habla muy mal de los italianos en general. Berlusconi ganó las elecciones últimas y fue consagrado presidente de Italia por segunda vez. Los italianos no pueden alegar desconocimiento de la forma de pensar de don Silvio. Sería como si en la Argentina se volviera a elegir a Carlos Menem. Si eso pasara, yo renegaría de mi nacionalidad y me iría a vivir a la isla más remota y perdida... con toda seguridad. No podría soportarlo.
Me imagino que habrá muchos italianos a los que les pasará algo similar. Lo siento por ellos.

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2.6.08

El papel de Argentina en la crisis alimentaria mundial actual (Luis E. Sabini Fernández) 1/3

Desde hace aproximadamente un año se estima que por lo menos en 37 países se han registrado trastornos sociales por la enorme carestía de los alimentos. Fundamentalmente la duplicación repentina y a veces la triplicación de los precios al consumidor de los dos alimentos más básicos de la humanidad, el arroz y el trigo, han desatado manifestaciones callejeras de indignación y protesta que en algunos casos, como Haití, ha significado el asesinato de gente hambrienta, significativamente a manos de fuerzas de ocupación extranjera. [1]

Los porqués del hambre mundial


Se mencionan varios factores como desencadenantes de tales incrementos en el mercado mundial: alguna sequía gigante, el aumento de consumo indio y chino, la presencia en concurrencia de los bio-agro-necrocombustibles que disputan, ahora para los autos, las tierras para cultivo de alimentos para humanos, la economía-casino, que se ha ido desarrollando cada vez más, dedicada a compras-a-futuro, método que indudablemente es muy proclive a la especulación y que por lo tanto empuja a los alimentos (y a todos los productos) a un alza constante, enloquecida, ajena a la vieja estructura de costos.


Hablando de las secuelas del hambre en el mundo, Martín Caparrós en un artículo motivado por una visita suya al África, “Gracias al hambre (Etiopía, 21/5/2008)”, aparecido en el boletín-e Comcosur (Montevideo, 25/5/2008) aporta una valiosa mirada al problema mostrando el no del todo elegante papel que le cabe a la Argentina en la coyuntura del hambre generalizada y provocada no por la ausencia de alimentos sino por su carestía.


Caparrós señala crudamente que “nosotros, los argentinos, vivimos del hambre”. Y reseña el grado brutal de hambre que existe en varios países, una enorme cantidad ubicados en lo que se llama el África negra, que proveen el mayor caudal de una estadística que habla de 25 mil seres humanos muertos al día; “son más de mil por hora, 17 por minuto”. Caparrós insiste con datos que procuran hacer conciencia sobre algo que resulta bastante alejado de la cotidianidad argentina (aunque en el invierno anterior pasamos mediáticamente por la muerte por hambre y desnutrición de varios miembros de etnias originarias en el norte argentino).


“Va de nuevo”, nos dice Caparrós: “son, en los diez segundos que usted tarda en leer esta frase, mi estimado, tres hambrientos menos. En un país como Etiopía, con 75 millones de habitantes, hay 15 millones que están todo el tiempo al borde de la hambruna. A veces caen: entonces vemos 42 segundos terribles en la tele, chicos raquíticos con panzas como globos, madres ramitas secas estirando la mano como quien ya no espera […].”


Caparrós va más allá y describe implacable el proceso de ensimismamiento que, pese a internet y a la globalización comunicacional, parece afectar a la Argentina: “el mundo es una máquina hipercompleja e integrada, por más que los argentinos actuales hayan decidido hacerse tanto más provincianos ciegos que sus padres y olvidarlo: hacer como si no existiera. O, por lo menos, como si no importara.”


El hambre no es joda. Las cifras transcriptas lo testimonian. En Haití se han hecho “populares” una galletas de tierra arcillosa cocida que por ser salobre engaña el estómago de los haitianos más empobrecidos. Alguien pescó “el negocio” con unas tierras del centro del país, zona de Hincha. [2]


En Somalía, la crisis golpea por muy distintos lados: hay un gobierno establecido mediante ocupación, igual que en Haití, desconocido por muchos, una crisis monetaria en parte incentivada por la falsificación de la moneda nacional y una suba de precios tal que en un año se duplicaron los que menos aumentaron y se cuadruplicaron los que más. A fines de 2007 se estimaba en un 20% a la población (diez millones de habitantes) en situación de hambruna, en marzo, con el encarecimiento, un millón más de pobladores cayó en la indigencia y se teme la caída de otro millón de sufrientes en lo que resta del año. Mientras tanto, EE.UU. bombardea regularmente el país so pretexto de luchar contra algo, pero con la precaución de no poner pie en tierra después del “tropezón” sufrido en su último desembarco. [3] Ningún país puede funcionar si entre un tercio y la mitad de su gente pasa hambre de modo estructural, sostenido…


En Haití o en Somalia vemos claramente los daños, la destrucción brutal, que la occidentalización, la modernización, provoca en sociedades ajenas, subalternizadas.

El papel de Argentina


Caparrós desnuda el mecanismo de esa ganancia argentina sobre la base del hambre mundial. Por su importancia lo citaremos in extenso:


“Y nosotros ganamos con esos aumentos. Nos hacemos los boludos, no queremos verlo: nuestra prosperidad le está costando carísima a millones y millones de personas. La Argentina salió de la crisis gracias al aumento del precio de los granos: por estos precios, millones se mueren de hambre. O sea: las ganancias tan legítimas por las que discuten encarnizados los presidentes K y el campo producen sufrimientos espantosos. No digo que sea a propósito. No, por favor. Nosotros pasábamos por ahí cuando los chinos decidieron empezar a comer y las leyes del mercado hicieron que los precios subieran y las leyes del mercado hicieron que millones no pudieran comprar más comida y se murieran pero a mí por qué me miran, yo hago mi trabajo, yo defiendo lo mío y trato de venderlo lo más caro posible porque así son las leyes del mercado y yo justo estaba ahí, qué culpa tengo.”


Y bien: la situación real es todavía más espantosa, mucho más espantosa que lo ya descrito por Caparrós. No es exactamente que “nosotros pasábamos por ahí” como aquel que ve luz y entra. Queda en pie el deslinde radical con toda teoría conspiracionista según la cual los sojeros hambrean, cuando en realidad lo único que quieren es hacer negocio.


Una corrección, empero, basada en dos precisiones: primero, que los sojeros no sólo quieren hacer negocios sino además hacer como que hacen obra, patria o como usted quiera llamar a sus proyectos de ogros filantrópicos, bastante opuestos a los soñados por Octavio Paz, y segundo porque el origen de este escabroso rol que juega hoy Argentina no es tan argentino como parece.


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El papel de Argentina en la crisis alimentaria mundial actual (Luis E. Sabini Fernández) 2/3

Argentina made in USA


Dennis Avery ha sido por años un alto funcionario del USDA, Ministerio de Agricultura de EE.UU., y se presenta como “analista agrícola Senior del Departamento de Estado”. Con la candidez característica de tanto estadounidense explica en la introducción a su libro Salvando el planeta con plásticos y plaguicidas, [4] que estaba “escribiendo otro [libro] que trataba sobre la importancia del libre comercio para la agricultura estadounidense.” Su última frase es reveladora de toda una política: preservar el suministro de víveres por parte de EE.UU. a países que vayan perdiendo así su soberanía alimentaria.


Claro que siempre con las mejores intenciones: frente a una sequía por ejemplo, ir en auxilio con la ley 480, regalar cereales un año, dos, y cuando los agricultores locales no puedan ya no recuperarse de la sequía sino de la competencia con los granos introducidos “solidariamente” por EE.UU. con precios de dumping, es decir, cuando se ha logrado debilitar la soberanía alimentaria y se ha “desarrollado” la dependencia ídem, entonces sí, iniciar el negocio con precios en alza.


EE.UU. se ha especializado, usando los alimentos como arma geopolítica en ir estableciendo en tantos países como sea posible el régimen que Devinder Sharma con lucidez ha caracterizado como “del-barco-a-la-boca”: la población tiene que aguardar lo que va llegando al puerto para poder comer. Mayor esclavitud alimentaria es difícil de imaginar. Sobre todo porque, durante milenios, todos los pueblos aprendieron a alimentarse a sí mismos. Razón elemental: si no lo hacían, no sobrevivían.


Observemos, al pasar, que el libro cuya introducción hemos estado glosando, Salvando el planeta con plásticos y plaguicidas, tiene un título que es de por sí toda una plataforma ideológica y estratégica.


La teoría económica del eurocentrismo encontró una superación científica a aquella vieja, tradicional, soberanía alimentaria: la ley de las ventajas comparativas por la cual cada comarca, cada estado, debe dedicarse exclusivamente a lo que mejor produce; esa optimización económica permitirá agrandar la torta mundial de productos y por lo tanto permitirá que todos reciban más. Oh, maravillas de la ciencia económica.


Como sabemos, para los ideólogos, cuando la realidad choca con la teoría peor para la realidad. Y así hoy tenemos un mercado más globalizado que nunca, adaptado a la “ley” de las ventajas comparativas como nunca antes estuvo el planeta, y sin embargo, cosa curiosa, hay casi mil millones de seres humanos que se acuestan con hambre cada día o que ni duermen por el hambre o que literalmente mueren de hambre. La dependencia alimentaria tensiona y hace sufrir cada vez a más gente.


En la introducción ya citada dice Avery que su tarea desde el Hudson Institute es “comunicarles a los productores agrícolas [estadounidenses] que ellos podían ayudar a alimentar al Asia.” Tal vez porque los indios y los chinos jamás aprendieron a alimentarse… paradójico para tratarse del continente por lejos más poblado del orbe; bastante más de la mitad de la población humana mundial vive, se alimenta, se ha alimentado por milenios, en Asia…


Obviamente, la pretensión de que EE.UU. alimente al mundo es un poco excesiva. Pese a sus excelentes praderas y extensión, no alcanza.

Argentina y EE.UU.: gran tándem con piloto automático ¿o yanqui?


Pero el señor Avery tiene sus soluciones. Que en rigor, debemos entender como políticas públicas de EE.UU. puesto que Avery es todo menos un líbero, un marginal o un intelectual autónomo. Por Avery nos enteramos de los planes que tiene el USDA para la India. ¿El Ministerio de Agricultura de EE.UU. confeccionando la política de la India en su zona rural? Es indudable que ese Ministerio piensa por todos nosotros, dios no nos libra ni nos guarda. Avery nos informa de los planes que a mediados de los ’90 tenía el USDA para el campo indio, compuesto entonces por unos 500 millones de campesinos: reducir esa población, rural, a 50 millones en diez años. Esto, para modernizar el país, consigna sagrada si las hay.


Es curioso el afán bienhechor de ciertas presencias. En el siglo XVIII, por ejemplo, Inglaterra desmanteló prácticamente toda la actividad textil india (para favorecer la propia) y logró así postrar al país en un estatuto de vasallaje. Cuando el subcontinente indio sufre todavía la secuela de aquella “ayuda”, a fines del s. XX, es EE.UU. el que quiere “ayudar” ahora a la India desmantelando toda su estructura agraria… Hasta donde sabemos, el plan del USDA no se ha concretado, al menos con la radicalidad presentada por Avery: en el 2002, la población rural india todavía superaba a su población urbana (totalizando la población del estado más de mil millones de seres humanos).


¿Qué papel desempeña Argentina en la teoría de las ventajas comparativas, a la que son tan afectos los voceros del clan sojero argentino?


Avery nos lo señala bastante claramente. Nos lo señalaba así en 1995, en el momento del despegue de la soja transgénica en Argentina y las consiguientes cosechas que van a ir estableciendo un récord cada año sobre el anterior. Cuando el conocidísimo jurisconsulto y hombre de derecha Carlos Menem desmantela todos los organismos públicos del país y entrega la política agraria a Monsanto, que es como decir, relaciones carnales mediante, a EE.UU. Nos comenta Avery: “Solamente en EE.UU. y Argentina hay suficiente superficie fuera de producción (debido a políticas oficiales) como para alimentar a otros 1500 millones de personas.” (ibíd., p. 123)


Avery nos muestra así como se unen las praderas norteamericanas y las pampas argentinas en una política mundial.


El horror que escudriña Avery a lo largo de su libro es a la “política de autoabastecimiento de alimentos”. Es decir, que haya más y más sociedades venciendo la pesadilla del-barco-a-la-boca. Porque eso perjudicaría… a EE.UU… y a Argentina. Con semejante política “quedarían torpemente ociosas más de 40 millones de hectáreas de las mejores tierras agrícolas del mundo ubicadas en países como EE.UU. y Argentina, y se obligaría al mismo tiempo a los productores agrícolas de Asia a roturar hasta el último rincón de tierra disponible.” (ibíd., p. 286).


Las explicitaciones de Avery nos permiten visualizar mejor el papel de Argentina en la política mundial de alimentos llevada adelante por EE.UU.


En EE.UU., cuando en 1999 un grupo de objetores a los trámites de aprobación de las técnicas transgénicas lleva a los tribunales a la FDA y transitivamente a Monsanto y otras corporaciones por el ejercicio de métodos considerados viciados (o viciosos) para tales aprobaciones, [5] el presidente de EE.UU., a la sazón Bill Clinton, establece el fast track, para dar el visto bueno a los alimentos transgénicos sin tantos miramientos legislativos ni judiciales. El argumento fue lapidario: tales alimentos constituyen parte de “la seguridad nacional de EE.UU.” De más está aclarar que Clinton no hace referencia alguna a la seguridad nacional… argentina. El golpe de mano de la Casa Blanca constituye una excelente demostración de cómo se conciben los alimentos como arma.

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"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)