28.7.09

¿George Orwell lo imaginó, lo inventó o lo denunció?



A veces me digo: "no... ya me atacó la paranoia". Sin embargo, otras muchas veces termino rindiéndome ante lo que se me presenta como una palmaria evidencia...

Suele suceder que sabemos que algo está pasando o está por pasar, pero no tenemos ninguna prueba contundente para afirmarlo. Son datos sueltos, señales, indicios e incluso algunas pruebas que, por tan delirantes, preferimos no mencionarlas por no parecer eso que, justamente, digo: paranoicos...

Para empezar por algún lado, conciente de que no es ni el primer indicio ni el más relevante, puedo recordar cuando se comenzó a hablar de la implantación de chips en animales, para control de especies o para controlar determinados parámetros físicos o sus movimientos migratorios.

Control...

Después aparecieron muchas películas y series (de ficción y otras que más o menos...) donde también se implantaban chips, pero ya no a animales sino a personas. Para diferentes cosas, pero todos llevaban implícito un concepto:

Control...

Sabemos desde hace mucho que hay cientos de satélites patrullando la Tierra desde lo alto, con tecnología cada vez más avanzada y que, según se enorgullecen sus creadores y/o poseedores, desde el espacio pueden hasta leer el diario que una persona esté hojeando tranquilamente en el jardín de su casa.

Control...

Sabemos que el "dinero plástico" (léase: tarjetas de crédito) se extendió por todo el planeta de una manera impresionante. Un poco por su practicidad, pero mucho más por la presión de los bancos a utilizarla. Es, evidentemente, un buen negocio para los bancos. Pero también, el uso de las tarjetas de crédito puede proveer mucha información a múltiples personas, organismos o "servicios". Se puede saber los gustos de cada cliente. Se puede saber el nivel de gasto y endeudamiento. Se puede saber a qué lugares viaja, por dónde suele moverse, dónde cena, en qué supermercado compra, cuánto gasta en teléfono, se puede predecir dónde se lo puede ubicar en determinado momento deduciendo sus movimientos por el historial, etc... etc...

Control...

Por las compañías telefónicas puede averiguarse mucho también. Contactos habituales o esporádicos, día y hora de cada comunicación, duración de las llamadas etc... Inclusive (es archiconocido) se pueden "pinchar" las comunicaciones legalmente o no tanto...

Control...

Todo esto, y muchísimo más que no hace falta detallar ahora, me vuelve a dar vueltas en la cabeza cada vez que aparece algo nuevo que hace algún tipo de "ruido" en mis entendederas...
Específicamente, dos hechos ocurridos o propiciados desde el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (como oficialmente se la nombra ahora) y otro más reciente en la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la provincia patagónica de Chubut.
Para las últimas elecciones legislativas, una de las publicidades de UniónPRO, que en Buenos Aires lidera el actual Jefe de Gobierno, Mauricio Macri... nos pintaba escenas bucólicas, tipo "new age", donde, por ejemplo, una mamá muy joven y muy rubia ella, pasaba un momento sumamente amoroso y tranquilo con su bebito, rosagante y muy rubio él, en un banco de un parque o plaza de la ciudad. Mientras tanto, una voz afectadamente tranquila y "supuestamente" tranquilizadora, remarcaba la paz con que esa mamá (ejemplo de pureza y, si se quiere, fragilidad) podía estar absolutamente tranquila sin pensar en nada más que su rubio bebé porque no había ningún peligro al acecho gracias al sistema de cámaras distribuídos por dicha plaza o parque que vigilaban todo...

Control...

Ahora resulta que Comodoro Rivadavia adoptó el mismo sistema para "resguardar" la seguridad de su población, supuestamente para disminuir la "inseguridad" (no aclara qué otro uso pueden tener, desde luego)

Control...

Otro hecho que fue abortado (al menos por ahora) se intentó llevar a cabo de nuevo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada, reitero, por el Gran Hermano Mauricio Macri.
Intentó implementar una ley en la ciudad para que las empresas, organismos, etc... informaran de la conformación familiar de sus empleados, de sus adicciones (tabaco o lo que fuere) y algunas perlitas más. La fuerte oposición de diferentes sectores lo hizo recular. No sé si definitivamente, o esperará otro momento más "oportuno" para insistir con el tema...

Control...

La excusa urdida (la demolición de la Torres Gemelas de Nueva York) del "terrorismo internacional" hizo que en todo el mundo, en especial en los EEUU, se eliminaran de un plumazo muchos derechos constitucionales y libertades de las que solían enorgullecerse funcionarios y ciudadanos norteamericanos...
Ahora los pueden manosear, controlar hasta en el baño, encarcelar, revisarle los bolsos donde y cuando lo deseen, prohibirles que lleven perfumes y cremas en el avión, escuchar conversaciones, revisar su correspondencia etc... etc... Pero lo peor es que lo hicieron de tal modo que, esos mismos ciudadanos ahora maltratados, se dejan maltratar hasta con gusto...

Control...

El año 1984 ya pasó de largo y no se cumplió lo predicho por George Orwell. Digo, no se cumplió "totalmente"... pero vamos por ese camino y a paso firme.
A veces se hace evidente y otras veces no tanto. Si hasta impusieron y banalizaron el concepto de "Gran Hermano" hasta hacer parezca superficial y virtual cuando todo el planeta quedó durante meses estupidizado viendo en la televisión lo que otro conjunto de estúpidos hacía durante meses en una casa, las 24 horas del día...

Y hoy su ojo inquisidor está entre nosotros...
O, mejor dicho... sobre nosotros...

Control...


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El miedo y los Medios, o el miedo por todos los Medios...


El miedo dejó de ser un mecanismo de autodefensa hace ya cientos o miles de años. Aunque no sé si dejó de serlo, pero al menos ya no es sólo eso.
Antes de que comenzáramos a ser mínimamente racionales, el miedo actuaba en nosotros como en el resto de nuestros compañeros de ruta, los animales... Podía llegar a paralizarnos, pero en general hacía que huyéramos del peligro si nos veíamos en desventaja evidente o, ante lo inevitable, luchábamos por sobrevivir.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que el miedo pasara a ser un arma más (muchas veces fué más aún que un arma). Apenas asomaron los primeros hombres y sus subjetividades, el miedo pasó a ser una forma de dominación de unos sobre otros.
Desde aquel cavernícola que levantó su brazo armado con el garrote más grande que el resto de sus contemporáneos, pasando por la interminable carrera armamentística que aún sigue gozando de buena salud, ocurrieron millones de muertes e infinita cantidad de esclavitudes y sumisiones. De humillaciones, prepotencias y explotaciones.

Las armas; el poder de fuego del enemigo es de por sí atemorizante. Pero siempre fueron más eficaces si se las acompañaba con lo que suele llamarse "acción psicológica", que no es otra cosa que inculcarle o aumentar el miedo en el enemigo...

El siglo XXI se nos "vendió" como el comienzo de la felicidad universal. Todo sería maravilloso y todos seríamos felices. Pero ya pasados 9 años de éste período histórico, tenemos las pruebas palpables de que eso era una mentira. O, cuánto menos, una quimera. Algo con que los chicos soñábamos y con lo que fantaseábamos.

Finalmente, el siglo XXI renegó de tanta promesa y fantasía y se calzó otro traje radicalmente distinto. Ahora vemos que éste es el siglo del miedo. No tengo duda alguna sobre eso...

Los fuegos de artificio que el planeta entero destinó a los festejos del cambio de siglo, estallaron todos juntos un 11 de septiembre de 2001 de la mano de terroristas. Pero, ¿qué terroristas?
El autoatentado a las Torres Gemelas sirvió como excusa para extender el dominio del miedo y de la muerte por todo el planeta. Se instaló el miedo masivo por todos los medios (por todos los Medios) y la ciudadanía hasta aceptó mansamente que se le restringieran todas sus libertades.
Después nos instalaron el miedo por la inseguridad en las ciudades, miedo al dengue, miedo al fin del petróleo, miedo al efecto invernadero, miedo al agotamiento del agua potable, miedo a la crisis financiera internacional y ahora también, miedo al hiper inflado virus A H1N1, por el que según la OMS, moriría la cuarta parte de la población mundial. En cuestión de horas, la OMS instaló el pánico planetario, ayudado por los siempre listos boy scouts de los Medios.

Miedo. Miedo. Miedo...

Hoy vemos que las cifras demuestran que, si bien el dichoso virus existe y provoca muertes, es muchísimo más mansito que el viejo y querido virus de la gripe común y silvestre. Pero ya el negocio está hecho... y bien hecho. Y los efectos buscados, fueron encontrados...
Vendieron y venderán toneladas de antivirales "mágicos", ese mismo que también era el único que servía para la "gripe aviar" de China.
Pero... además y fundamentalmente, asestaron un golpe más al ánimo de los pueblos. El miedo nos hizo más chiquitos, más maleables, más débiles y más desconfiados.
El miedo al otro (al que tiene "cara de terrorista" o al que tal vez estornude a 2 metros de nosotros). Voluntariamente nos encerramos en nuestras casas, abandonamos el espacio público y no saludamos ni a nuestra madre.

El virus "chancho" pasará... ¿Qué otra "calamidad" nos será anunciada en breve?

Lo dicho: estamos en la era del miedo y de los Medios. O lo que es lo mismo: los Medios y los miedos.

Señoras y señores, como ya dije en otro post: Bienvenidos al siglo XXI...



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27.7.09

La toxicidad del glifosato desata la polémica





La difusión en prensa de un estudio científico sobre la toxicidad del herbicida más utilizado en Argentina ha hecho tambalear los cimientos del modelo agroindustrial, provocando reacciones en cadena.

Argentina es uno de los países con mayor implantación de cultivos agroindustriales, enormes superficies cultivadas mediante el uso de maquinaria industrial y fumigaciones masivas con unas pocas especies vegetales modificadas genéticamente para ser resistentes a los agroquímicos rociados.

Desde los años ‘80, numerosas organizaciones ecologistas, campesinas y ciudadanas de Argentina vienen denunciando los efectos nocivos de estos agroquímicos en las personas y en la naturaleza, aunque sus acusaciones suelen ser rechazadas aduciendo una falta de evidencias científicas. Sin embargo, la reciente difusión de los hallazgos sobre la toxicidad del agroquímico glifosato por parte del doctor Andrés Carrasco (director del Laboratorio de Embriología y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires) han hecho temblar los cimientos del modelo agroindustrial argentino.

El glifosato es el agroquímico más utilizado en los más de 16 millones de hectáreas cultivadas en Argentina con variedades resistentes a este compuesto, principalmente soja transgénica. El doctor Carrasco ha descrito los efectos del glifosato sobre embriones de anfibios al aplicarles diferentes dosis de este compuesto, en la misma línea que otros trabajos publicados en los últimos años, como los del doctor Gilles-Eric Seralini (Universidad de Cannes), experto de la Comisión Europea en transgénicos.

Los resultados del estudio del doctor Carrasco no pueden ser más alarmantes: los embriones, sometidos a menores concentraciones de glifosato que las aplicadas sobre los cultivos, sufrieron severas malformaciones cefálicas, intestinales y cardíacas, alteraciones neuronales y en el cierre del tubo neural, deficiencias del sistema nervioso y disminución del tamaño embrionario.

Para Carrasco, utilizar embriones de anfibios para este tipo de estudios es común, ya que “permite determinar las concentraciones a partir de las cuales se producen alteraciones, y cómo los mecanismos de desarrollo embrionario de los vertebrados son muy similares. Los resultados son totalmente comparables con lo que sucedería con el desarrollo de embriones humanos”.

El doctor Carrasco no dudó en difundir los resultados de su estudio, a pesar de que todavía no se encuentra publicado en una revista científica. En una entrevista publicada en el diario argentino Página12 indicó que “cuando uno demuestra hechos que pueden tener impacto en la salud, es obligación darle una difusión urgente y masiva, ya que no existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública”.

Añadió que se trata de una metodología muy extendida: “Muchas instituciones poseen agentes de prensa que difunden los avances; nadie los cuestiona y los medios de comunicación los replican sin preguntar. Difunden progresos, sin publicaciones y está muy bien. Pero claro, esas difusiones no afectan a intereses de grupos poderosos”.

Abogados ambientalistas

Pero lo que hizo saltar las alarmas de la industria fue la petición de amparo ante la Corte Suprema argentina, realizada pocos días después por la Asociación de Abogados Ambientalistas, para solicitar la prohibición del uso y comercialización del glifosato hasta que no se determine su toxicidad real. Al día siguiente, las cámaras empresarias que aglutinan a las empresas del sector emitieron un comunicado en defensa de la inocuidad del glifosato, en el que indicaban que este compuesto fue aprobado por numerosas agencias nacionales e internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la UE o los EE UU, y denunciaban que no existen “estudios científicos serios” que cuestionaran o invalidaran ninguno de los estudios realizados hasta entonces.

Pocos días después, el Ministerio de Defensa prohibió la siembra de soja en sus campos, señal de que desde el Gobierno nacional se tomaban en serio los resultados del estudio. Entonces, según denuncia el doctor Carrasco, comenzó a sufrir presiones e intimidaciones telefónicas, hasta que dos abogados y un notario se presentaron en su laboratorio cuando él no estaba, intimidaron a los trabajadores y exigieron el estudio en cuestión. Ante la negativa de los científicos de entregar el estudio, los abogados dedujeron “ante notario” que tal estudio no existía.

El doctor Carrasco mantiene su posición de negar el acceso al estudio a las empresas del sector: “Yo discuto mis resultados con mis pares en congresos, reuniones o seminarios” y se niega a discutir sus investigaciones con abogados o empresas privadas, “máxime si son parte del problema”, añade.

Durante esos días, los dos grandes periódicos argentinos cuestionaron el estudio, utilizando como fuente las mismas cámaras empresarias que enviaron a los abogados al laboratorio de Carrasco. “Es claro que Clarín y La Nación, por decir algunos, tienen intereses creados, son voceros de las empresas. Cuando finalice el trabajo y lo vean mis pares, ahí se los daré”, declaró.

A pesar de las presiones y la campaña de desprestigio sufrida, Carrasco continúa con sus investigaciones y avanza que pronto publicará sus resultados. “Creen que pueden ensuciar fácilmente 30 años de carrera. Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria”.

CARTA ABIERTA A LA PRESIDENCIA

El pasado 3 de junio, el Grupo de Reflexión Rural (GRR) envió una carta abierta al ministro de Ciencia y Tecnología argentino, Lino Barañao, en la cual denunciaba que “la clasificación de la toxicidad del agrotóxico glifosato de entidades como la OMS o la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la ONU (FAO) no están basadas en estudios propios o de científicos independientes, sino que se basan en revisiones de informes de estudios no publicados hechos por las propias empresas fabricantes de glifosato”, listando a continuación las fuentes utilizadas por esos organismos, inéditas y en su mayoría propiedad de Monsanto, la principal multinacional del sector.

www.grr.org.ar/documentos

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Documento de operaciones psicológicas del ejército: Un manual para represores

El texto establece como medios “ocultos” de acción psicológica la “tortura, el secuestro y el terrorismo”. La Cámara Federal ordenó reabrir una causa para investigar el contenido del reglamento, al que tuvo acceso Página/12.

Por Adriana Meyer


La dictadura en retirada barrió con todo tipo de pruebas del plan criminal que había ejecutado, pero en ciertos reglamentos militares dejó escrito parte de su sustento doctrinario y su metodología del terror. Uno de ellos, referido a las “operaciones psicológicas”, establece como medios “ocultos” de acción psicológica la “tortura, el secuestro y el terrorismo”. Documentos similares son parte de las causas por delitos de lesa humanidad cometidos por los sicarios del Estado, como el “Plan del Ejército, operaciones contra elementos subversivos”, que describe las acciones concretas para la toma del poder y habla de “aniquilar la subversión”. Pero hasta ahora no había aparecido una admisión tan clara de directivas basadas en acciones ilegales. Por eso la Justicia acaba de ordenar la reapertura de una causa para investigar el contenido “explícitamente delictivo” de este manual, que estuvo vigente hasta 1997.

Aunque parezca una paradoja, fue el defensor de un genocida quien puso el foco en el reglamento RC-5-1 del Ejército Argentino sobre Operaciones Sicológicas, dictado por el general Alejandro Lanusse el 8 de noviembre de 1968. Hace cuatro años, el abogado Florencio Varela, en representación del general retirado Santiago Riveros, quiso mostrar que su contenido daría legitimidad institucional al accionar de su defendido, con el absurdo argumento de que un simple reglamento militar es superior a la Constitución y a la legislación. A contramano de todas las herramientas legales que hicieron posible el juzgamiento de las violaciones a los derechos humanos, desde el Juicio a las Juntas hasta la anulación de los leyes de impunidad pasando por la incorporación de los tratados internacionales a la Constitución, Varela pretendió justificar aquellos crímenes en el marco de la aplicación de la denominada Doctrina de Seguridad Nacional. Dijo el letrado que “el secuestro, el terrorismo, la tortura, el sabotaje y la muerte eran, entre otras similares, acciones de guerra expresamente previstas en los reglamentos militares”. La línea de pensamiento es que las “acciones contra la subversión no fueron delitos de lesa humanidad sino que estaban en las tácticas militares de la contraguerrilla”.

El abogado Alberto Pedroncini, querellante en la causa sobre el Plan Cóndor en la que está imputado Riveros junto a otros represores, tomó contacto con la presentación de Varela y consideró que los reglamentos citados contenían la descripción de delitos de manera “explícita”. Por eso hizo una denuncia ante la Procuración que fue impulsada por el fiscal federal Federico Delgado y que recayó en el juzgado de Daniel Rafecas. Así, mediante un oficio al Ministerio de Defensa, obtuvo el texto autenticado y completo de los manuales en cuestión, en los que abundan instrucciones entre banales y terroríficas. Rafecas avanzó al principio con entusiasmo pero luego de tres años mandó el expediente al archivo porque no encontró conexión entre el manual y algún suceso que materializara sus directivas. Para el magistrado, la creación misma del reglamento no constituía delito penal. El fiscal Gerardo Pollicita apeló y el mismo criterio mantuvo el fiscal de Cámara Germán Moldes. A principios de julio, la sala I de la Cámara Federal porteña ordenó reabrir el caso.

Página/12 tuvo acceso al RC-5-1 sobre “Operaciones Sicológicas”, que en uno de sus párrafos describe el “método de acción compulsiva” como “toda acción que tienda a motivar conductas y actitudes por apelaciones instintivas, actuará sobre el instinto de conservación y demás tendencias básicas del hombre, lo inconsciente (sic). La presión insta por acción compulsiva apelando casi siempre al factor miedo. La presión sicológica engendrará angustia, la angustia masiva y generalizada podrá derivar en terror, y eso basta para tener al público (blanco) a merced de cualquier influencia posterior. La fuerza implicará la coacción y hasta la violencia mental (...) la fuerza y el vigor reemplazarán a los instrumentos de la razón. La técnica de los hechos físicos y los medios ocultos de acción sicológica transitarán por este método de acción compulsiva”.

Las 170 páginas del reglamento RC-5-1 reflejan la estructura de la cadena de mando prevista para las OS (Operaciones Sicológicas), divide las OS de las fuerzas terrestres en “operaciones de represión militar, de inteligencia y de asuntos civiles”, y establece que “las OS se dirigirán directamente contra el insurgente armado, contra los elementos que apoyen a los insurgentes y hacia la población civil”. En cuanto a la ejecución de las OS, sostiene que sus planes y programas “tratarán de crear la imagen de que el movimiento guerrillero ha penetrado en todos los niveles de la sociedad y del gobierno”. En cuanto a los “blancos” de las OS enumera: “elementos irregulares enemigos, elementos clandestinos, civiles que simpaticen con el movimiento subversivo, civiles que simpaticen con el gobierno legal, civiles no comprometidos, fuerzas militares legales y naciones que apoyen a las fuerzas irregulares”. Y en uno de los párrafos en que describe los medios y técnicas de las OS, señala que “las fuerzas militares legales podrán contribuir a aislar a las fuerzas irregulares enemigas, apelando a su función de protectores y guardianes de la paz. Las demostraciones en masa, el contacto personal entre soldados y pobladores civiles, la participación en deportes comunes y las reuniones de todo tipo contribuirán a crear fe en el gobierno legal y evitar el apoyo a los elementos irregulares. La tropa deberá estar perfectamente instruida a efectos de lograr un impacto sicológico positivo en la población”.

Los medios “ocultos”

En la última página del articulado el reglamento RC-5-1 divide los medios previstos y autorizados de acción psicológica en tres campos: naturales, técnicos y ocultos. Entre los dos primeros menciona el “cara a cara, agentes visuales y orales, actos públicos, altavoces, la radio y la televisión”, y en “ocultos” incluye “compulsión física: torturas de tercer grado. Compulsión síquica: anónimos, amenaza, chantaje, seguimiento físico, persecución, secuestros, calumnias, terrorismo, desmanes, sabotaje, toxicomanía, alcoholismo y drogas. Lavado de cerebro”.

Para Pedroncini, este reglamento “revela el perfil más perverso” de las instrucciones para la represión ilegal. Página/12 le preguntó en qué se diferencia de los manuales militares que ya se conocen, como las “Instrucciones para operaciones de seguridad” que establecía separar a los detenidos entre “hombres, mujeres y niños luego de su captura”, documento que integra el expediente sobre el plan sistemático de apropiación de menores. “Lo que hacen esas normas tramposas es legalizar el comienzo del procedimiento, darle una forma que permita cometer el delito sin decirlo, como la que habla de esos allanamientos en casas particulares y marcaba que había que separar a hombres, mujeres y niños, luego en el resto del reglamento aparecía como si esos grupos fueran tratados de acuerdo a la ley. En cambio acá no hay máscara”, respondió el letrado, y remarcó que por esa razón lo eligieron para hacer una denuncia específica que investigue el contenido explícitamente delictivo de este tipo de manuales. “Cuando Florencio Varela presentó su escrito en el expediente hizo una referencia más categórica a ese reglamento, era el que les justificaba más cosas, por eso decidimos zambullirnos en ése. Con el doctor (David) Baigún nunca antes habíamos visto nada tan explícito en cuanto a describir por su nombre a los delitos, como torturas de tercer grado, o una serie de acciones que derivan en delito, como la descripción del método de la acción compulsiva, que menciona que ‘la fuerza implicará coacción y hasta la violencia mental’”, agregó Pedroncini.

Reglamentar las atrocidades

La sentencia del Juicio a las Juntas Militares de 1984 mencionó la falta de constancias escritas de las órdenes criminales, al expresar que “no es de extrañar que del análisis de normas escritas que efectuara el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas resultaran todas formalmente inobjetables”. Sin embargo, militares de todas las épocas pusieron en blanco sobre negro muchas de las prácticas habituales que constituyen delito. “En la Escuela de las Américas enseñaban directamente cómo quebrar la voluntad del oponente con la tortura. Estos métodos están escritos. Estaquear al soldado está por escrito, le llaman calabozo de campaña”, dijo el coronel retirado Horacio Ballester, presidente del Centro de Militares para la Democracia (Cemida). “El plan del genocidio está estipulado en la Doctrina de Seguridad Nacional, bajo la tutela de Estados Unidos, y la prueba es que todas las dictaduras de la región hicieron lo mismo. Hoy mismo la acción psicológica sigue rigiendo en Honduras”, completó. Página/12 le preguntó sobre la tortura “de tercer grado” que menciona el reglamento RC–5-1. “Sería la más leve, si es que puede haber grados en esta atrocidad, como cuando (George) Bush decía que el submarino estaba permitido, o algunos países que avalan la tortura hablan de ‘leve descarga eléctrica’”, respondió Ballester. Y reveló una experiencia personal: “Yo estaba en el candelero y todavía estaba Lanusse en el poder, entonces hicieron circular que yo me había ido con una guerrillera, la llamaban a mi señora para decirle eso, estaban usando la calumnia”.

El abogado Pedroncini cree ver la impronta de la llamada Escuela Francesa en materia represiva, pero al coronel Ballester le parece que el reglamento en cuestión puede ser una traducción de algún manual norteamericano de la Escuela de las Américas. “Cuando me recibí, los oficiales no podían usar bigote y los solteros tenían que vivir en el cuartel. Hay reglas que fueron quedando a través de los siglos, que trajo San Martín, como los tribunales de honor; unas absurdas y otras atroces.” Con el objetivo de dar una respuesta concreta a las continuas demandas de la justicia sobre documentación referida a la represión ilegal, en marzo de 2000 el Ejército ordenó una intensa búsqueda que culminó con el hallazgo de varios manuales. Encontraron reglamentos sobre la “lucha contrainsurgente” que los propios militares definieron como “viejos manuales del terrorismo de Estado que son copias de los elaborados por Estados Unidos para combatir en Vietnam”. El hallazgo puso los pelos de punta a más de uno, por lo cual el entonces ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, se apresuró a ponerlos en manos de la Justicia. El ex jefe del Ejército Martín Balza había acusado al represor Cristino Nicolaides de haber incinerado toda la documentación referida a la represión ilegal. El ex general replicó exigiendo que mostrara las actas de incineración, de modo que en enero de 2000 Balza comunicó en forma oficial que no existían más instructivos de los sicarios del Estado. Sin embargo, reglamentos cada vez más comprometedores siguen apareciendo.


FUENTE: Página 12


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El oscuro secretario que llegó de la mano del Fino (Palacios)

El comisario retirado Jorge Palacios, nombrado por Macri en la Policía Metropolitana, fue quien llevó a Lifschitz desde Inteligencia de la Federal hasta la causa AMIA. Una trama que combina internas entre agentes de la SIDE, policías y el negocio de la prostitución.

P
or Raúl Kollmann


El ex secretario del juez Juan José Galeano, Claudio Lifschitz, ahora cuestionado por su ex mujer y por los acusados de irregularidades en la causa AMIA, fue introducido en el juzgado y en la investigación del atentado por el comisario retirado Jorge Palacios, actual titular de la Policía Metropolitana. Lifschitz revistaba en Inteligencia de la Federal y fue abogado de esa fuerza. De allí fue llevado por Palacios a la causa AMIA. El ex secretario prestó un testimonio clave para desnudar todas las maniobras del expediente, entre ellas el pago de 400 mil dólares al entonces imputado Carlos Telleldín, pero luego hubo una arrasadora suma de testimonios que demostraron que todo lo denunciado por Lifschitz era cierto. Más allá de ese hecho puntual, Lifschitz siempre fue un personaje oscuro, que terminó trabajando en los prostíbulos de Raúl Martins, un ex agente de la SIDE que manejó enormes cabarets tanto en Buenos Aires como en Cancún, México, donde provocó un escándalo de proporciones. La aparición de Lifschitz de la mano de Palacios hizo pensar al principio en una guerra de la Federal contra la SIDE y luego en una novela de traiciones entre los propios ex espías. La causa AMIA terminó exhibiendo a ladrones de autos complotados con policías federales y bonaerenses y a espías mezclados con la extorsión y la prostitución. La trama tiene numerosos episodios, algunos de ellos sin resolver.

Palacios trae a Lifschitz

En su momento fue el propio juez Galeano quien le contó a Página/12 que Lifschitz fue llevado a su juzgado por Palacios. El magistrado lo decía en tono de queja porque ya veía los dolores de cabeza que le traería el secretario, pero El Fino, como le dicen a Palacios, lo convenció porque Lifschitz se había recibido de abogado y, además, le podía dar una mirada de servicio de inteligencia, pero no de la SIDE sino de la Federal. Sin embargo, de entrada nomás, no quedó claro si Lifschitz era un hombre de la Federal dispuesto a dinamitar a la SIDE dentro de la causa AMIA o si jugaba con un sector de la SIDE contra otro sector de la SIDE. En cualquier caso, lo que aparecía claramente en la pesquisa era el cruce de policías con ladrones de autos.

Por un lado, el motor de la Trafic estuvo en poder de la agencia de Alejandro Monjo, a quien se les encontró una medalla otorgada por la división Sustracción de Automotores de la Federal pese a que les vendía autos siniestrados a personajes que luego armaban los vehículos con partes robadas. Asombrosamente, esa medalla desapareció, como también desaparecieron cintas y desgrabaciones realizadas al principio de la investigación, lo que llevó, varios años después, a una condena del comisario de la Federal Carlos Castañeda.

Paralelamente, quedó probado que Telleldín armaba autos con partes robadas y les pagaba peaje por sus actividades ilegales a distintas brigadas de la Policía Bonaerense.

En suma, la investigación del caso AMIA tropezaba con negocios sucios de los propios investigadores.

Lifschitz pega el portazo

Cuando el ex secretario denunció las irregularidades de la causa AMIA, ya había numerosísimas versiones del pago que se le hizo a Telleldín. De todas maneras, Lifschitz fue mucho más allá. En su libro AMIA, Por qué se hizo fallar la investigación, culpó a la SIDE de saber de antemano quién iba a atentar contra la mutual judía e incluso de que la central de espías venía siguiendo a un grupo de iraníes, pero éstos se les escaparon de las manos. Para tapar ese fracaso, supuestamente la SIDE desvió la investigación, con la plena colaboración de Galeano, desde siempre un hombre allegado a los espías. A esto se sumó el factor político: a la Casa Rosada le venía bien echarles la culpa del atentado a los policías de Eduardo Duhalde.

Lifschitz nunca contó quién le pagó el misterioso viaje que hizo a Estados Unidos donde escribió el libro, pero –nuevamente– o bien era un trabajo de hombres de la Federal contra la SIDE o de un sector de la SIDE contra el otro sector. En esa época, efectivamente, había dos sectores que protagonizaban una guerra feroz entre los espías, la Sala Patria, liderada por Alejandro Broussón, muy allegado a Galeano, y el Sector 85, comandado por Jaime Stiusso, todavía hoy un hombre fuerte de La Casa, como le dicen a la Side.

Las verdades

Más allá de quién le pagó por sus revelaciones, en el juicio oral que duró tres años y que encabezó el Tribunal Oral Federal número 3 quedó clarísimo que todo era cierto. Relevados del secreto de Estado, los agentes de la SIDE contaron con pelos y señales cómo se le hizo el pago a Telleldín, quiénes lo hicieron, en qué esquina estaba parado cada uno, dónde fue a parar el dinero y otros detalles de aquella operación. También se comprobaron otras irregularidades como el apriete a testigos y abogados y lo que el TOF–3 señaló como privación ilegal de la libertad de algunos protagonistas a los que se amenazaba con dejarlos presos por supuestos delitos, a menos que declararan contra el ex comisario Juan José Ribelli o el armador de autos truchos, Carlos Telleldín. Es decir que el testimonio de Lifschitz fue importante, pero luego fue tan corroborado por otros testimonios y evidencias que aquel puntapié inicial dejó de ser imprescindible como prueba.

Su ex esposa, Beatriz Toribio Astorga, mantiene con Lifschitz una despiadada batalla judicial por alimentos. En ese marco, contó que ambos estuvieron en Nueva York cuando el ex secretario escribió el libro en el que denunciaba las irregularidades. Toribio Astorga hace referencia al tren de vida holgado que llevaban, alojándose en un hotel de la Gran Manzana y alquilando un auto. Tal vez eso sea un indicio de que efectivamente o la Federal –de la que llegó de la mano de Palacios– o algún sector de la SIDE le financiaron el trabajo donde describió aquellas maniobras en el expediente que, en su mayor parte, se probaron rigurosamente ciertas y llevaron luego a la destitución de Galeano.

La Cámara Federal acaba de confirmar el procesamiento de Lifschitz por haber revelado secretos de Estado en su libro. El argumento es que publicó documentación de la SIDE que no era pública y que incluso tampoco estaba en el expediente. En esa imputación no pesó que las revelaciones permitieron conocer gran parte de la trama de maniobras de la causa AMIA.

Los videos

En las increíbles idas y vueltas de la investigación del atentado, se conocieron dos videos de encuentros del ex juez Galeano con Telleldín. En ambos queda registrada la negociación del testimonio contra los policías bonaerenses a cambio de dinero y en uno de ellos hasta se le indica a Telleldín qué foto tiene que marcar en un reconocimiento fotográfico.

La ex esposa de Lifschitz afirma que el secretario fue quien robó los videos y se los vendió, en forma indirecta, a la defensa de Juan José Ribelli. En el juicio oral quedó bastante claro que la historia fue distinta: Galeano dejó una copia en la Side –que, por otra parte, había realizado la grabación– y ésa fue la que luego le llegó a Ribelli.

En cualquier caso, la aparición de las imágenes fue otro elemento que en el juicio oral terminó de demostrar las irregularidades perpetradas por el gobierno de Carlos Menem y los protagonistas judiciales del expediente del atentado.

Martins

El paso que dio Lifschitz en 2007 fue llamativo: terminó trabajando para el agente de la SIDE, Raúl Martins, un hombre que ostentó un asombroso dominio del mundo de la prostitución, primero en Argentina y después en Cancún. En ambos lugares, el prostíbulo estrella se llamó The One. El secretario afirma que Martins lo llevó a Cancún para encargarse de la defensa legal de sus cabarets, en los que trabajaban 150 chicas. El diario Reforma, de México, realizó una durísima denuncia contra Martins acusándolo de mantener a las mujeres, la mayoría inmigrantes ilegales, en un estado de esclavitud. Incluso, el periódico mexicano sostenía que las chicas no tenían nombre sino número.

En la Argentina, Martins es un prófugo de la Justicia y aparece involucrado en filmaciones extorsivas contra jueces y figuras públicas que pasaron por sus prostíbulos y otros locales de la misma naturaleza. Entre la SIDE y la Federal hubo una especie de guerra por el manejo de la prostitución y siempre se dijo que aquellas filmaciones e incluso algún homicidio eran parte de esa guerra. Ahora, en México, Martins sería el dueño de otro prostíbulo –The One fue cerrado– que lleva el sutil nombre de Sex and Girls. Los medios de Cancún insisten en que todo es ilegal, que las mujeres ingresan como turistas a México y que el local tiene los permisos vencidos, pero lo cierto es que hasta el momento no prosperaron las iniciativas por clausurar el nuevo cabaret. El ex espía tiene el problema de que no puede salir de México porque tiene pedido de captura internacional emitida por jueces argentinos.

La relación de Lifschitz con Martins terminó en un escándalo. El ex secretario del caso AMIA denunció al ex SIDE en forma pública, contó sus negocios, la forma en la que se explotaba a las mujeres y el método de mandarles chicas a funcionarios para mantener las autorizaciones de funcionamiento de The One. El tema llegó entonces a la tapa de Reforma.

La ruptura con Martins se produjo –según el ex secretario– a raíz de la exigencia del hombre de la SIDE para que Lifschitz no fuera tan incisivo en un careo con el ex juez Galeano y sus imputaciones contra el ex ministro Carlos Corach. Es que en la causa de las irregularidades por el caso AMIA siempre hubo una hipótesis que no cerraba: de acuerdo con el expediente judicial, las maniobras de todo tipo que se hicieron en la investigación –incluyendo el pago de 400 mil dólares a Telleldín– fueron encabezadas por el juez Galeano y por el titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy. No parece creíble que todo eso se hiciera sin una orden de arriba. Lifschitz afirma que el juez tomó la decisión de avanzar contra los policías y abandonar las demás pistas después de una visita a la Casa Rosada y tras una consulta con Corach. Sin embargo, hasta el momento Lijo no procesó a ningún funcionario del máximo nivel del gobierno de Menem: el juez afirma que no tiene evidencias. En ese marco, se estaba por producir el careo entre Lifschitz y Galeano y el ex secretario afirma que Martins le exigía retractarse de su ofensiva contra el juez y el ministro.

Todo el affaire del trabajo de Lifschitz con el espía vuelve a poner sobre el tapete el origen de las movidas del ex secretario. Indudablemente su origen está en la Federal, pero de golpe aparece jugando del lado de un hombre de la SIDE y, encima, termina enfrentándose con él. Y, al menos en teoría, por la causa AMIA. De todas maneras no puede descartarse que el choque con Martins tenga que ver con lealtades y traiciones del mundo de la prostitución.

La cuestión económica

En el diferendo con su ex esposa, aparecen acusaciones en las que se señala que Lifschitz se quedó con una “pequeña fortuna” por destapar el escándalo de la investigación y, supuestamente, por robar el video. Este diario mantuvo, a lo largo de los últimos dos años, tres entrevistas con el ex secretario y si algo llamaba la atención era su precaria situación económica. Es más, la Justicia lo absolvió en una causa en que su ex esposa –-que también revistó en Inteligencia de la Federal– le imputó insolvencia fraudulenta, o sea esconder bienes. Hoy en día Lifschitz vive en la misma habitación que su mamá y su reclamo es que el Estado le dé algún trabajo, ya que por su carácter de testigo clave precisa custodia permanente.

Los ataques

En los últimos tiempos, Lifschitz denunció dos ataques en su contra. En uno, lo tajearon en la espalda y le pusieron la palabra AMIA. En el otro, ocurrido hace pocos días, le dispararon y, según afirma, le salvó la vida su custodio. Ambos ataques están siendo investigados por la Justicia Federal, pero hasta el momento no se llegó a ninguna conclusión.

Por supuesto que Lifschitz afirma que los ataques son obra de secuaces de la SIDE enviados por los jefes de los espías que él denunció en relación con el caso AMIA. Quienes rechazan al ex secretario afirman que Lifschitz sólo quiere llamar la atención y que, en todo caso, lo agreden quienes fueron perjudicados por él en su asociación con el mundo de la prostitución. Los jueces que investigan los incidentes afirman que, en principio, los ataques existieron aunque fueron “poco profesionales”. Y por este último carácter pueden tener diversos orígenes: desde la causa AMIA, pasando por las guerras del submundo de policías y espías, pasando por el choque con Martins y hasta cuestiones personales.

Más allá de los claroscuros del personaje, el ex secretario jugó un papel muy positivo en el expediente AMIA: ayudó a demostrar lo que el Tribunal Oral llamó “maniobras al servicio de políticos inescrupulosos”. Es nítido que llegó a la investigación de la mano de Palacios, pero el camino posterior, entre servicios de inteligencia y policías, es sinuoso. Lo que no tiene dudas es que su denuncia sobre irregularidades, pagos y extorsiones en el caso del atentado se comprobó fehacientemente.


FUENTE: Página 12


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Cuando huelen sangre (Por Eduardo Aliverti)



Hubo una postal en estos días: la interna de la CGT quedó notablemente relegada de los primeros planos gracias a la meteorología antártica que invadió el país hasta que, el viernes, el acostumbramiento al frío le cedió su lugar al teleteatro gremial.

Podría pensarse que las razones de espectacularidad mediática siempre estarán por delante de las cuestiones políticas-macro; pero no deja de ser sugestivo que un hecho como el cegetista, al que una mayoría de opiniones confirió carácter de decisivo para la suerte del Gobierno, haya quedado tan fácilmente secundarizado por la nieve y sus perspectivas (que de paso le sirvieron a la televisión para descubrir a la gente que vive en la calle). La circunstancia puede ser aprovechada a fin de corroborar que la heladera es en verdad el lugar que la sociedad le destina al conflicto de la burocracia sindical. “Y a mí qué con ese culebrón de atorrantes y mafiosos”, puede leerse sin temor a equivocarse en el espíritu popular. Es un dato seguro que revalida la pérdida de representatividad (¿o credibilidad, mejor?) que sufren las grandes corporaciones dirigenciales, desde antes de comienzos de siglo y con 2001/2002 como expresión contundente. Sin embargo, esa constatación no significa que la cosa pase por sí misma. La obviedad es que el hartazgo masivo frente a los modos y concreciones de la política no resuelve nada y que, mucho más aún, resulta funcional a los peores intereses de sector. La interna entre “Gordos”, “Independientes” y “Moyanistas” corre la cortina respecto de una puja de poder y negocios que ante todo consiste en eso, es cierto, y que se inscribe en el sismo producido por la derrota electoral de los K. Cuando el peronismo huele sangre, las manadas de hienas se hipersensibilizan y sólo a un tonto puede ocurrírsele que eso es simplemente una tenida conductiva. Porque hablar de lo que sucede en el peronismo –y en el caso de lo gremial es de lo único que puede hablarse– es hacerlo sobre la fuerza, imaginario, voluntad, estructura, como se quiera, sin los cuales no se puede gobernar este país. En consecuencia, aislarse de lo que acontece allí es una mirada anímicamente aceptable, pero políticamente frívola. El frío y la nieve pasan. Para suerte o desgracia, según cada quien desee verlo, el peronismo siempre está.

La lucha por su apropiación, al cabo de los resultados electorales, atraviesa todos los parámetros de la realidad realmente existente. Esa suerte de recreación de la Alianza que es el Acuerdo Cívico y Social (lo único metido como cierta cuña) ya está partido antes de arrancar en el Congreso y no consigue salir de su papel de conjunto de opinadores, incluyendo la inercial entronización de Cobos y, en forma que parece eterna, la capacidad de Carrió para destruir todo lo que construye. De modo que, otra vez, se ratifica que es hacia dentro del peronismo donde se juega lo que ocurrirá, sin que eso signifique acertarle a qué quiere decir. Hay un “diálogo” institucional al que los radicales van a comentar cosas. Por lo demás, solamente se trata de cómo el Gobierno gana tiempo después del sacudón y de cómo se posiciona el resto del peronismo. Esas dos mitades (o esos dos tercios, si quiere apreciárselo en cifras nacionales) tienen por ahora el volumen como para bombardear a la otra y nada más. La mitad o el tercio kirchnerista conserva poder de fuego para dividir al peronismo, y la mitad o el tercio disidente para acabar con los K. Se supondría, entonces, que el beneficiado es el tercio (pan)radical, pero eso tropieza claramente –visto en prospectiva de elecciones presidenciales– no ya con su división interna sino con una ausencia de liderazgo que aparece, apenas disimulada, bajo la imagen de una reproducción de De la Rúa. Más luego, Macri no quiere malquistarse con el Gobierno porque actúa que lo necesita para allegarse fondos. Reutemann, fiel a su estilo, es casi un autista procedimental que exaspera a todos. De Narváez es intragable para todos los compañeros que lo juzgan un producto publicitario, desconfiable en exceso. En definitiva, un griterío de confusos que juegan a rondas dialoguistas, en las que todo se remite a decirse con dibujo de protocolo lo que vienen diciéndose hace años; a reclamar la despedida de Guillermo Moreno (que es lo último a lo que aspiran, por supuesto, porque se quedarían sin monigote en el cual anclar discurso); y a tensar –no mucho– temas tan apasionantes como el Consejo de la Magistratura, o tan creíbles como la pobreza y la desigualdad en boca de Macri y De Narváez. Mientras tanto, los Kirchner conquistaron su tiempo de marcar agenda, con las patas cortas de cómo se seguirá tras estos ímpetus artificiales. ¿Qué hay previsto en la economía? ¿Qué sobrevendrá con el parate o la retracción, qué con la pobreza, qué con la pérdida de fuentes laborales, qué con la falta de crédito?

Un laberinto de este tamaño precisa de una aptitud simple, pero enorme, para mensurar cuáles son los bloques y alianzas sociales que están en danza. De lo contrario, todo quedará subsumido en el desconcierto y el agotamiento que provoca la visión politiquera. Hay un arco constituido por la facción agraria, con respaldo en las corporaciones mediáticas, capaz de haber convencido a vastos sectores medios de que las necesidades de aquélla son las propias. Por razones que –aquí– no vienen al caso, los “Doña Rosa” urbanos de la pampa húmeda creen que las banderas de la Sociedad Rural les pertenecen. El problema es que carecen de conducción política convincente salvo por haber tenido algo a mano para castigar al kirchnerismo, por motivos que bailan entre el rechazo al estilo gubernamental e intereses de clase. Sin embargo, ese conglomerado (al que acaba de sumarse el pliego de condiciones de la Asociación Empresaria Argentina) intuye, probablemente, que no en vano el país estalló gracias a las políticas de su preferencia; y que por lo tanto les es imprescindible un liderazgo firme que los figurones opositores están lejos de garantizar. A su turno, la alianza que por acción y defección se erigió en torno del kirchnerismo está golpeada. Una clase media-baja que más o menos se levantó al recuperarse puestos de trabajo; una media-media que volvió a sentirse tal tras las amenazas de catástrofe, y un universo marginado que en los primeros tiempos de la gestión asomó un par de pelos de abajo del agua gracias al asistencialismo, se encuentran hoy con que el Gobierno ya no parece tener las fuerzas necesarias para reimpulsarse.

¿Cuál de los esquemas prevalecerá? Difícil saberlo, porque el destino no siempre o nunca está marcado y en política suele quedar patas para arriba hasta por el influjo de imponderables. Pero hay unas preguntas de aproximación. ¿De qué se está más cerca? ¿De que lo que expresa el kirchnerismo se recomponga o de que lo que expresa a la derecha se junte?
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20.7.09

Opciones (Por Eduardo Aliverti)


Diálogo, patrimonio, varias incógnitas y algunas pocas seguridades son los datos sobresalientes de la “realidad” política de estos días. Necesariamente, es un paquete que debe ser mezclado. Lo contrario sería un ejercicio de soberbia analítica, como si las cosas pudieran ser lineales y uno, o cualquiera, tuviese la capacidad de separar cada ingrediente para arribar a conclusiones terminantes.
El Gobierno llamó a conversar a fuerzas económicas y partidarias. Las dos definiciones son una licencia convencional, nada más. Si es por las primeras: la UIA, la CGT, las cámaras de comercio, y otros conglomerados por el estilo, significan -con sus matices en más y en menos- una parte cualitativamente pequeña del poder de fuego de la economía real. La grande está en manos de grupos, monopolios y oligopolios extranjerizados y/o ajenos a la institucionalidad de sector. Ni siquiera la Mesa de Enlace de los campestres tiene una representatividad totalizadora. Hay los rasgos sobrevivientes de la vieja oligarquía y el connubio con ella de la otrora combativa Federación Agraria, pero la torta se cocina entre las cerealeras exportadoras. Y la CGT maneja todavía una artillería capaz de lastimar, con camioneros y negocios de obras sociales a la cabeza, pero no de reunir consenso y garantía de estabilidad. Es análogo a la ineficacia que reveló el aparato del PJ bonaerense a fin de asegurarle el triunfo al oficialismo, para que ahora Kirchner cometa el papelón de decir que fue víctima de la “vieja política” como si no se hubiese refugiado en ella. Si es por las segundas: ya no hay partidos en este país que influyan como tales, sino estructuras dispersas amparadas, básicamente, en figurones mediáticos. Carrió, De Narváez, Macri, Solanas, Cobos, Reutemann y, desde ya, los mismos Kirchner, no representan más que a humores colectivos, fragmentados y pasajeros, sin anclaje identitario en sello u organización masiva alguna. Por lo tanto, la pregunta de si el “diálogo” a que convocó el Gobierno parte de una sincera autocrítica que tomó nota de la caída electoral, o de una simple maniobra para ganar tiempo, nace mal parida. Todos están desconcertados. Los K porque no se esperaban la derrota y la oposición porque no es otra cosa que un amuchamiento usado para castigar al kirchnerismo, con tanta capacidad para herir o derrumbar como para no saber conducir. Esa es una de las seguridades. Y también lo es que el Gobierno marcó la agenda y aturdió a los contendientes. Carrió se fue de vacaciones en vez de al “diálogo”, ya en decadencia y completamente presa del personaje intransigente que creó; aunque en ésta es difícil no darle la razón respecto de que es el Congreso el ámbito natural para discutir. Stolbizer y los radicales sí fueron, sin privarse de criticarla. Y el bloque del Acuerdo Cívico y Social quedó partido antes de arrancar al igual que lo sucedido con Juez, que ya sufrió la pérdida de tres legisladores a las dos semanas de haber ganado. De Narváez habla de un paso adelante “gigantesco”, Macri acepta pero después de deshojar la margarita y Solá, que se cansó de cuestionar la falta de diálogo, afirma que si llaman al diálogo es porque están débiles. Así de corrido, todos o casi revelaron que no los une el amor sino el espanto. ¿Esto habla de que el Gobierno sabe cómo seguir porque supo primerearlos? No. Sólo dictamina que fue más vivo de lo que se esperaba, quizás, para ganar la iniciativa. De ahí a que la táctica tenga estrategia detrás hay una enorme distancia. Esa es una incógnita.
En medio de eso, se coló lo sugestivo de la declaración patrimonial de los Kirchner. El adjetivo tiene dos justificaciones. Una per se y la otra por la oportunidad: que el incremento de sus bienes sea tan enorme, y que haya saltado con tan amplificada repercusión periodística en el momento de mayor debilidad gubernamental. En todo caso, no tienen el mismo alcance mediático las serias sospechas sobre el origen de la escalofriante fortuna de De Narváez; para no hablar de cómo quedó en un registro prehistórico la acumulación de la riqueza de los Macri. Esa es una incógnita, que por supuesto no invalida la necesidad de que se vaya a fondo con la investigación sobre el patrimonio presidencial. La seguridad es que el pueblo mensurará cuánta importancia le dará al asunto según sea el viento que sople sobre el andar económico. En un país de tramposos, donde hasta la más ínfima de las costumbres cotidianas está revestida por la ignorancia de la ley, quedó suficientemente demostrado que la vara popular para castigar la corrupción tiene la laxitud de que Menem haya sido reelecto con el 50 por ciento de los votos. Roba pero hace llega a ser la medida (no sólo) argentina para condenar al enriquecimiento ilícito. Puesto en términos electorales de recién, tanto a los que apoyaron críticamente al Gobierno por considerarlo una chance insuperada de afirmar un rumbo progre, como a quienes lo sancionaron por diversos motivos, jamás se les ocurrió que debían contemplar la honestidad individual. Para unos y para otros, ayer y siempre, si se choreó se trata de daños colaterales que quedan subsumidos en las orientaciones macro, en si uno cree que le irá mejor o peor en su bolsillo.
Por este último aspecto podría verse la seguridad y la incógnita del futuro de largo plazo, que en Argentina viene a ser el corto y como mucho el mediano. La economía no muestra signos de sufrir grandes convulsiones en lo que resta del año e, inclusive, un trabajo casi ignoto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que el país, al revés de la región, crecerá este año un 1,5 por ciento. Hay muchas reservas, el déficit fiscal no es abrumador ni mucho menos, la balanza comercial tiene firmeza superavitaria y los vencimientos de deuda son manejables. Pero también se coincide en que 2010 presenta nubarrones muy negros si no se consigue financiamiento porque en algún momento se agotará la teta de la ANSeS, entre otras cosas. Por allí aparece el apriete mayor de la derecha, que clama por volver al FMI y restituir confianza en los “inversores” junto con la baja en las retenciones agropecuarias y el aligeramiento de la presión impositiva. Lo que no dicen, claro, es con qué se reemplazaría esas fuentes de ingresos, como no sea el cínico argumento de los ’90: una vez que derrame la copa de los ricos, el rebalse alcanzará a los pobres y a la clase media. Dejen tranquilo al “campo”, devalúen todo lo que haga falta, basta de pelearse. No es que sean unos irresponsables. Simplemente, es su lógica reaccionaria. Pero eso no quita que, en efecto, el problema está o tiene grandes posibilidades de estar. Y frente a ello, el Gobierno, hoy debilitado bien que -todavía- con la fortaleza brindada por el cambalache opositor, no tiene punto intermedio entre ceder a las presiones y fugar hacia delante.
O se entrega o acentúa las políticas de intervencionismo estatal que hasta aquí le dieron sustento, y que en buena medida rifó por no apostar a una construcción amplia y por su comunicación espantosa.

MARCA DE RADIO
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El peligro acechante: ¿A qué teme Washington en América Latina...?

Un análisis muy completo y muy interesante. Es algo largo, pero les aconsejo que lo lean porque, estén de acuerdo totalmente, en forma parcial o en desacuerdo... es muy buen disparador para pensar y repensar por qué pasa lo que pasa... ¿Por qué el resultado es similar (salvo la represión, las muertes y demás etcéteras) estando en democracia o en dictadura? ¿Para qué le sirve a Washington cada sistema y, finalmente, a qué le teme?

El punto central para la preservación del sistema capitalista -tal cual lo expresan y admiten todos los analistas oficiales- es la preservación de la "gobernabilidad" que las crisis cíclicas y periódicas ponen en riesgo, tal como está sucediendo ahora con el proceso recesivo con desocupación a escala mundial. En este escenario, los "enemigos de paja" que Washington inventó para preservar el "orden constitucional" regional van a ser reemplazados por otro enemigo más peligroso y "real" incubado en el marco de los estallidos y protestas sociales que se avecinan.

Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
Informe especial

A) La "gobernabilidad" del sistema





¿Qué es la "gobernabilidad" y para que la utiliza el sistema?

En términos de organización política y social, la "gobernabilidad" es el control, en oposición al descontrol.

El sistema capitalista (como cualquier sistema de poder) necesita tener el control político y social (ya sea por medio de la fuerza o por medio de la persuasión) como condición prioritaria para desarrollar su modelo económico de explotación del hombre por el hombre, y su dinámica de apoderamiento del trabajo social y de concentración de riqueza en pocas manos.

Para cumplir esa misión (de controlar para desarrollar su modelo económico) el sistema capitalista utiliza (y a utilizado históricamente) dos formas de dominio: El militar (gobiernos de fuerza) y el político (gobiernos persuasivos).

Traducido en planos de la realidad: El control por vía militar se llama "dictadura", y el control por vía persuasiva se llama "democracia". Toda la historia del capitalismo hasta el presente se construyó sobre esta dinámica funcional de "contrarios", que se complementan como alternativa de dominio.

Ambas metodologías de control responden a un solo objetivo: Preservar y reciclar el dominio del sistema capitalista (explotador y depredador del planeta) a modo de "civilización única".

Sin la lógica del control militar (la fuerza) o sin la lógica alternativa del control político (la persuasión) el sistema capitalista no podría existir.

Y no podría existir por una razón central: Socialmente (y matemáticamente) la acumulación de riqueza en pocas manos en el sistema capitalista genera más rechazo (racional o inconsciente) que aceptación.

Los perjudicados (los explotados y expulsados del sistema) superan infinitamente en número a los beneficiados (los incluidos dentro del sistema).

Como resultante del accionar del sistema capitalista: En estos momentos, la mitad de la población mundial vive en condiciones de "pobreza estructural", y de esa cifra hay 1000 millones de personas que sobreviven en condiciones de hambre e indigencia (sin cubrir sus necesidades elementales de supervivencia).

El resultante del sistema capitalista en la sociedad humana no se puede discutir porque es estadístico y matemático, pero si se puede deformar y ocultar por medio de la manipulación cultural y mediática.

Éste (la concentración de riqueza en pocas manos) es el principio científico y dialéctico de la lucha de contrarios en el plano social (léase huelgas y conflictos sociales) que desestabiliza y rompe cíclicamente los controles y la "gobernabilidad" del sistema capitalista.

La "gobernabilidad" (el control por vía militar o política) es la instancia básica que el capitalismo necesita para depredar el planeta, generar mano de obra esclava, y apoderarse de la riqueza mundial (PBI) arrojando sólo migajas a las mayorías productoras de esa riqueza a escala social.

En el sistema, los militares (la "dictadura") y los políticos (la democracia), en distintas escalas, son gerenciadores de control político y social para preservar la "gobernabilidad".

Las "dictaduras" y los golpes de Estado siempre llegan para restaurar la "gobernabilidad (el control amenazado por el descontrol ), y las "democracias" siempre llegan cuando el "orden" está controlado y se generan espacios sociales para dominar por medio de la persuasión (el sistema político).

En la Argentina, y en el resto de América Latina, el Departamento de Estado solo habilitó la "democracia" made in USA una vez que los militares de la "seguridad nacional" habían terminado con el proceso de "subversión armada marxista".

Imaginar al capitalismo sin "gobernabilidad" (el control dominante), es como pensar en un usurero sin el control y la protección de la policía: Los damnificados lo lincharían sin dudar.

La "gobernabilidad" (el control político o militar), es la condición esencial que el capitalismo necesita para que el sistema no estalle ( y los negocios continúen en paz).

Y vale aclarar, que el sistema sólo corre riesgo de estallar (perder la "gobernabilidad") cuando las crisis superan el marco económico y se convierten en "crisis social" (léase achicamiento del consumo popular con despidos masivos de trabajadores a escala global).

Ésta es la instancia (tal como está sucediendo ahora) en la que el capitalismo corre riesgo de perder la "gobernabilidad".

B) La nueva lógica de control


La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social".

Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.

Luego de las dictaduras militares setentistas (y tras el fin de las revoluciones armadas y de la URSS) , Washington sustituyó el gerenciamiento militar de la "gobernabilidad" por el gerenciamiento civil de la misma, sin alterar para nada el proceso de control económico, por medio del cual los bancos y empresas transnacionales continuaron transfiriendo recursos y ganancias a EEUU y a las metrópolis capitalistas.

La estrategia del control político y social por medios militares (de las dictaduras militares de la doctrina de seguridad nacional), fue sustituida gradualmente por administraciones civiles, poderes ejecutivos, parlamentos y cortes de justicia totalmente maleables a los intereses y objetivos de Washington y las trasnacionales capitalistas en los países dependientes de Asia, África y América Latina.

No obstante, y con el "poder blando" como alternativa de dominio, la estrategia geopolítica imperial norteamericana desarrolló simultáneamente -a nivel complementario- la estrategia del "poder duro" con despliegue militar-nuclear y bases desplegadas por toda la región, además de tropas listas para actuar allí donde la situación lo requiera.

El sueño del dominio sin rebelión social (y de preservación de la "gobernabilidad"), que los bancos y las trasnacionales imperiales no pudieron concretar con las dictaduras y los golpes militares diseñados en el Departamento de Estado, empezó a cumplirse con la aceptación pasiva del sistema capitalista como "única alternativa", modelada masivamente en los cerebros por los sacerdotes de las grandes corporaciones mediáticas que sustituyeron a los curas y a los maestros en la orientación de conducta social.

Paralelamente, y desde fines de los ochenta, en América Latina se verifican tres hechos simultáneos:

A) Ausencia total de huelgas generales y de conflictos sociales por reivindicaciones generales de la sociedad (sólo existen conflictos atomizados por reivindicaciones sectoriales), y ausencia de dictaduras militares y de lucha armada (salvo Colombia).

B) Crecimiento constante (y sin excepción, hasta la presente crisis) de las economías regionales, acompañadas de ganancias siderales para los bancos y empresas que hegemonizan el control económico-productivo de América Latina, y crecimiento desmesurado de los activos empresariales y fortunas personales.

C) Crecimiento paralelo, sostenido y sin interrupción, de la llamada "pobreza estructural" (falta de trabajo estable, vivienda y subsistencia mínima) que ya afecta a más de la mitad de la población mundial, con las mayorías sometidas a políticas "asistenciales" y a empleos temporarios y en negro (contratos basura).

Se trata de un emergente encadenado: La ausencia de huelgas y de conflictos sociales posibilitó (como nunca) la concentración de riqueza en pocas manos, y la concentración de riqueza en pocas manos precipitó (como nunca) el crecimiento de la pobreza estructural y de los bolsones del hambre en la región.

Esta situación (de "paz del dominador") permitió que el sistema de concentración de riqueza capitalista (posibilitado por la explotación de mano de obra barata con salarios africanos, apropiación de recursos naturales y control hegemónico de todo el sistema económico productivo) genere como contrapartida: pobreza, desocupación y exclusión social en masa en toda América Latina.

C) La asimilación de la protesta social


¿Y cómo se consiguió la preservación de la "gobernabilidad" (del sistema capitalista) en esta nueva lógica del control imperial en América Latina?

El desarrollo del modelo de capitalismo "asistencialista" en América Latina, con bancos centrales atestados de dólares y sin distribución social de la riqueza, con ricos más ricos que nunca, con pobreza y desocupación estructural en crecimiento continuo, con contratos laborales basura, sólo fue posible a partir de la paralización de la resistencia popular y de la ausencia de huelgas y de conflictos sociales por reivindicaciones generales.

Ese objetivo se consiguió con la domesticación y asimilación del aparato sindical y de la izquierda en las coordenadas de la defensa del "sistema democrático", de la "paz social" y de la vigencia plena del respeto al "orden constitucional" capitalista establecido casi como una religión a escala continental y mundial.

La izquierda (sin vocación de cambiar el sistema) se volvió potable y "políticamente correcta" para conformar una "alternativa de gobierno" a la "derecha neoliberal" dentro de las coordenadas de poder implantadas por las trasnacionales y el sionismo financiero que controlan el planeta desde la Reserva Federal y los bancos centrales, con el Pentágono como garantía suprema de "orden".

La izquierda (asimilada a la filosofía del "único mundo posible") ya no piensa el mundo en función de la guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo), sino en función de terminar con la "derecha" dentro del marco del mismo sistema

Y así se inventó la moda de gobiernos que hablan con la ideología de la "derecha" o de la "izquierda" en términos del discurso formal, pero desde el punto de vista práctico ejecutan un solo programa: El capitalismo.

Y la conclusión es simple: No hay luchas revolucionarias sencillamente porque no hay pensamiento ni acción organizada revolucionaria orientada a sustituir (a cambiar) al capitalismo por otro sistema.

Todo lo que existe como lucha de "cambio social" es meramente reivindicativa ("reformista") dentro de los marcos del sistema capitalista y los objetivos que se buscan ya no son colectivos (transformar de raíz a las sociedades y al mundo) sino individualistas y sectoriales, y no avanzan más allá de querer "humanizar" al capitalismo, hacerlo más digerible y menos injusto (ecología, "derechos humanos", "calidad de vida", etc).

Es más: Ya no hay rebeldía ni revolución porque el "orden" y el "desorden" (paz y conflicto) están pensados dentro de las reglas de integración al sistema sin que exista ninguna idea o intención de cambiarlo por otro.

En resumen, "izquierda" y "derecha" son conceptos ideológicos antitéticos solo en términos de mayor o menor "progresismo" dentro del mismo sistema, pero ninguna de las dos opciones busca terminar de raíz con el capitalismo al que se lo presenta como el "único sistema posible" siguiendo el "orden natural" de las cosas.

Desde el inicio del "proyecto democracia" en América Latina, Washington, por medio de los gobiernos y policías locales bajo control, domesticó y "pacificó" las protestas sociales y sindicales terminando con las huelgas generales y los disturbios violentos, vehiculizándolos por medio de protestas reivindicativas sectoriales.

Con la complicidad de los aparatos sindicales y de los propios grupos de izquierda reconocidos como "organización" política o social, se "legalizó" una forma de huelga y de protesta que sólo reivindica lo sectorial, sin una estrategia de reivindicación social colectiva.

Dentro de este esquema de atomización y división de las huelgas y protestas (legalizadas y toleradas sólo como expresión sectorial atomizada) el sistema mantiene un control férreo sobre todo el espectro de la actividad operativa de los conflictos sociales y sindicales.

Tenerlos bajo control, significa que tanto los dirigentes sindicales como sociales, deben cumplir, por ejemplo, con el requisito legal de "avisar" a las autoridades cada vez que van a manifestarse y cortar una calle, para que, en consecuencia, el aparato policial tome sus recaudos, como ordenar el tránsito y evitar el desmadre de la concentración "pacifica y democrática".

En este escenario, los grupos de izquierda regionales están fragmentados, divididos en pequeños grupos, carecen de una estrategia común de acción y no tienen influencia social ni capacidad financiera ni organizativa para liderar rebeliones masivas que puedan desestabilizar la región y poner en riesgo la gobernabilidad del sistema.

Por su parte, los llamados gobiernos de "izquierda", fuera del discurso anti-EEUU en los foros del sistema, tienen su supervivencia económica y político electoral atada al destino del Estado capitalista, y son los primeros defensores de la legalidad y gobernabilidad democrática en la región.

En resumen, no hay ninguna posibilidad de crecimiento de la izquierda revolucionaria en las calles, sino que hay crecimiento de la izquierda electoral y gubernamental. La izquierda está disciplinada, asimilada e integrada al sistema.

En resumen, aparatos sindicales y movimientos y partidos de izquierda cumplen su función "opositora" dentro de los marcos del sistema "democrático", y de los parámetros establecidos de preservación de la "gobernabilidad", la "paz social" y la "estabilidad", precisamente lo que el sistema necesita para su "crecimiento económico" sin distribución social de la riqueza

Después de la lucha armada y de los métodos salvajes de huelgas y protestas sociales setentistas, las mismas fueron "legalizadas" con una condición: que fuesen sectoriales (no generales), "democráticas" (respetando la ley), y "pacificas" (no violentas).

Esta fue la condición que el statu quo impuso (e impone) para la inclusión de las protestas sociales, atomizadas y sectoriales, como una actividad aceptada y encuadrada dentro del "estado de derecho" y de la formalidad "democrática"

En algunos países, los grupos de "izquierda" (asimilados al aparato de movilización de los gobiernos) son financiados con fondos públicos.

En la Argentina, por ejemplo, (el primer laboratorio experimental de América Latina) las organizaciones de izquierda (incluso las más "combativas") son subsidiadas por el Estado a través de las políticas asistencialistas y de los planes oficiales de subsidios a los desocupados.

Durante seis años, la gerencia de los Kirchner subsidió en forma encubierta a los movimientos de "protesta social" (piqueteros y organizaciones sociales) por medio de la entrega de planes sociales a sus dirigentes,los que luego los utilizaron para ampliar sus aparatos y conseguir adhesión "militante" para sus movilizaciones.

En este marco de asimilación de la protesta en la "legalidad democrática", la máxima expresión de "lucha" de los grupos atomizados de izquierda (sin organización ni estrategia operativa revolucionaria) consiste en tirarles piedras a la policía, quemar tachos de basura, romper vidrios o arrojar de vez en cuando una molotov contra la puerta de alguna institución.

A su vez, la izquierda más "combativa", sin objetivos ni organización revolucionaria, le sirve al sistema para demostrar la presencia de un "enemigo violento" en las calles.

Por su parte, los gobiernos "izquierdistas", en la práctica, no están para quemar ni romper nada, sino para proteger la propiedad privada y la gobernabilidad del sistema capitalista al que están integrados.

Este modelo rige desde hace más de 20 años y acompañó el proceso de "crecimiento económico" sin distribución social de la riqueza que hoy se extiende en América Latina.

Por lo tanto, la izquierda y los gobiernos de izquierda en América Latina (para los centros del poder imperialista) no son hipótesis de conflicto ni de quiebra de la gobernabilidad por su inserción controlada y acotada dentro del sistema capitalista.

D) El peligro acechante: ¿A qué le teme Washington?



La crisis hipotecaria en EEUU primero, la irradiación de la crisis a los mercados financieros globales después, y la crisis recesiva con desocupación luego, terminaron de configurar un proceso económico-recesivo que hoy amenaza con arrasar los cimientos del modelo de explotación capitalista vigente a escala global.

Proyectado al escenario de América Latina ese modelo de acumulación capitalista trasnacional, basamentado en el asistencialismo social y en el dominio con el "poder blando" del proyecto democracia made in USA, comienza a resquebrajarse y a colapsar en toda la región.

En consecuencia, el statu quo de modelo de dominio con el "sistema democrático" también comienza a agotarse frente a la agudización de la crisis económica que está arrojando (por medio de la desocupación y del achicamiento del consumo) cada vez a mas masa social fuera del mercado de consumo.

Junto con el desgaste en los teatros de ocupación (como Afganistán, e Irak), con una profunda crisis económica recesiva, y con un proceso de descomposición del poder político interno (guerra entre demócratas y republicanos por la hegemonía de las decisiones imperiales), Washington comienza a repensar la estrategia con el poder blando de la democracia en su patio trasero.

La crisis mundial, la debilidad económica de EEUU, obliga a Washington a ajustar sus estrategias de dominio para mantener bajo control la "gobernabilidad" en América Latina.

En este nuevo escenario ¿A qué le teme Washington?

En primer lugar, el poder en control (el Imperio), lo único que teme es el descontrol.

Es decir que, por efecto de la crisis recesiva con desocupación masiva, las protestas sindicales y sociales se salgan del control de la cúpulas sindicales y de los dirigentes de la izquierda asimilada, y resulten conducidas anárquicamente por líderes sin militancia política y sin encuadramiento dentro de las reglas de la legalidad "democrática".

O sea que, Washington y el sistema capitalista transnacional que opera en América latina temen (más que nada) a la "anarquización" de las protestas sociales, donde cualquier persona con carisma pueda liderar su propio conflicto sin prácticas ni metodologías incursas en la legalidad establecida dentro del "sistema democrático".

Éste proceso (a modo de laboratorio experimental) ya se registró fugazmente en 2001 con el "Cacerolazo" en la Argentina, durante el cual, las cúpulas sindicales y la izquierda "orgánica" fueron desplazados del control de las movilizaciones masivas y espontáneas conducidas por líderes improvisados y sin militancia política.

Posteriormente, y por medio de una sistemática manipulación mediática que asustó con el peligro de "guerra civil", el Gobierno argentino desmanteló las "asambleas autogestionarias" y desarmó al movimiento callejero que planteaba "que se vayan todos" los políticos, quienes "desaparecieron" de la escena pública por temor a ser linchados.

En esencia, ése el el modulo experimental que el Departamento de Estado teme que vuelva a reaparecer de la mano de la crisis recesiva con desocupación en masa que se cierne sobre América Latina.

En consecuencia, lo que temen Washington y el establishment del capitalismo que opera en América Latina no son los gobiernos de izquierda, ni es la izquierda fragmentada y sin objetivos revolucionarios, sino que le teme al desmadre y a la pérdida de control de los conflictos sociales.

Ésto es, al regreso de las huelgas y estallidos "salvajes" (multiplicados y simultáneos) con cortes de rutas y de accesos claves para el desarrollo del proceso de la economía capitalista.

Los estrategas del Departamento de Estado no temen a la izquierda atomizada y dividida, ni a los gobiernos "izquierdistas" (sólo en discurso) , sino que temen al surgimiento de nuevos líderes que encabecen los bolsones de protestas populares en forma anárquica, sin ninguna vocación "negociadora", que se abran decenas y hasta centenares de frentes de conflicto a la vez que impidan una estrategia represiva centralizada.

En otras palabras, lo que Washington teme son las protestas violentas con líderes espontáneos sin ideología ni metodología convencionales, que encabecen en forma inorgánica las revueltas, obligando de nuevo a una represión militar abierta tipo "Tiananmen" chino.

En un escenario posible de "Cacerolazo" anárquico proyectado a nivel regional, el control social y político con el "sistema democrático", perdería efectividad y se deberían implementar controles de represión militar para mantener el "orden", la "paz social" y la "gobernabilidad" del sistema.

El sistema de control con la izquierda y el sindicalismo asimilado a la "legalidad" de las protestas y conflictos en "paz", se desmadrarían por medio de los conflictos "espontáneos" multiplicados y sin un hilo conductor

En el marco conflictivo nuevo, las protestas sociales (como sucede con el mercurio cuando se rompe un termómetro) se atomizarían en millonésimas partes violentas y fuera de control.

Los aparatos de seguridad deberían enfrentarse en forma simultánea a protestas con metodologías diferentes conducidas por líderes que no se encuadrarían en ninguna de las reglas "legales" establecidas ni en ninguna ideología. No haría falta ser político ni de izquierda para conducir las protestas.

Los estallidos sociales y las huelgas se "feudalizarían", no responderían a estructuras orgánicas localizadas, por lo tanto las millonésimas partes del mercurio social (anarquizadas y en rebelión) se tornan incontrolables.

Este es el punto, y como ya sucedió en la Argentina con el "Cacerolazo", en que el control de la "gobernabilidad" gerenciado por la clase política perdería, por un período incierto, su razón de ser y el sistema debería pasar a abordar "soluciones alternativas" para supervivir y resguardar la "gobernabilidad".

Y este proceso, es lo que viene inexorablemente en América Latina de la mano de la crisis recesiva con desocupación en masa que ya se cierne como un fantasma por todos los países de la región.

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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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