30.9.08

¿Una vieja historia? (Por Eduardo Aliverti)

La reapertura del canje de deuda externa por nueva deuda externa -en definitiva se trata de eso- fue una sorpresa y debería serlo también para el matrimonio comandante. Porque habían jurado varias veces que no corría chance alguna de reabrir esa negociación con quienes no la habían aceptado en su momento. ¿Qué los llevó a adoptar esa decisión y, sobre todo, qué podría indicar acerca del futuro económico de corto y mediano plazo?

La medida fue adoptada al estilo de casi todo lo que deciden los K: en forma repentina, entre cuatro paredes y sin el concurso de prácticamente nadie. Al igual que la determinación de liquidar en un solo saque la deuda con el Club de París. O la de enviar al Congreso el debate por las retenciones agrícolas. O la de desayunarse con la situación de Aerolíneas de la noche a la mañana. La mayoría de las miradas critica ese estilo de conducción gubernamental desde el perjuicio que causa vivir mirándose el ombligo; no sólo porque conduce a perder registro de la realidad, sino también por sobreexponer la Presidencia de la Nación al costo de quedar como responsable de todo lo que sale mal. Es correcto, pero apenas una parte de la cuestión. Porque al fin y al cabo las maneras no son más que eso, y lo trascendente -al menos en política- es hacia dónde apuntan las decisiones de fondo más allá de cómo se hayan dispuesto. La duda que siembra esta súbita pretensión de reacomodar las relaciones con los acreedores externos es qué tanto de grave será lo que se percibe, en la cima, como para haber producido en un par de semanas tan grandes gestos de “reconciliación”. Uno (el pago a los estados europeos) no movió mayormente ningún pelo importante y, más aún, fue cuestionado por apelar al uso de las reservas del Banco Central. Y éste de reabrir la transacción de bonos en default queda por verse. Parecería, en principio, que el mundo anda en extremo convulsionado como para prestarle mejor atención a las señales de un país de segundo o tercer orden. Si es así, no se entiende que el Gobierno salga, justo ahora, a ofrecer pruebas de amor a las pirañas financieras. Y es por ahí donde se cuelan el porqué y el para qué y no el cómo, cuando además está claro que a esa muchachada no hay aparato que la satisfaga.
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La hipótesis con la que el firmante se siente más seguro consiste en que el estilo K responde mucho más a correr detrás de la coyuntura que a anticiparla, sea que el viento sople a favor o en contra. Bajo la primera condición, el mandato del Kirchner varón acumuló divisas provenientes del fantástico auge de la demanda y precios agrícolas. En eso debe concedérsele que tuvo previsión y, de hecho, la conmoción mundial por el sismo estadounidense encuentra una Argentina no acorazada, pero sí con singular protección. Fue el tiempo de creer que con eso bastaba para “vivir con lo nuestro” y de hacerse los cocoritos, con una dosis de retórica belicosa que la práctica concreta desmentía en buena medida: el kirchnerismo saldó deuda al exterior como ningún otro gobierno, y la propia Cristina viene de afirmar que este país le reconoció a sus acreedores externos más de lo que Enron, el monstruo energético quebrado en 2001, les pagó a sus prestamistas en Estados Unidos. Lo que primó, en consecuencia, fue una construcción de Gran Relato, ayudada por el megacanje inicial al que compelió la crisis terminal de 2001/2002. Advertencia: no se está diciendo que podía o debía haberse hecho otra cosa, sino que esa cosa no fue tal cual la pintaron. Lo cierto es que la corriente local y universal cambió casi apenas asumida Cristina, producto de errores vernáculos y de horrores globales, para dar lugar a que el “blindaje” de las reservas no alcance a despejar expectativas desfavorables. Porque al carecer de un programa de desarrollo sustentable que no anide en reventar de soja, el primer soplo o huracán negativo despierta incertidumbres profundas en torno de la capacidad de reacción argentina. ¿Acaso no puede ser ésa la causa de sobreactuar gestos al exterior, en busca de una confianza que no hay (o empezó a no haber) hacia dentro?

Esto último se ve potenciado por varias noticias de estos días, cuya base son problemas que el Gobierno persiste en trasladar hacia un delante que nunca se sabe cuándo llegará. La inflación real es uno de ellos y no precisamente el menor: despierta justificadas presiones salariales, que en simultáneo desatan prevenciones y aprietes del establishment. Los campestres acaban de avisar que vuelven a la carga y el amigazo Buzzi, con el envión de haber sido reelecto al frente de la Federación Agraria, pidió devaluación hecha y derecha. Y encima (aunque todavía más dentro que fuera de palacio y de las capillas de candidatos) comenzó la desembocadura electoral 2009, con todo lo que eso supone respecto del manejo de gasto público y de tensiones crecientes. Como única respuesta corroborada, ante ese clima, figura la de ganar cordialidad externa en el peor momento del humor financiero mundial. Es de resultado dudoso -por lo menos- que la energía se concentre en eso y no en definir de una buena vez aspectos de gestión interna, como la política de impulso productivo, la intervención en las cadenas de los formadores de precios, la estructura salarial, el sistema impositivo, el rumbo agropecuario. Salvo por el proyecto de movilizar las jubilaciones y el ligero reacomodamiento tarifario de algunos servicios públicos, la impresión es que la economía permanece en un piloto automático de recaudación fiscal.

En su discurso del jueves pasado ante el Consejo de las Américas, la Presidenta arrojó conceptos que es muy complicado rebatir desde un pensamiento progresista. Dijo que en el mundo pasa lo que pasa por haber creído en la fantasía de la desaparición del Estado y que la inflación está distorsionada por la concentración del mercado en pocas manos. Muy bonito pero resulta que por aquí las medidas no están a la altura de las palabras, sin por eso dejar de reconocer que, dentro de los límites de un sistema capitalista, hubo algunos avances que beneficiaron a sectores populares y clase media. Esa mano estatal en la economía, sin embargo, comienza a revelarse insuficiente para la muy incierta etapa que vive el mundo y para la temperatura de los conflictos endógenos, que entre otros motivos se incrementan porque la convicción social es que Argentina ya pasó lo peor tras superar su comienzo de siglo. La distribución de la riqueza, el drama sempiterno en Educación y Salud, la ausencia de políticas activas contra la pobreza, el reparto de los impuestos con las provincias, un modelo de transporte colapsado, son desafíos extremadamente complejos que requieren de vocación correctiva y creatividad ejecutiva.

No se ve que haya eso y, para peor, se observa haber privilegiado un salvataje de bonistas. Como si retornara la historia de confiar más en la buena letra con los usureros internacionales que en las potencialidades propias.

MARCA DE RADIO, sábado 27 de septiembre de 2008.


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Pensemos en "Playboy" (Por Sandra Russo)

Playboy en el caso de la valija, o cómo en los temas menos pensados se deja ver una derrota en la batalla cultural.

Al escándalo de la valija no podía faltarle una chica Playboy. Ya había pasado con una pulposa compañera de los sin techo brasileños. Y aunque María Luján Telpuk tenga techo y un ex trabajo seguro pero embolante, comparte con la sin techo brasileña haber lanzado señales de humo erótico desde las páginas de política de los diarios de sus respectivos países. En el caso brasileño, es posible una lectura específica, ya que la marca Playboy tiene connotaciones muy fuertes. Aunque debe haber habido algunos compañeros de la pulposa que le deben haber advertido que estaba prestándole el cuerpo a un sistema de signos en el que también se inscriben todas las pestes capitalistas, la mayoría de ellos debe haber festejado “llegar” a la tapa de Playboy. “Mostrar” qué hembras hay en sus filas. Cierto orgullo confesado o no debe haber recorrido a muchos sin techo que estaban siendo representados en la tapa de una revista erótica norteamericana por una de sus mujeres, desnuda, vuelta objeto de deseo de hombres capitalistas. La lógica de barrio aplicada. Los movimientos políticos no le prestan mucha atención a la idea que tienen de los cuerpos de sus mujeres. Hombres y mujeres. Eso implica otros debates. Pero sobre los movimientos o partidos políticos latinoamericanos. Porque nuestras hermanas latinoamericanas son nada menos que las latinas, el nuevo objeto de deseo yanqui.

En el caso de Telpuk, las cosas son muy distintas. Comparten sí la vía a través de la cuál “llegan” a Playboy, esa usina que Playboy tiene abierta siempre, y que le permite ofrecerle al lector las fotos de desnudos “cuidados” más famosas del mundo, pero con el plus de que estos cuerpos arrancados de otros ámbitos son cuerpos virginales en el sentido de estar desnudos a cuatro colores para consumo opcional de millones de lectores. La mayoría de las chicas Playboy ha estado desnuda desde mucho antes. Estos cuerpos traen no sólo una primera vez, sino también y sobre todo la idea de que una oferta económica de Playboy y su tapa pueden cambiarles la vida: son cuerpos cuyas dueñas necesitan que sus vidas cambien. No es una aspiración femenina generalizada salir en pelotas en la tapa de Playboy. Es un síntoma, más bien, de un tipo de mujer que busca un atajo. Playboy, así, “compra”. La operación simbólica es prostibularia.

El caso de la valija debe tener para los norteamericanos una connotación como la que tenían esas películas de Emilio Disi haciendo de detective. La estructura narrativa de una porno sin sexo. Ya tenemos dos personajes femeninos: la secretaria y la policía aeronáutica. De eso se ocupa Playboy: de captar situaciones con un morbo invisible, y hacerlo un desnudo.

Lejos de los tiempos de Para leer al Pato Donald, que se devoraba en las universidades de los ’70, el imperio no ha dejado de tender sus increíbles tentáculos disciplinarios sobre episodios menores o mayores del mundo hispano, poblado de hembras latinas con curvas y tetas igual de hechas que las norteamericanas, pero con mejor caída.

Esto es probablemente causa del protagonismo hispano en Estados Unidos. Ya ha creado un dialecto, el spanglish. Pero también como grupo mayoritario imponen estándares de belleza. Hemos perdido innumerables batallas culturales frente al discurso imperialista, y nuestras relaciones con el cuerpo y el erotismo no escapan a lo que fue entregado en esas derrotas. Los ciudadanos urbanos de las grandes ciudades de América latina somos sujetos identificados con los habitantes de Nueva York. Sus gurúes sobre el bienestar son best sellers, mientras los ataques de fobia y de pánico llueven como garúa. En materia del respeto por nuestros cuerpos y de nuestro erotismo, hemos perdido incontables veces en la famosa batalla cultural.

Pero ahora, lo latino es bello. Los latinos viven pobremente, pero se han colado en Hollywood. El estándar latino de belleza hechiza por su desmesura, por su promesa de descontrol, por romper el modelo de la hembra andrógina de la moda, ése que le propone cuerpos sin carne y sin deseo. El hecho es una buena oportunidad para ponerse a pensar en estas cosas. Avisé.


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Logaritmos (Por Adrián Paenza)

¿Qué son los logaritmos? ¿Para qué sirven? ¿En qué se aplican?

Quiero contar una breve historia. No estoy seguro de que haya sido exactamente así, pero es un recuerdo distorsionado de mi pasado.

Para fijar las ideas, digamos que tenía entre 7 y 8 años. Mi padre solía charlar conmigo sobre diferentes situaciones de la vida cotidiana. Trataba de interesarme en lo que sucedía a mi alrededor. Vivió (y mi madre también, claro) intentando que mi hermana y yo entendiéramos la importancia de respetar al otro, de ser generosos, solidarios. No sé si lo consiguió, pero ciertamente lo intentó.

Recuerdo que una vez trajo un librito pequeño, con muchas páginas. Cada página tenía muchos números. Muchos. Cada número figuraba en una pequeña tabla. Si la memoria no me traiciona, creo que en el lomo (del libro) decía: “Tablas de logaritmos de Lalande”.

Aunque parezca raro, mi idea, al ver tantos números, era saber si podía descubrir cómo estaban ordenados y qué patrón podía encontrar. Era fácil advertir que estaban dispuestos de menor a mayor, pero ¿qué separaba a uno del siguiente? ¿Cómo hacer para calcular el próximo sabiendo el anterior?
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No me daba cuenta de que, si hubiera habido una manera de hacerlo, ¿para qué alguien habría de escribir y publicar un libro sobre el tema? Es decir, si hubiera habido alguna forma de descubrir el número siguiente, conociendo el anterior, no tendría sentido escribir esas tablas. Sería equivalente a que aparecieran publicadas las tablas de multiplicar.

La pregunta obvia era entonces: ¿para qué sirven? ¿Qué son los logaritmos?

Mi viejo me preguntó: “¿Qué es más fácil: multiplicar o sumar?”. Yo contesté lo mismo que usted está pensando: “sumar”.

Luego –como era esperable– vino otra pregunta de mi padre: “¿Qué es más fácil: calcular potencias de números o multiplicar?”, que obtuvo la respuesta obvia: “multiplicar”.

Y eso, aunque parezca una banalidad, es lo que uno tiene que saber si quiere hacer cálculos en forma más sencilla. Obviamente, en la década de 1950 no había calculadoras ni computadoras. Por lo tanto, si uno tenía que hacer operaciones con números grandes (de muchos dígitos), usar logaritmos era la forma de abordarlos.

En esencia, los logaritmos ayudan a multiplicar números de muchos dígitos. Si bien no voy a hacer acá el desarrollo de la teoría de los logaritmos, lo primero que uno aprende de ellos es que si tuviera que multiplicar dos números “grandes”, lo que hace es calcularles el logaritmo a ambos, luego sumar esos logaritmos y, después, se vuelve para atrás (lo que en la escuela se llama “calcular el antilogaritmo”, o bien uno vuelve para atrás con la función exponencial).

Para simplificar, supongamos que uno tiene que multiplicar dos números escritos como potencias de 10. Digamos 105 x 107 . Dicho de otra forma:

100.000 x 10.000.000 (*),

o sea, cien mil por diez millones.

El número 5 –que aparece en 105– cuenta la cantidad de “ceros” que tiene el primer número, y de la misma forma el número 7 –que aparece en 107–cuenta el número de ceros que tiene el segundo.

Entonces, si uno calcula los logaritmos de ambos, obtiene 5 y 7. Los suma y obtiene el número 12. “Volver para atrás”, en este caso, significa poner un uno seguido de doce ceros, y por lo tanto, el resultado de multiplicar 105 x 107 = 1012= 1.000.000.000.000.

La cantidad de dígitos que tiene un número indica cuán grande es. Lo que hace el logaritmo de ese número –entre otras cosas– es detectar cuántos dígitos tiene y, por lo tanto, saber qué tamaño tiene.

De esa forma, uno tiene idea del tamaño que tendrá el producto. Después lo podrá calcular con mayor o menor precisión, pero estimar el número de dígitos permite estimar el tamaño del producto.

Por supuesto, los logaritmos tienen múltiples aplicaciones que sería imposible enumerar acá. Pero, al menos ahora, si alguien viene y le pregunta para qué puede servir conocer el logaritmo de un número, usted le puede contestar que tener ese dato permite saber (entre otras cosas) el tamaño del número. Permite también convertir multiplicaciones en sumas y potencias en productos. Se usan para convertir cuentas complicadas en otras mucho más sencillas.

Pero el logaritmo (y su inversa, la función exponencial) también se usa para medir la intensidad de un terremoto (en la escala de Richter), para evaluar cuánto tiempo llevaría la solución de un problema mediante una computadora (lo que se llama estimar la complejidad de un proceso), para describir el decaimiento radiactivo de una sustancia, para medir cómo se expande una enfermedad o cómo crece o decrece una colonia de bacterias, para calcular cómo crece un determinado capital invertido en un banco a un cierto interés, en múltiples ocasiones en ingeniería y física... y la lista continúa. Hasta para medir semitonos en las partituras de música están presentes.

Para todos aquellos que nacimos antes de la era de las calculadoras-computadoras, usar logaritmos y reglas de cálculo era nuestra única salvación. Los usábamos para resolver operaciones larguísimas y cuentas tediosas que, hoy, abordamos con total naturalidad. Lo que pasa es que hoy nos resultan transparentes. Están, sí, pero no se los ve.

(*) 105 = 100.000 y 107= 10.000.000


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22.9.08

Los Peter Pan de la Argentina: Los dirigentes que supimos conseguir

Alguna o algunas veces me referí a la Argentina, y especialmente a sus dirigentes, como eternos adolescentes. Un país y una dirigencia que pareciera sufrir de un eterno síndrome de Peter Pan.
Se niega a crecer. Nos negamos a crecer, para no ponerme en un lugar que no me corresponde porque formo parte del mismo grupo humano que conforma éste país. 

Hay una situación que se generó especialmente después del tristemente célebre "Mi voto no es positivo" de Julio Cobos, el vicepresidente de la Nación y presidente de la Cámara de Senadores de la Nación que definió la votación y la consecuente derrota del proyecto que presentó el gobierno (su gobierno, del que él forma parte) respecto a las retenciones móviles a las exportaciones agrarias.

El gobierno congeló su relación que su vicepresidente por ésta circunstancia. El vicepresidente comenzó un raid por todos los medios de comunicación y asistió a cuanta ceremonia o evento de cualquier índole al que el gobierno no deseaba asistir, o no le interesaba asistir. 
Cobos recibió aplausos en estadios de tenis, en una maratón realizada en Buenos Aires, etc.. etc.
Supongo que se sentirá algo así como un San Martín o un Perón radical (o ex radical, ya que su partido lo expulsó de por vida, aunque parece que ya transcurrió el suficiente tiempo como para considerar reincorporarlo. Coherencia irrenunciable del partido Radical y de don Cobos). En cualquier momento se asomará al balcón de la Rosada a saludar a las palomas de la Plaza de Mayo cuando vuelva a tener la posibilidad de asumir el gobierno durante alguna ausencia de Cristina F. de Kirchner.

Hablaba del infantilismo de nuestra dirigencia. En primer lugar, del propio gobierno que en lugar de buscar alguna salida a la crisis institucional generada por Cobos, le hace el vacío como un chico empacado.O no dando audiencias a dirigentes de la oposición que no les caen en gracia. Después el mismo Cobos por lo que ya dije... gozando de su efímera y triste "fama". Actuando como otro nene caprichoso contra "su" propio gobierno, el mismo del que él es la segunda figura. Y por último, la oposición en su conjunto, representada en estos momentos por Mauricio Macri, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que en cuánto la presidenta se ausenta del país y Cobos asume ese cargo, él presenta la solicitud de audiencia... que para colmo, Cobos le concede inmediatamente y se reúnen un rato más tarde. 

Cosas ridículas que no llevan a ningún lado. Actitudes que lo único que hacen es crear un ambiente absurdamente tirante no sólo entre ellos, que sería lo de menos, sino en la propia sociedad, que como parte de la masa adolescente de ciudadanos, se pone de un lado o del otro, como en un eterno "Boca/River".

Señores y señoras: ya son bastante grandecitos como para semejantes pendejadas.
No jodan más con todos nosotros. Hagan lo que tienen que hacer, que es gobernar u oponerse con madurez y seriedad. No todo en la vida de un político es especular y/o rebajarse para obtener uno o dos votitos más.

Sí, es cierto que toda ésta dirigencia no surgió por generación espontánea. Es parte de la sociedad, es parte de lo que somos, pero la verdad sea dicha: Ya me tienen las b... por el piso los dirigentes de todos los órdenes y niveles del peronismo, del radicalismo, del Ari, del Pro, los "gordos" de la CGT, etc.... Habría muchos más para agregar a mi lista, pero necesitaría un par de blogs más...

Crezcan, señores y señoras... Maduren de una vez, por favor. Si ustedes lo hacen o al menos lo intentan... nosotros recogeremos su ejemplo. Si no, nos iremos lenta, pero irremediablemente, al carajo todos juntitos... 
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Un zorro en el gallinero (Por Raúl de la Torre)

Más allá del generoso salvavidas que el gobierno arrojó sobre las cabezas de la banca privada, en particular la relación entre los bancos de inversión y la Casa Blanca reconoce antecedentes mucho más antiguos. El hecho de que el principal gestor del salvataje vaya a ser Henry Paulson, hoy secretario del Tesoro, habiendo sido hasta antes de asumir en ese cargo el presidente precisamente de Goldman Sachs –hasta mayo de 2006–, no es ni siquiera un hecho aislado. A lo largo de la historia contemporánea, la relación entre banca de inversión y gobierno norteamericano ha tenido la fluidez de un permanente aporte de cuadros técnico-políticos a distintos gobiernos. Y, por supuesto, también hay registro de caminos de regreso: de la Casa Blanca a la poltrona de un cargo en el directorio de las hasta hace poco prestigiosas entidades financieras. ¿Connivencia o incompatibilidades éticas? Es Estados Unidos, estúpido, como diría Bill.

Paulson mudó sus oficinas de Manhattan a Washington en la primavera boreal de 2006, convocado por George Bush para hacerse cargo del Departamento del Tesoro. A nadie sorprendió que el gobierno recurriera al titular de Goldman Sachs, ya que otros funcionarios del mismo gobierno reconocían el mismo origen. Stephen Friedman, consejero para Asuntos Exteriores, y Joshua Bolten, nada menos que jefe de Gabinete de la Casa Blanca, provenían de la misma entidad. Por nombrar sólo a funcionarios de primera línea.

No es una particularidad de los Bush la afinidad con Goldman Sachs. Ya Bill Clinton había recurrido a los legajos de la compañía para formar su equipo en el área de Finanzas. Así sumó a su gobierno a Robert Rubin, como secretario, y a su segundo, Gary Gensler. Años antes, lo propio había hecho Ronald Reagan, al nombrar a John Whitehead (otro ex Goldman Sachs) como subsecretario.

Pero hay quienes hicieron carrera en sentido inverso. Un viejo conocido de la Argentina, y más conocido de Domingo Cavallo, es David Mulford, subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro desde 1989. Desde este puesto acompañó y apoyó la política de reprogramación de las deudas latinoamericanas que impulsó Nicholas Brady, a partir de 1991, que terminó en sucesivas crisis y catástrofes durante toda la década en la región. No satisfecho del todo con su labor en el sector público, Mulford siguió dedicándose a las deudas latinoamericanas al volver al sector privado, cuando quedó al mando del Crédit Swiss First Boston. Desde ese espacio, instrumentó el megacanje de deuda de 2001, que fue la acelerada a fondo que pegó la economía argentina mientras transitaba por un camino de cornisa. En sus cuentas, la operación no fue tan gravosa, puesto que cobró más de 150 millones de dólares en comisiones por su gestión.

La administración Bush había iniciado su gestión, hace ya siete años, intentando diferenciarse de los gobiernos que apañaron los abusos en materia de especulación en el sistema financiero. “Los carpinteros y albañiles no tienen por qué pagar los desastres hechos por los banqueros”, había sido una de las frases inaugurales de su cargo de Paul O’Neill, un secretario del Tesoro atípico por su discurso confrontativo con la banca y proindustrialista.

La postura no le duró demasiado al gobierno de Bush, que terminó optando por quien había sido uno de los mentores de las operaciones de alto riesgo en intermediación financiera, ya fuera con divisas, papeles de deuda con bajo respaldo o empresas en condiciones de alta inestabilidad. Henry Paulson al frente de esas prácticas logró batir records de utilidades en Goldman Sachs, haciéndole ganar más de 5600 millones de dólares en 2005.

Por ese resultado cobró 38,5 millones de dólares de bonus al año siguiente. Y un puesto de secretario del Tesoro. Hoy está al frente del combate contra la hecatombe que armó la especulación ilimitada.

FUENTE: Página 12



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16.9.08

Los Mapuches NO son "el campo": Era de suponer, ¿verdad?

Esto que les voy a contar es una pequeñísima anécdota de hace unos pocos días, ocurrida en algún lugar de nuestra Patagonia y que escuché por la radio. Sólo es un botón de muestra de lo que representan unos y otros para ciertos sectores de nuestra sociedad...
En su programa de todas las mañanas por radio Mitre, Ernesto Ténenbaum (creo que se escribe así, y si no, perdón) contó que la semana pasada había estado de mini vacaciones en el sur y que un día, yendo por una ruta para hacer una excursión, se encontró con que había un piquete de un grupo de mapuches cortándola. Era un eslabón más en su larga lucha por la reivindicación de sus derechos y reclamando por la propiedad de sus tierras.



Se había formado una cola de vehículos, como es lógico. Algunos no protestaban (al menos hasta ese momento) pero sí había un grupo que estaba ya nervioso por la demora para poder ir a disfrutar de, posiblemente, la misma excursión que pensaba hacer el periodista.



En ese grupo más molesto con los mapuches, se distinguía una gran mayoría de modernos y lujosos vehículos de los denominados 4 x 4, que suelen ser el estandarte actual de los sectores más acomodados de nuestra sociedad.



Uno de los mapuches que intentaba explicar la situación a los viajeros, que iban subiendo el tono de sus protestas contra el grupo de manifestantes, les dijo algo así: "No entiendo por qué se enojan tanto con nosotros. ¿Acaso ustedes no son los que apoyaron tanto al campo durante los meses que mantuvieron las rutas cortadas en todo el país?"
Claro que sí... pero como no son tontos los mapuches, y creo que unos cuantos más de nosotros, no era necesario esperar una respuesta de cualquiera de los "sufridos" turistas.
Es que, como digo en el título, los Mapuches NO son "el campo"... No es lo mismo un "esforzado" estanciero, por ejemplo... que un indio pobre y de piel "oscurita", ¿no es cierto?
¿Será que, como la intención de estos buenos señores (y señoras) de las 4 x 4 era hacer una corta excursión de unas pocas horas, no pensaron que podían necesitar las cacerolas? Podría ser... je

Creo que "para muestra basta un botón"

No sé por qué esto me hace pensar casi de inmediato en Bolivia y la sublevación racista que la está convulsionando...


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15.9.08

Imperiales (Por Eduardo Aliverti)

Debería ser tal vez la más grande lección que la política internacional, por llamarle de algún modo, haya deparado en las últimas décadas. Pero cabe dudar. No tanto de que lo sea, sino de que pueda ser asimilada como tal. Porque son ellos quienes manejan la cultura mundial, si aceptamos que se entienda por tal cosa que siempre están en capacidad de hacer creer que sus errores y horrores son el producto de problemas circunstanciales; y nunca de su etiología como Imperio soberbio y devastador, practicante de todo cuanto le venga en gana.

Hace alrededor de cinco años, alentadas por su dichosa Reserva Federal y estimuladas por la laxitud de los controles estatales, las entidades financieras yanquis comenzaron a otorgar hipotecas inmobiliarias a diestra y siniestra. La mayoría de los norteamericanos que las tomaban carecían de toda solvencia económica. Se disparó la demanda de viviendas. Y tres años después, la burbuja empezó a desinflarse porque los precios de las casas se desplomaron. Los norteamericanos que compraron la utopía de acceder a la residencia propia, conducidos por la soberbia del todo-se-puede-siempre-porque somos los más libres y los más capaces del mundo, quedaron encerrados entre hipotecas cada vez más caras y propiedades que valían cada vez menos. Millones y millones de familias pasaron a enfrentarse con la posibilidad de que los bancos les ejecutaran sus viviendas. So pena de una catástrofe peor que la crisis de 1929, cuando colapsó el sistema financiero de los Estados Unidos iniciando lo que pasó a los manuales como La Gran Depresión, esta semana los reyes del Dios Mercado no tuvieron otra chance que mostrar al Dios Estado con un aporte de 200 mil millones de dólares para rescatar a las dos mayores entidades hipotecarias del país. Es la más grande intervención financiera en la historia de los Estados Unidos. Y si ya de por sí las cifras en danza resultan casi inasibles por su magnitud, téngase en cuenta que el tsunami debe ser más terrorífico todavía porque ni siquiera con eso logran calmar al mundo. A su mundo de negocios de papeles pintados que no guarda relación con los bienes materiales. Porque en definitiva se trata de eso: la representación monetaria de lo que la economía produce es un desquicio de especulación, a escala universal, jamás visto. Aunque ya se sabe que los Estados Unidos tienen todavía la incomparable ventaja tecnológica de contar con la maquinita de fabricar dólares, y acaban de anunciar que recurrirán a ella como ninguna vez en la historia. O como la historia demuestra que ocurrió toda la vida.

Deberían guardarse hasta nunca más ver los gurús que juraron y perjuraron sobre la salud de la economía norteamericana; las consultoras esplendorosas que erraron todos los pronósticos sobre lo que ocurriría, o que sencillamente ocultaron la verdad; los analistas de estas pampas que reprodujeron como loritos esas felices profecías; los sobreactuantes de la importancia de las miradas externas; los panicosos por cada dato surgido de esas fuentes de amenaza continua. Deberían. Pero es más imposible que improbable que se les haya caído el ídolo. No es que no quieran ver el elefante que tienen delante de sus ojos: es que realmente no lo ven, porque su condición de esclavos culturales llega al extremo de no querer asumir que asisten a un Imperio formidable pero en decadencia irreversible. Similar o idéntico a lo que la izquierda no quiso asumir respecto de las taras y el rumbo de colisión implosiva de la URSS. Y nada de lo que vaya a ocurrir lo atribuirán a ese factor sino a las eternas excusas de los desmadres de aquí y acullá, con uno de sus focos puestos en los “populismos” latinoamericanos. Es altamente factible que la crisis mundial del capitalismo, adjudicada por Estados Unidos a la irresponsabilidad de los demás que nunca son ellos, haga caer las exportaciones de la periferia al centro. Que se vean en serias dificultades los gigantes emergentes: China, India, Rusia, Brasil (el conjunto que ya se conoce como “bric”, si se lo cita en orden inverso de potencialidad). Que avance el drama alimentario porque sigue produciéndose comida para alimentar automóviles, por vía de los biocombustibles. Que, en síntesis, la economía y el comercio mundiales estén a la puerta de una recesión con límites muy difíciles de predecir.

Un dedo de frente alcanza y sobra para darse cuenta de que, en ese marco, es fundamental la integración con los vecinos en bloques sólidos que no sólo permitan achicar los riesgos de la dependencia externa sino, y sobre todo, ampliar el horizonte de la independencia estructural. El anuncio de que Argentina y Brasil eliminarán al dólar de sus transacciones bilaterales, cuya practicidad habrá de verse, avanza en tal sentido. Pero en la coyuntura no hay o no habría forma de evitar que las consecuencias del desencaje norteamericano no afecten a las economías locales y regionales. El monstruo da la sensación de estar mucho más lastimado de lo que parece, y encima atenazado por sus fracasos o -de mínima- incertidumbres profundas en Irak y Afganistán. Y menos que ese dedo es suficiente para comprender que su fuga para adelante, o para atrás, continúa incluyendo la desestabilización de las zonas en que los intentos de reparación, tras la fiesta liberal de los ’90, amenazan sus intereses. Desde allí, aunque no únicamente, deben apreciarse los sucesos de Bolivia, excepto que las enseñanzas históricas sobre los intereses permanentes del Imperio no hayan servido para nada. Ahí donde sus incumbencias autoproclamadas registren peligro, ahí estarán ellos con el mecanismo que quieran y puedan: invasiones, atentados, creación o aprovechamiento de tembladerales, combate contra el narcotráfico, medios de comunicación feroces. Bolivia, una de las reservas de gas más grandes del mundo, ahora presidida por un líder de raíz indígena que termina de ser refrendado por más del 60 por ciento de la población, sufre hoy por haber comenzado a avanzar contra esos bestiales desequilibrios distributivos que la caracterizaron a lo largo de toda su historia. Y tanto debe hablarse de la derecha racista que convulsiona al país mediante la protección armada del suelo en que se posa, como de la abierta intervención del embajador norteamericano en apoyo de la dirigencia divisionista. Que ni siquiera hayan guardado las formas da la pauta del carácter estratégico que la zona representa para las pretensiones de la Casa Blanca y sus halcones (¿quedan por allá quienes no lo sean?), en sentido contrario a los razonamientos que secundarizan la importancia de América Latina para aquél apetito. La situación compromete a Argentina de manera directa, porque los recursos gasíferos bolivianos le son imprescindibles. Y mucho más a Brasil, que en las últimas horas prácticamente encabezó los movimientos diplomáticos destinados a gestualizar el apoyo al gobierno de Evo. Pero los cabecillas autonomistas que con tanta frecuencia visitó el diplomático estadounidense insisten en que nunca aceptarán recibir órdenes de un indio.

Ellos y sus secuaces. Lo mismo de toda la vida, pero en esta ocasión con la oportunidad inédita de que la región se defienda y se les plante. ¿Será? ¿Seremos?

MARCA DE RADIO, sábado 13 de septiembre de 2008.



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13.9.08

París - Merlo (Por Eduardo Aliverti)

Volvieron a caer los bonos. Subió el riesgo-país. Es incierto que sea legal pagar con las reservas. El monto es inferior porque hay intereses que no vencieron. El monto es superior porque los pagos atrasados no son la deuda vigente. Los bancos de Wall Street plantean serias dudas sobre el impacto de la medida. Los técnicos del Central se enteraron por televisión y el propio Redrado recibió la noticia a último momento. Podrían haber refinanciado y pagado en cuotas. El Financial Times advierte que esto corrobora la fama de impredecible que tiene el gobierno argentino. Reacción negativa entre los operadores es estimulada por un informe de Domingo Cavallo y de quien fue su jefe de sus asesores. La confianza de los consumidores no cambiará. Lo único más o menos seguro es que se reflotaría el proyecto del tren bala. Las dudas de los financistas no desaparecen y en realidad son más escépticos porque bajan las reservas. Sigue sin haber signos de que Argentina corrige su modo incierto de relacionarse con el mundo. Poca repercusión entre los medios europeos. Ahora hay que vigilar a los que compran dólares para minimizar la pérdida de reservas. La ilusión duró sólo un día. Se pierde capacidad para hacer frente a una eventual crisis de confianza. El riesgo-país seguirá creciendo porque lo que debe modificarse son las mediciones del Indec. Se perdió excedente de respaldo sobre la base monetaria. Las encuestas que indican apoyo social a la medida son discutibles. Lo que quiere Estados Unidos es que les paguen a los bonistas que no canjearon deuda. Las reservas pueden ser embargadas a favor de los fondos buitre porque se considera que en Argentina el Banco Central y el Estado son lo mismo. Es un golpe político que no se anticipa a la realidad sino que corre detrás de ella. Gambetearon otra vez al Congreso.
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Es tentador continuar con la lista, que ocuparía todo el espacio de esta columna. Pero alcanza, sin que le sobre nada, para reflejar la andanada crítica que los diarios más importantes de alcance nacional, y varios del exterior, más la amplificación de radio y tevé, le dispensaron a la decisión de pagar toda la deuda con el dichoso Club de París. Los mismos diarios y los mismos periodistas, con alguna salvedad nunca faltante, que exigían casi a voz en cuello tomar una decisión urgente respecto de los compromisos adquiridos con esa elite de países acreedores. Si el kirchnerismo pensaba calmar los ánimos de la patria financiera internacional, que llegó a hablar de un nuevo default, parecería estar claro que se equivocó. Aunque en estas cosas nunca se sabe, porque la histeria de los acreedores puede ser sinónimo de continuar la presión y no de castigar efectivamente. Ese es uno de los puntos. Hay otro consistente en si de verdad hacía falta semejante muestra de poder de pago, que suena a sobreactuación. Y hay otro, que radica en la licitud de esa deuda. Y hay otro, complementario del primero, basado en que las reacciones inversas a lo esperado enseñan que muy improbablemente un gobierno con (este tipo de) discurso de centro-izquierda pueda aspirar a cosechar por la derecha (¿o alguien tiene dudas de que si esta medida la tomaba una administración explícitamente conservadora estarían aplaudiéndola a diez manos?). Y hay unos cuantos aspectos más, pero ninguno más significativo que dos hechos incontrastables: primero, que la deuda saldada o a saldar es apenas poco más del 4 por ciento del total de lo que debe el país; y después o antes, que tanto como tras el pago fulminante al Fondo Monetario no hay ningún gesto que reemplace a la prioridad de compensar la deuda interna con un modelo de desarrollo que -y aquí sí debe coincidirse con alguno de los cuestionamientos señalados- suponga no dar la sensación de andar a los manotazos de ahogado. Análogo a lo de Aerolíneas, excepto por que en el caso de la empresa de aviación no quedaba otra que salvarla casi como fuere: había que hacerlo, pero nadie tiene claro cómo sigue.

Esto último requiere de puntualizaciones que deberían ser obvias. Porque de la misma manera en que el establishment tiene la previsible desfachatez de regañar una medida que bajo otro signo político cubriría sus más caras expectativas, hay indicaciones del pensamiento progresista que anclan en una demagogia más bien barata. Si el tema es no pagar la deuda con el exterior porque su origen, arrastrado desde la dictadura, es total o parcialmente ilegítimo; o porque es un bochorno moral que se privilegien esos pagos por sobre el bienestar de la población, debería hablarse de un gobierno revolucionario exigible como tal por el conjunto de la sociedad. Y no de uno como éste, que es simplemente una experiencia de intervencionismo estatal en algunos rasgos de timoneo de la economía. Con eso solo basta para acusarlo de izquierdismo infantil, y para que se haya lanzado un intento de restauración conservadora que ya le dobló el brazo en la puja por las retenciones agrícolas. Pero sí es cierto que una cosa es pagar deuda bajo algún signo a futuro que no sea seguir convertidos en una republiqueta sojera, y otra bien diferente es hacerlo sin ninguno. La presunción es que se trata de lo segundo. Y entonces cobran a derecha porque no se advierte consolidación, a más (nada menos) de las prevenciones ideológicas; y a izquierda porque queda el flanco de que se paga a cambio de nada. Sin contar, encima, que la derecha pega por la izquierda cuando habla de la imperecedera deuda social, como si alguna vez le hubiera preocupado y como si no hubiese sido su generadora. Reclamo de un cinismo inenarrable, pero apto para concitar popularidad.

Un contraste de ese tipo fue vívido con los episodios de Merlo y Castelar. Hubo componentes anecdóticos y ridículos, como poner el centro de la cuestión en si activistas del Partido Obrero fogonearon la violencia. La liviandad con que se acusa al PO de tener esa capacidad de despliegue repentino es inexcusable. Alguna gente sensata se esforzó por recordar que el ojo del huracán no es otro que la suma de chispas acumuladas por viajar peor que vacas maltratadas. Y fue y es improbable que esa imagen incendiaria del conurbano no resulte contrapuesta con la idea de contentar al Club de París. Es facilista, pero es. Y es porque no hay un marco de expectativas favorables acerca de que los sacrificios cotidianos tengan plazo de vencimiento, o de amortiguación.

Lo más riesgoso es que este desencanto, sumado a los tantos que hay por ahí, puede ser nuevamente capaz de servir el juego a los responsables del estado de las cosas. A esta altura, el Gobierno es uno de ellos porque, entre otras, su gestión en política de transporte es literalmente un desastre; y, para agravar, ni siquiera da explicaciones. Pero no debe olvidarse que los que están detrás de especular con la pésima calidad de vida de los sectores populares son, en realidad, los que estuvieron adelante.

MARCA DE RADIO, sábado 6 de septiembre de 2008.


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7.9.08

La cultura general ha muerto (Por Pablo Hupert)


0,50 fue el promedio general en un examen de cultura general tomado a alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata en mayo de 2004 (ver noticia). Hubo una onda de preocupación en los medios y en el Ministerio de Educación y en toda la ciudadanía responsable por la calidad de nuestros profesionales. La preocupación es esta: los chicos no saben nada de cultura general. Pero tal vez, más que replicar una preocupación acerca de la cultura general de los futuros profesionales debiéramos interponer una constatación acerca de la cultura general de los jovencitos en general:no hay más cultura general.
En aquel diciembre, el resumen televisivoTVR mostraba que ante la pregunta de cultura general unos chicos de secundaria no sabían qué responder. En cambio, ante la pregunta de quién es el hermano de Silvia Suller los chicos sí sabían qué responder. Pero veamos. Cultura general es un corpus que el ilustrado o luego el ciudadano debían conocer para integrar la humanidad occidental. La cultura general, ese corpus llamado cultura general, se conformó hacia el siglo XVIII con la Ilustración y la Enciclopedia, se renovó luego con el surgimiento de las ciencias humanas y de las diversas ciencias del siglo XX, ampliándose con la ampliación de conocimientos de estos siglos: parecía un cuerpo siempre joven, siempre rejuveneciendo, sensible y ampliable al infinito.
Y ahora estalló. No estalló por no poder integrar un nuevo campo del saber sino porque cambió la tecnología que soporta el conocimiento, haciendo que deje de ser saber o conocimiento y pase a ser información. La cultura general, que es la cultura occidental clásica compendiada, se soportaba en papel, en libros, se compendiaba en una enciclopedia, se estudiaba en la escuela y la universidad. La información contemporánea no se compendia sino que prolifera y se difumina en discos rígidos, redes, medios de comunicación diversos y redes de redes de redes; no se enseña en instituciones sino que se difunde por esos medios, no se la estudia sino que se accede a ella. En la tecnología enciclopédica, el saber es totalizante y tiene un orden; en la tecnología informacional el saber está desmadrado, está desbordado y está desordenado. Se sabe mucho más de lo que hace falta o se puede saber y, encima, no se sabe por dónde empezar: no se puede aprender.
El corpus cultura general tiene un momento histórico de nacimiento y formación, y asistimos al momento histórico de su deformación y defunción (de este y de todos los corpus).
¿Qué muere al morir el corpus cultura general y los corpus en general? Muere la época en que sabíamos qué era necesario saber y cómo aprenderlo. “La sociedad tampoco los estimula a estudiar”, admite el profesor que tomó el examen. Hoy, al tipo de datos que pedía el examen (qué cargo ocupaba Saddam Hussein, por ej.), en los juegos de preguntas y respuestas se lo llama trivia: trivialidades… No debiéramos menospreciar al chico que veía necesario saber quién es el hermano de Silvia Suller.


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6.9.08

¿Y Julio López?





El 18 de septiembre se cumplirán dos años del secuestro y desaparición de Jorge Julio López. Julio fue detenido-desaparecido durante la última dictadura militar, luego liberado y con la reapertura de los juicios a los genocidas, fue uno de los testigos cuyo testimonio permitió que Miguel Osvaldo Etchecolatz esté en prisión con la pena de reclusión perpetua. El 18 de septiembre de 2006, a pocas horas de conocerse la sentencia contra Etchecolatz, Julio fue suecuestrado nuevamente en el barrio de Los Hornos, en La Plata. A casi dos años de esta nueva desaparición, seguimos sin respuestas.; por eso el 18 de septiembre marcharemos hacia Plaza de Mayo en Capital Federal, para exigirle al gobierno y a al Justicia una respuesta a una pregunta muy sencilla y a la vez desgarradora: ¿y Julio López? Y para que ésta pregunta sea contundente, para que no pueda no ser escuchada, para que alguien se haga cargo queremos ser miles y miles en las calles, por eso empezamos desde ahora a preparar la marcha y todas las actividades que se puedan realizar alrededor de esto. Vos podés ser parte: bajate la imagen de la campaña. Multiplicala, mandala por mail, hacé stenciles, pintá remeras, hacé pines, calcos, afiches. Pegala en tu lugar de trabajo, en tu colegio, facultad, en el barrio, llená paredes y todo lo que se te ocurra. Cuántos más seamos preguntando, menos van a poder evitar respondernos.

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5.9.08

Pino Solanas: La próxima estación (La última película de Pino) - Tomado de su página personal


LA PROXIMA ESTACION (2008)
Historia y Reconstrucción de los Ferrocarriles

Ver avance de la pelicula

"La Próxima Estación"
Documental
Duración: 115 minutos
Color, 35 mm.
Copyright: Cinesur S.A.
Buenos Aires - Argentina - 2008

CARTA A LOS ESPECTADORES:

I):A comienzos de los años 90, las empresas del Estado se privatizaron con la promesa de modernizar sus servicios y brindar mejor atención: los trenes interurbanos fueron suprimidos; miles de pueblos quedaron aislados y un millón de habitantes emigró hacia las capitales. El maltrato al pasajero se hizo norma. Los robos y accidentes se multiplicaron.Con la privatización de las aerolíneas también se eliminaron rutas provinciales y los pasajeros son abandonados en los aeropuertos. Jamás se vivió en el país una crisis del transporte semejante. Al suprimir el 80% de los trenes, el transporte de cargas y pasajeros pasó al automotor. Las carreteras quedaron saturadas y los accidentes fueron en aumento: sólo en el 2007 la “guerra del automotor” provocó más de 8000 muertos y miles de heridos.
La confusión sobre lo público y lo privado sigue vigente. Los trenes se privatizaron porque daban pérdidas, pero los servicios públicos ¿están para dar ganancias o para servir a la comunidad?¿Acaso deben dar renta las escuelas o los hospitales públicos? Si los ferrocarriles perdían 1 millón de dólares por día, hoy cuestan 3 millones diarios pero sólo funciona el 20% de los trenes que teníamos antes.

II): La construcción de los ferrocarriles fue una de las grandes epopeyas industriales del país. En 1857 comenzó a circular el Ferrocarril del Oeste - una empresa de capitales argentinos- y años después, llegarían las compañías inglesas y francesas. Casi un siglo más tarde, el gobierno de Perón nacionaliza todos los ferrocarriles y la red alcanza los 50.000 km.; nacen las escuelas ferroviarias; se fabrican locomotoras diesel y a vapor y todo tipo de vagones; el tramo Buenos Aires-Rosario se cubría en 3,30 hs. Con el gobierno de Arturo Frondizi comienza la reducción del ferrocarril. Su ministro A.Alsogaray pone en ejecución el Plan Larkin, del Banco Mundial: se eliminan tranvías y trolebuses y desembarcan las multinacionales de camiones y neumáticos. El tiro de gracia lo dio el gobierno de Carlos Menem: los trenes fueron privatizados o transferidos a las provincias. Desde entonces y hasta Kirchner, siguen los mismos concesionarios: Cirigliano, Romero, Roggio, Urquía, Macri, Techint, Unión Ferroviaria y las brasileras Camargo Correa y A.L.L. El gobierno paga hasta el último salario ferroviario, y todas las roturas y reposiciones de material. Por cuenta del Estado, los concesionarios reparan vagones, locomotoras y estaciones: lo que vale 1 peso es facturado varias veces más. El negocio es cobrar el subsidio estatal.

III):El ferrocarril no tiene reemplazo:” es el único transporte que puede llegar a destino en las peores condiciones climáticas”. Es el medio de transporte más seguro, menos contaminante y más económico. Es 8 a 10 veces más barato que el transporte automotor: una locomotora arrastra la carga de 50 camiones o de 20 ómnibus de pasajeros. Para financiar el “tren bala” - que sólo servirá a las capas pudientes de Buenos Aires, Rosario y Córdoba y no transfiere tecnología- el gobierno endeuda al país por 30 años. Con la mitad de lo que costará la obra, se pueden reconstruir a nuevo los ferrocarriles interurbanos de las provincias del país, con 7.000 km. de vías para trenes de pasajeros, 11.000 km. para los cargueros y 310 locomotoras nuevas. La reconstrucción de los ferrocarriles y su industria, es una urgencia económica y una batalla cultural. Después de tanto fracaso, hay que avanzar hacia un modelo de gestión que incluya a los pasajeros, los trabajadores y los transportistas de cargas para construir el “tren para todos”: un tren público, cuidado por todos y al servicio de todos.

Los trenes volverán, como vuelven los días, los meses, las estaciones…
Los trenes volverán, para seguir uniendo pueblos, regiones y ciudades…
Los trenes volverán, como van y vuelven, los pasajeros, las cargas y mensajes…
Los trenes volverán, simplemente, por el placer de viajar:
como el agua, la luz o el amor, no es posible vivir sin ellos.

Fernando Pino Solanas



EQUIPO TECNICO:

Dirección: Fernando E. Solanas
Investigación, guión, y textos: Fernando E. Solanas
Productor Ejecutivo: Fernando E. Solanas
Productor Asociado: Pablo Rovito
Música original: Gerardo Gandini
Imagen y cámara: Rino Pravato - Mauricio Minotti - Alejandro Fernandez Mouján - Fernando E. Solanas
Montaje: Alberto Ponce - Mauricio Minotti - Fernando E. Solanas
Diseño de sonido: Lena Esquenazi
Asistentes de producción: Juan Pablo Olsson - Pablo Atkins - Iván Gotthold
On Line: Non Stop (Buenos Aires) Ignacio Gorfinkiel
Laboratorio imagen: Eclair (Paris) Odile Beraud
Mezcla de sonido: FX Design (Buenos Aires)







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"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)