30.8.12

El rapto de Europa

Que la capital de Europa esté en Bruselas no deja de tener su gracia. En un continente cuya historia reciente se resume en una greña casi perpetua entre Francia y Alemania, lo lógico hubiera sido colocarla en Berlín o en París. Pero Bélgica está bien, mejor que bien incluso, porque de un modo inconsciente, casi de pura chiripa, los analfabetos y codiciosos arquitectos del euro han venido a reconocer el papel que este pequeño país ha jugado en la historia europea en los dos últimos siglos: un ensangrentado...
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"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)