21.3.12

Veinte años después (por Guillermo Rodríguez Rivera)


I.
No, no es que intente plagiar a Alejandro Dumas, el viejo. Es que el pasado 21 de diciembre se cumplieron 20 años de la desaparición de la Unión Soviética, el estado obrero y campesino surgido de la Revolución que estallara en Rusia el 7 de noviembre de 1917, pero que se constituyó como estado en 1922, ya cuando Stalin ejercía la máxima dirección del que había sido el partido de Lenin y también de la naciente URSS.

Desde los años treinta, cuando Stalin, para garantizar su poder personal, mandó a ejecutar a quienes habían hecho la revolución junto a Lenin, muchos creen que se decretó el destino del estado soviético, que la torpe política de Mijail Gorbachov ayudó a consumar hace 20 años, con el insustituible apoyo de Boris Yeltsin.

Cuando se estaban cerrando estas dos décadas, el primer ministro de Rusia y actual presidente electo de su país, Vladimir Putin, afirmó que el fin de la Unión Soviética había sido una de las tragedias del siglo XX.

La frase estremeció a la ultraderecha norteamericana.

Mitt Romney, miembro del partido republicano de Estados Unidos y, según los analistas, el que mayores oportunidades tiene de obtener la nominación como candidato a la presidencia frente a Barack Obama, reaccionó indignado por esa declaración.

Romney, buen discípulo de Ronald Reagan, dice que cree y ciertamente propaga aquel nombrete que su maestro inventó y, según el cual, la Unión Soviética era “el imperio del mal”. Pero el candidato a candidato, es probable que no hubiera nacido en 1947, si el Ejército Rojo no hubiera entrado en Berlín dos años antes, para sepultar al que fue el auténtico imperio del mal en el pasado siglo: el Tercer Reich hitleriano.

Al margen de las luces y las sombras que tuvo en su historia la URSS, la afirmación de Putin encierra una verdad: el mundo era mejor cuando existía la Unión Soviética.

El cantautor español Joaquín Sabina cantó (¿alborozado, irónico, escéptico?) lo que creyó que era el fin de la “guerra fría”. Acaso la demolición del muro de Berlín marcó ese fin, pero fue para que empezaran las guerras calientes.

En 1991 se inició la Guerra del Golfo Pérsico, por la arbitraria anexión de Kuwait por Irak. El mundo entero demandó al gobierno iraquí que se retirara del estado soberano que era el emirato kuwaití.

Pero esa guerra fue sólo el prólogo a las injustificables que vinieron detrás. Cuando los albanokosovares quisieron segregar de Serbia la provincia de Kosovo, los Estados Unidos convocaron a las fuerzas de la OTAN, para bombardear a una Serbia que sólo defendía su integridad territorial.

En noviembre del año 2000, George W. Bush fue electo presidente en las más turbias elecciones que haya tenido Estados Unidos. El nombre del presidente electo se conocía siempre la propia noche del día de las elecciones. En este caso, pasaron semanas antes de que la Supreme Court se reuniera para decretar, por mayoría de un voto, que Bush había derrotado a Al Gore. Nueve meses después, dos aviones de pasajeros norteamericanos eran desviados de su ruta normal y estrellados contra las torres del World Trade Center, en Nueva York. Se afirmó que un tercer avión impactó al Pentágono, pero se sabe que fue en realidad un misil, arrojado contra la zona donde se ubicaba menos personal en el enorme edificio.

La popularidad del impopular Bush crecía súbitamente y el presidente anunciaba la guerra contra el terrorismo y, para perseguir a un hombre, decretaba la guerra contra una nación. Osama Bin Laden fue perseguido por un país que iba siendo arrasado mientras él estaba en otro (Pakistán). Pero no cesó —no ha cesado— la guerra contra Afganistán. Casi inmediatamente después se acusó a Irak de apoyar el terrorismo y poseer armas de destrucción masiva, pese a que los inspectores de Naciones Unidas no las encontraban, ni el Pentágono ni la CIA podían decir dónde estaban. Estados Unidos invadió el país y lo masacró, pero las armas siguieron sin aparecer.

Al cabo de cuatro años Estados Unidos retira sus tropas de una nación que ha tenido más de 1 millón de muertos y ha quedado destruida. Su petróleo, sí, ha quedado en manos de las transnacionales estadounidenses. Cuando empezó la guerra de Irak, el barril de crudo costaba 30 dólares. Hoy vale más de 100.

Ahora mismo existe la amenaza de una nueva guerra que los Estados Unidos, junto a Israel, pretenden librar contra Irán y cuyas consecuencias serían impredecibles.

Acusan a Irán de intentar construir una bomba nuclear, lo que el gobierno de ese país niega, y afirma que desarrolla la energía nuclear con fines pacíficos.

Israel y Estados Unidos, como la ultra reaccionaria monarquía saudita, aspiran a la desaparición del gobierno chiita en Irán.

Ciertamente, el mundo era más pacífico en tiempos de la guerra fría, el mundo era un poco mejor antes de la desaparición de la URSS.

Ahora están comenzando a entender, incluso los pueblos europeos, lo que le debían a la URSS.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, se invirtieron millones de dólares para convertir el Berlín Occidental en la primera gran vitrina europea del capitalismo y hacerla contrastar con el mucho más modesto Berlín Oriental socialista.

Toda la Europa capitalista adquirió una semejante condición de “sociedad de bienestar” en la que se combinó la política de “guerra fría” de Truman con el modelo económico keynesiano, adoptado desde tiempos de Roosevelt en Estados Unidos: los ricos pagan impuestos proporcionales al grado en que se beneficiaban de la sociedad. Esas grandes contribuciones mejoraron la vida en las grandes ciudades de Europa occidental, crearon miles de empleos, pagaban largas indemnizaciones a los trabajadores en paro, proveían excelentes jubilaciones y mantenían un seguro de salud que lo cubría todo. Con la alternativa comunista a unos kilómetros, los partidos reformistas de izquierda eran poderosos, y la burguesía quería que esa alternativa de izquierda dominara frente a la radical alternativa comunista.

Indirectamente, la Unión Soviética y el campo socialista beneficiaban a los sectores populares de Europa occidental y de los propios Estados Unidos: la gran burguesía de las dos grandes zonas del capitalismo, quería convencer a los sectores populares de la ventaja de su sistema socio-económico.

Cuando la competencia de la alternativa comunista desapareció, las ideas de John Maynard Keynes fueron reemplazadas por las de Milton Friedman, el economista a quien se debe en buena medida la doctrina del neoliberalismo.

Para Friedman, el mercado se regula solo, y el estado debe tener el mínimo de acción en la economía de la nación. Los ricos no deben pagar grandes impuestos, porque la acumulación de ingresos conducirá a la ampliación de sus inversiones y a la creación de nuevos empleos. Los servicios —educación, salud, bienestar social— deben privatizarse, para redimensionar el estado y reducirlo: el mercado puede absorberlo todo.

Pero ocurre que los grandes ingresos de los bancos han creado un capitalismo no-productor ni creador de empleos, sino especulativo, lo que llaman “capitalismo de casino”, que no crea bienes, ni servicios, ni empleos. Los bancos han prestado irresponsablemente miles de millones de dólares y, la doctrina de Friedman ha demostrado su invalidez cuando el estado ha tenido que acudir a salvar a los bancos con miles de millones de dólares de los contribuyentes. Es bastante probable que mucho de esto se habría evitado si hubiera existido la Unión Soviética.

II.

Los Estados Unidos y sus más importantes socios europeos – Inglaterra, Alemania, Francia – están empeñados en una sistemática eliminación del mundo árabe que no quiere doblegarse ente el expansionismo de la derecha fundamentalista de Israel. Se apoyan en las monarquías y emiratos antidemocráticos que temen al dominio chiita en Irán. Han doblegado a Irak, han doblegado a Libia, con el erróneo concurso de Rusia y China. La resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a los civiles libios, fue convertida por la OTAN en el instrumento para derrocar al gobierno de Gadafi, torturado y linchado por sus adversarios, ante las carcajadas de Hillary Clinton.

Ahora han querido aplicar el mismo expediente a Siria, pero Rusia y China han reconocido el error que cometieron y han vetado la nueva resolución. China parece que también ha comprendido, como ha entendido Rusia: el expansionismo de la ultraderecha norteamericana está zanjando rápidamente aquellos desacuerdos entre rusos y chinos de los tiempos de Nikita Jruschov y Mao Zedong.

El asalto a Afganistán, a Libia, la intervención en Pakistán y el proyecto de atacar a Siria y a Irán, la creación del escudo antimisiles, todo ello apunta al cerco de Rusia y China.

La ultraderecha estadounidense, esa que representa Romney, no pretende un mundo donde las fuerzas se equilibren e impere el derecho internacional.

Aspira a un mundo regido por una sola superpotencia, los Estados Unidos, dedicado a violar las fronteras nacionales que le parezcan y, a falta de una idea más original —porque las alas de su imaginación no le dan para más— Romney apela a un inaceptable chauvinismo y esgrime, como argumento, eso que secularmente se ha llamado el “derecho divino”; la noción de que, el Supremo Hacedor ha decidido que los Estados Unidos constituyen una nación excepcional, que debe imponer sus valores al mundo.

Las razones que hacen que ello sea así, están muy claras. Cito a Mitt Romney: “Somos excepcionales porque somos una nación basada en los valores e ideas de la Revolución Americana, propuestas por nuestros más grandes estadistas en nuestros documentos fundacionales”.

Alguien debiera decirle a Romney —decírselo y no recordárselo, porque es probable que nunca lo haya sabido— que esas ideas provenían de un ensayito que escribiera un filósofo nacido en Ginebra. Su autor le dio un nombre más complicado, pero la historia lo recoge con el nombre de El contrato social, y que Jean Jacques Rousseau editó en 1762, catorce años antes de que los padres fundadores de los Estados Unidos escribieran la Declaración de Independencia, como debe saber Romney, el 4 de julio de 1776.

De ese ensayito, que acabó con la idea del ”derecho divino” de reyes y naciones, se alimentaron los fundadores de los Estados Unidos.

No hay pueblos elegidos, Mr. Romney, aunque algunos hombres lo hayan proclamado así para dominar a los demás pueblos y terminar hundiendo al propio. No hay documentos perfectos ni eternos: siempre los envejece el tiempo, los jubila la historia; todos incluyen alguna inexactitud, alguna tergiversación, o alguna mentira. Lo hicieron incluso los Padres Fundadores de los Estados Unidos cuando afirmaron en la Declaración “that all men are created equal”, y mantuvieron la esclavitud de los negros por casi un siglo.

Todo parece indicar que Putin se va a encargar de amargarle el sueño del dominio del mundo a Mitt Romney y sus congéneres. Y China, acaso mostrando al mundo un perfil publicitario más bajo, parece que andará por el mismo camino. Son los países que “hacen el peso” para encabezar esa batalla, pero no estarán solos.

Lo intentaron Alejando Magno, los emperadores romanos, Carlos V, Napoleón Bonaparte, Adolf Hitler: nadie puede dominar el mundo. Será mejor que Romney, en lugar de marchar hacia el fracaso, persiga la manera de hacerlo un sitio más pacífico, más plural, más democrático, mas habitable.


Fuente: Segunda Cita
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7.3.12

Congreso de Estados Unidos, club de millonarios...



por Deisy Francis Mexidor

Los vínculos accionarios de los líderes del Congreso de Estados Unidos con las grandes compañías de salud y financieras –Bank of America, Goldman Sachs, Wells Fargo, JP Morgan Chase, Citigroup, Pfizer, Johnson & Johnson, Merck, entre otras– les reportan millonarias ganancias. El 48.7 por ciento de los legisladores estadunidenses es acaudalado. La lista de los congresistas “más ricos” la encabeza el republicano Darrell Issa, con una fortuna estimada en 251 millones de dólares

Mientras millones de familias estadunidenses intentan salir a flote en medio de la actual crisis económica, la riqueza personal de los líderes del Congreso estadounidense se expande año tras año. Así lo confirma el sitio Open Secrets al publicar fotografías, estadísticas y evaluaciones de los “más ricos del Congreso”, una selecta lista que encabeza el republicano Darrell Issa, de California, cuyo patrimonio neto se estima en más de 251 millones de dólares.

Se incluyen, entre otros, los demócratas Jane Harman, también de California (con 244.7 millones de dólares); Herb Kohl, demócrata de Wisconsin (214.5 millones); Mark Warner, de Virginia (209.7 millones) y John Kerry, senador por Massachusetts (208.8 millones).

Es curioso el dato, porque cuando únicamente el 1 por ciento de todos los residentes de aquella nación pertenece a la clase de los millonarios, en el Congreso, entre 40 y 50 por ciento de los legisladores cuentan varios “ceros” a la derecha en sus activos.

Una investigación basada en los datos de información financiera federal confirmó que 261 de los que ocupan puestos en el Capitolio (435 en la Cámara de Representantes y 100 en el Senado) son acaudalados. De acuerdo con el análisis, uno de cada cinco de ellos posee bienes por al menos 10 millones de dólares; en tanto, la fortuna de ocho legisladores asciende a 100 millones de dólares o más.

Por ejemplo, entre 2008 y 2009 “en medio de la recesión”, la riqueza colectiva de los miembros del Legislativo se incrementó en más de 16 por ciento, reveló un estudio publicado por el Centro para Políticas Responsables (CRP, por su sigla en inglés).

Esa riqueza en expansión de los líderes y miembros del Congreso se traduce en que un número significativo tiene intereses en las principales compañías de los sectores de salud y servicios financieros.

Sus acciones se colocan, fundamentalmente, en Bank of America, Goldman Sachs, Wells Fargo, JP Morgan Chase, Citigroup, Pfizer, Johnson & Johnson y Merck. Los mismos que han recibido dinero del rescate federal tras explotar la burbuja inmobiliaria y desligarse de la crisis.

Los ingresos de los miembros del Congreso subieron 19 por ciento durante 2010 (908 mil 255 dólares), mientras el promedio nacional anual descendió 15 por ciento. Es un mundo financiero muy distante al de sus electores, opinó entonces Sheila Krumholz, directora ejecutiva del CRP.

La raíz del asunto está en que, en las sociedades capitalistas, todo se mueve y se desarrolla para beneficio de los poseedores del capital, afirma en entrevista con Prensa Latina Manuel E Yepe, analista de temas internacionales.

“Quien tenga más, puede más. La vida es una competencia que se decide por la riqueza personal que cada quien acumule. Todas las leyes, reglamentos y hasta las costumbres van dirigidas a premiar a los más ricos. Los hijos se preparan, desde que nacen, para ser competitivos.” El sistema electoral estadounidense es particularmente exigente en cuanto a la necesidad de disponer de mucho dinero para participar en las competencias, argumenta.

“Es una apuesta: quien reúna más dinero para la campaña, al juntar el capital propio a lo que le prestan otros a cambio de beneficios posteriores derivados del ejercicio del cargo al que aspira, será el candidato electo.” A escala del Congreso, el apoyo que tienen los candidatos proviene de las grandes corporaciones representadas por los conocidos lobbies que participan en el festín electoral, los que respaldan a aquéllos que “ofrezcan a sus mandantes suficientes garantías”.

Para Yepe, “aunque entre ellos existan quienes actúen, hasta cierto punto, con arreglo a determinados intereses de sus electores, el establishment está organizado de manera que el dinero mande, no sólo en el mercado sino en todas las relaciones sociales”.

El mundo de la burbuja

Cada 15 de mayo el personal clave y los altos cargos en el Poder Ejecutivo presentan los formularios correspondientes al año natural anterior con los detalles de sus finanzas personales.

Por ley, deben declarar sus activos y pasivos, sus ingresos (sin incluir los salarios del gobierno), los regalos que recibieron, entre otras notificaciones. Las evidencias muestran a un sector cada vez más alejado de quienes, supuestamente, representan.

No se relacionan sus sueldos, sin embargo la mensualidad anual oficial de cada miembro de ambas cámaras es de 175 mil dólares, aunque también disfrutan de una serie de beneficios como el pago de gastos de viaje. Los bienes medios de un representante del Congreso alcanzaron los 765 mil dólares en 2009 en comparación con los 645 mil 503 en 2008, mientras que los de un senador llegaron a casi 2.38 millones de dólares frente a los 2.27 millones del año anterior.

Suena hasta irónico en un país donde muchas personas han perdido sus empleos, sus ahorros se han desvanecido y los valores de sus viviendas se han desplomado.

Algunos analistas opinan que pocos legisladores federales asumen la existencia de males financieros como el desempleo, la pérdida del techo y el desfallecimiento de los ahorros que padecen millones de estadounidenses. Simplemente, porque ellos “están entre los más ricos de los ricos estadounidenses y manejan carteras financieras que son inalcanzables para la mayoría de sus representados”.

Los más recientes datos del Departamento de Trabajo sostienen que el índice nacional de desempleo está en 9.2 por ciento y aún no se han podido recuperar los 8.4 millones de puestos laborales perdidos durante la crisis. Más aun, ahora se enfrentan a un creciente riesgo de una nueva crisis. Estados Unidos tiene un adeudo con sus acreedores externos que subió de 10 billones 701 millones de dólares a finales de junio de 2010, a 14 billones 290 millones el pasado 18 de abril.

En mayo el país sobrepasó el límite actual de endeudamiento autorizado, pero ha seguido funcionando con ajustes y traspasos de pagos que son normales dentro del Departamento del Tesoro.

Fuente: Contralínea
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3.3.12

¿Quién está detrás de Yoani Sánchez?

Por Salim Lamrani

Yoani Sánchez, famosa bloguera habanera, es un personaje peculiar en el universo de la disidencia cubana. Jamás ningún opositor se ha beneficiado de una exposición mediática tan masiva ni de un reconocimiento internacional de semejante dimensión en tan poco tiempo. Después de emigrar a Suiza en 2002, decidió regresar a Cuba dos años después, en 2004. En 2007, integró el universo de la oposición en Cuba al crear su blog Generación Y, y se vuelve una acérrima detractora del gobierno de La Habana.

Jamás ningún disidente en Cuba –quizás en el mundo– ha conseguido tantas distinciones internacionales en tan poco tiempo, con una característica particular: han suministrado a Yoani Sánchez suficiente dinero para vivir tranquilamente en Cuba el resto de su vida. En efecto, la bloguera ha sido retribuida a la altura de 250 mil euros en total, es decir un importe equivalente a más de 20 años de salario mínimo en un país como Francia, quinta potencia mundial. El salario mínimo mensual en Cuba es de 420 pesos, es decir 18 dólares o 14 euros, por lo que Yoani Sánchez ha conseguido el equivalente a mil 488 años del salario mínimo cubano por su actividad de opositora.

Yoani Sánchez está en estrecha relación con la diplomacia estadunidense en Cuba, como señala un cable, clasificado secreto por su contenido sensible, que emana de la Sección de Intereses Norteamericanos (SINA). Michael Parmly, antiguo jefe de la SINA en La Habana, que se reunía regularmente con Yoani Sánchez en su residencia diplomática personal como lo indican los documentos confidenciales de la SINA, hizo partícipe de su preocupación respecto a la publicación de los cables diplomáticos estadunidenses por Wikileaks: Me molestaría mucho si las numerosas conversaciones que tuve con Yoani Sánchez fueran publicadas. Ella podría pagar las consecuencias toda la vida. La pregunta que viene inmediatamente en mente es la siguiente: ¿por cuáles razones Yoani Sánchez estaría en peligro si su actuación, como lo afirma, respeta el marco de la legalidad?

En 2009, la prensa occidental mediatizó fuertemente la entrevista que el presidente Barack Obama había concedido a Yoani Sánchez, lo que se consideró como un hecho excepcional. Sánchez también había afirmado haber mandado un cuestionario similar al presidente cubano Raúl Castro y que ése no se había dignado en responder a su solicitud. Sin embargo, los documentos confidenciales de la SINA, publicados por Wikileaks, contradicen esas declaraciones.

Se descubrió que en realidad fue un funcionario de la representación diplomática estadunidense en La Habana quien se encargó de redactar las respuestas a la disidente y no el presidente Obama. Más grave aún, Wikileaks reveló que Sánchez, contrariamente a sus afirmaciones, jamás mandó un cuestionario a Raúl Castro. El jefe de la SINA, Jonathan D. Farrar, confirmó esta realidad en un correo enviado al Departamento de Estado: Ella no esperaba una respuesta de éste, pues confesó que nunca las [preguntas] había mandado al presidente cubano.

La cuenta Twitter de Yoani Sánchez

Además del sitio Internet Generación Y, Yoani Sánchez dispone también de una cuenta Twitter y reivindica más de 214 mil seguidores (registrados hasta el 12 de febrero de 2012). Sólo 32 de ellos residen en Cuba. Por su lado, la disidente cubana sigue a más de 80 mil personas. En su perfil, Sánchez se presenta del siguiente modo: Blogger, resido en La Habana y cuento mi realidad en trozos de 140 caracteres. Twitteo vía sms sin acceso a la web.

No obstante, la versión de Yoani Sánchez es difícilmente creíble. En efecto, resulta absolutamente imposible seguir a más de 80 mil personas, sólo por sms o a partir de una conexión semanal desde un hotel. Un acceso diario a la red es indispensable para ello.

La popularidad en la red social Twitter depende del número de seguidores. Cuanto más numerosos son, mayor es la exposición de la cuenta. Del mismo modo, existe una fuerte correlación entre el número de personas seguidas y la visibilidad de la propia cuenta. La técnica que consiste en seguir numerosas cuentas se utiliza comúnmente para fines comerciales, así como por la clase política durante las campañas electorales.

El sitio www.followerwonk.com permite analizar el perfil de los seguidores de cualquier miembro de la comunidad Twitter. El estudio del caso Yoani Sánchez es revelador en varios aspectos. Un análisis de los datos de la cuenta Twitter de la bloguera cubana, que se realizó a través del sitio, revela a partir de 2010 una impresionante actividad de la cuenta de Yoani Sánchez. Así, a partir de junio de 2010, Sánchez se ha inscrito en más de 200 cuentas Twitter diferentes cada día, con picos que podían alcanzar 700 cuentas en 24 horas. A menos de pasar horas enteras del día y de la noche en ello –lo que parece altamente improbable– resulta imposible abonarse a tantas cuentas en tan poco tiempo. Parece entonces que ha sido generado mediante un robot informático.

Del mismo modo, se descubre que cerca de 50 mil seguidores de Sánchez son en realidad cuentas fantasmas o inactivas, que crean la ilusión de que la bloguera cubana goza de una gran popularidad en las redes sociales. En efecto, de los 214 mil 63 perfiles de la cuenta @yoanisanchez, 27 mil 12 son huevos (sin foto) y 20 mil revisten las características de cuentas fantasmas con una actividad inexistente en la red (de cero a tres mensajes mandados desde la creación de la cuenta).

Entre las cuentas fantasmas que siguen a Yoani Sánchez en Twitter, 3 mil 363 no tienen a ningún seguidor y 2 mil 897 sólo siguen la cuenta de la bloguera, así como a uno o dos cuentas. Del mismo modo, algunas cuentas presentan características bastante extrañas: no tiene ningún seguidor, sólo siguen a Yoani Sánchez y han emitido más de 2 mil mensajes.

Esta operación destinada a crear una popularidad ficticia vía Twitter es imposible de realizar sin acceso a Internet. Necesita también un apoyo tecnológico así como un presupuesto consecuente. Según una investigación que realizó el diario La Jornada, titulada El ciberacarreo, la nueva estrategia de los políticos en Twitter, sobre operaciones que implicaban a candidatos presidenciales mexicanos, numerosas empresas de Estados Unidos, Asia y América Latina ofrecen este servicio de popularidad ficticia (ciberacarreo) a precios elevados. “Por un ejército de 25 mil seguidores inventados en Twitter –dice el periódico– se pagan hasta 2 mil dólares, y por 500 perfiles manejados por 50 personas se pueden gastar entre 12 mil y 15 mil dólares”.

Yoani Sánchez emite un promedio de 9.3 mensajes al día. En 2011, la bloguera publicó un promedio de 400 mensajes al mes. El precio de un mensaje en Cuba es de un peso convertible (CUC), lo que representa un total de 400 CUC mensuales. El salario mínimo en Cuba es de 420 pesos cubanos, es decir alrededor de 16 CUC. Cada mes Yoani Sánchez gasta el equivalente de dos años de salario mínimo en Cuba. Así, la bloguera gasta en Cuba una suma que corresponde, si fuera francesa, a 25 mil euros mensuales en Twitter, es decir 300 mil euros anuales. ¿De dónde proceden los recursos necesarios a estas actividades?

Otras preguntas surgen de modo inevitable. ¿Cómo Yoani Sánchez puede seguir a más de 80 mil cuentas sin un acceso permanente a Internet? ¿Cómo ha podido abonarse a cerca de 200 cuentas diferentes diarias como promedio desde junio de 2010, con picos que superan las 700 cuentas? ¿Cuántas personas siguen realmente las actividades de la opositora cubana en la red social? ¿Quién financia la creación de las cuentas ficticias? ¿Con qué objetivo? ¿Cuáles son los intereses que se esconden detrás de la figura de Yoani Sánchez?

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor encargado de cursos en la Universidad Paris-Sorbonne-Paris IV y en la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Fuente: La Jornada
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