3.4.08

Todos somos violadores de las normas (de las reglas, no de las señoritas llamadas Norma, eh...)

Los argentinos padecemos de un problema congénito: el desapego a las normas.
Es más, cuánto más se infringen las reglas, pareciera que se es más "vivo". Algunas cosas aprendimos, pero todavía nos queda mucho de éste mal.
Pareciera que uno de los peores hábitos lo dejamos de lado (al menos durante los últimos 25 años y espero que para siempre): el esperar y desear que los militares den un golpe de Estado para sacarnos de encima a algún presidente supuestamente inepto o corrupto.
Esto creo que lo aprendimos, si... aunque con mucha sangre corriendo por las calles.
Así y todo, no creo de que haya quedado enterrado para siempre. Veremos. Por las dudas, yo siempre estoy alerta a cualquier síntoma extraño. Por lo menos que no me tome por sorpresa...
Pero no quiero profundizar demasiado ésta noche. Seguramente iré retomando el tema en varias ocasiones futuras.
En cuanto a las cosas cotidianas donde podemos observar ésta "mala costumbre", son miles. Desde los papeles en las calles y veredas aunque tengamos un cesto al alcance de la mano, hasta cruzar la calle por el medio, en lugar de hacerlo por la senda peatonal y con el semáforo a favor.
Justamente la falta de respeto hacia el semáforo y otras normas de tránsito es lo que me indica que estamos lejísimos de ser personas medianamente ordenadas y respetuosas del derecho de los demás... y hasta de nuestra propia seguridad, si es que vamos a un punto de vista egoísta.

Si se viola tan sistemática y descaradamente algo tan básico para cualquier orden ciudadano como la luz roja del semáforo, ¿que podemos esperar para cosas más importantes? Qué futuro tendremos, también... ya que muchas veces éstas normas son violadas por los automovilistas o por los peatones mientras llevamos a nuestros hijos de la mano o en el asiento contiguo.
Yo confieso que aún tengo ciertos "tics" en éste sentido. Sigo violando concientemente determinadas reglas y normas, pero hoy mucho menos que ayer y tratando de que sea más hoy que mañana.

Quiero suponer que en algún momento de la historia de éste país, las cosas cambiarán. Lamentablemente creo que yo no lo veré.


"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)