Como ya sabemos, la Argentina se está convirtiendo en un país sojero. Retroceden los cultivos tradicionales de maíz, trigo, cebada, etc. Hasta los campos destinados al ganado también retroceden ante el avance de la soja y por eso se crian vacas como si fueran pollos, en criaderos especiales.
El gran proveedor (monopólico) de los agroquímicos que se utilizan para fumigar las plantaciones de soja es Monsanto, una empresa que tiene múltiples denuncias en todo el mundo y que en Europa es muy resistida.
El negocio de la soja es, evidentemente, demasiado grande. Pero como toda actividad comercial (y más aun cuando involucra la salud pública) debería ser regulada por el Estado... y los productos químicos que se utilizan con más razón. Sin embargo el Estado, en lugar de ejercer éste control y decir qué productos pueden y qué productos no pueden ser usados, hace la vista gorda. Tampoco, desde ya, dice nada mientras observa impávido cómo el país se dirige cada vez más hacia el monocultivo.
En el actual conflicto entre el campo y el gobierno se discute el tema de las retenciones a las exportaciones... y en mayor medida, a las exportaciones de soja. Entonces, quienes y por qué razones, se esconden detrás de las organizaciones rurales?
Por qué el Estado, en lugar de limitarse a tratar de obtener ingresos con las retenciones a la soja transgénica, no regula o prohíbe éste tipo de cultivos que, a la larga, son nocivos para la salud de las personas y de la tierra misma?
En éste video se puede ver al doctor Rodolfo Paramo, del Grupo de Reflexión Rural describiendo los perjuicios que producen a la salud, el cultivo de la soja y el uso de los agroquímicos.
Duración 8 minutos 58 segundos
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