Y así es como hay que asistir al desfile de caras que ya no quisiera volver a ver. Pero, en fin...
Este es un primer acercamiento al tema de la votación en el Senado por el asunto de las retenciones al agro. Puedo decir que el día para mí empezó mal al enterarme de que habían sido rechazadas. No me había quedado a esperar el resultado.
Cuando estaba desayunando para irme a trabajar, encendí la radio. Es una radio que anda cuando hay viento a favor y sólo en FM. Es por eso que en realidad la enciendo como para escuchar a alguien hablar y que esa hora de la mañana no se me haga tan solitaria.
Una de las pocas estaciones que puede captar es una (que ni siquiera sé cual es) en la que está Ari Paluch. No sé cómo era antes éste muchacho. Creo que ganó algunos premios, aunque eso no signifique demasiado en estas épocas.
Todos los días nos ametralla con alguna cita de un libro que escribió él y que nos habla de Dios al estilo de los que llaman a la puerta de nuestras casas y que nos cuesta un huevo deshacernos de ellos.
La cuestión es que ésta mañana, antes de su "combustible espiritual" (así lo llama él), estuvo hablando con Lilita Carrió. INSOPORTABLE...!!! Me pareció estar tragándome una hostia en vez de una rodaja de pan de salvado con queso crema... Más parecía una misa que un diálogo sobre el hecho político de la votación del Senado.
A lo largo del día tuve que soportar a personajes como la mencionada Carrió, también a Macri, a Eduardo Menem, Luis Barrionuevo y otros de similares prontuarios, todos ellos dando lecciones de civismo, dignidad y caradurismo.
También los mensajes de oyentes a todos los programas de radio hablando del ejemplo democrático, de la dignidad (la mencionaron tantas veces que ya está demasiado manoseada), de la lealtad de los legisladores para con sus representados de las provincias, etc etc.
No voy a decir nada de Cobos. A pesar de todo, creo que actuó con sinceridad. Equivocado o no, creo que hizo lo que creyó mejor.
Lo que me molesta, pero no me llama la atención, es que la gente y los dirigentes políticos y gauchócratas hablen de que fue un ejemplo democrático el hecho de que ganara la posición contraria al Gobierno. Eso quiere decir, por oposición, que si el resultado hubiera favorecido al Gobierno no hubiera sido democrático, a pesar de que sucediera en el órgano más representativo de la democracia, como es el Congreso Nacional.
Cuando aún quedaban dos senadores indecisos (el impresentable Ramoncito Saadi y otro que no recuerdo, de apellido raro y representante de la provincia de Catamarca) se empezó a correr la bola (siempre anónimamente) de que había habido coimas, aprietes y demás yerbas.
Saadi votó por el Gobierno y el otro en contra. El resultado era empate en 36 votos por cada lado.
Como ese otro senador votó como votó, para los gauchos de la Sociedad Rural y sus amigos ya era un hombre íntegro, decente, honrado, comprometido con su pueblo y con la democracia, etccccccccccc....
Aplicando esa lógica con signo contrario, ¿no cabría suponer, acaso, que para que ese senador catamarqueño votara en contra del proyecto oficial podrían haber corrido coimas o, en caso contrario, aprietes de parte de los intereses sojeros? Noooooooooo... claro. En Palermo, en el acto del martes, los gauchitos se cansaron de repetir que ahí, en ese lugar, estaba la Democracia (así, con mayúsculas). Es decir, que lo de enfrente era lo antidemocrático, el zoológico (como ya habían dicho en los años '40 y '50).
Me repugna el cinismo, la hipocresía, la mentira, el engaño.
Lo hecho, hecho está. El resultado ya no se puede modificar. Habrá que esperar al año próximo para saber si el Gobierno se anima a confrontar de nuevo con los padres de la Patria.
También habrá que ver si el Gobierno se anima después de esta derrota parlamentaria, a encarar una pelea similar contra el resto de los sectores privilegiados: el sector minero, el financiero, los monopolios, etc (pero con más claridad, con mayor inteligencia y con apoyos legítimos y no con lo peor del sindicalismo y de los políticos que supuestamente se deberían haber ido cuando se gritaba a voz en cuello "que se vayan todos").
Al menos por ahora podremos estar a resguardo de los activistas caceroleros. Salvo que alguien quiera o insinúe tocar los bolsillos de los más ricos, o sus propios "ahorritos" en algún paraíso fiscal o cosa similar. Las cacerolas están siempre prestas a auxiliar a "los niños ricos con tristeza" que tanto le preocupaban a Carlos Menem.