Mal o bien, todos conocemos de la existencia de los denominados "barra bravas" en el fútbol.
Habrá quienes consideren que estos personajes son sólo forajidos violentos que se pelean y se matan con sus "colegas" de otros clubes como consecuencia de una concepción enfermiza de lo que significa ser "hinchas" de determinado club de fútbol.
Habrá, también, quienes piensen que son simples grupos de delincuentes que con sus acciones violentas buscan consolidar y ampliar sus espacios de poder, es decir, algo así como "marcar territorio" como sucede con los animales.
Estarán los que los ven como estructuras quase mafiosa, que usan su poder y la fuerza de su brutalidad para "apretar" a dirigentes y jugadores con el fin de obtener beneficios para moverse con libertad e impunidad dentro del club e imponer sus condiciones. Para obtener prebendas y ventajas económicas como "donaciones" de dirigentes y jugadores o entradas gratuitas que luego revenden para financiar sus estructuras, etc.
Pero también habrá quienes los vean como la suma de todo esto y algo más.
Es claro que no "trabajan" de barra bravas por el mero "amor a la camiseta". Es más, se sabe que en muchas ocasiones trabajan en contra de los intereses de su propio club para apoyar a determinado dirigente con pretensiones de ascender dentro de la piràmide de poder interno del club... o para "voltear" al técnico que determinado sector político del club no quiere que continúe... etc.
Creo o supongo que la mayoría de nosotros sabe o intuye que no todo queda en eso.
Hay algo que les permite seguir operando con gran libertad e impunidad (salvo pequeñísimas excepciones) en ámbitos mucho más amplios que el de la tribuna futbolera.
Estas verdaderas organizaciones delictivas basan gran parte de su vitalidad e impunidad en los contactos políticos con que cuentan. Y no hablo de ligazón política con las dirigencias de los clubes, solamente. Están muy estrechamente ligados a buena cantidad de dirigentes barriales, intendentes, gobernadores y más arriba aún.
Supimos en diferentes oportunidades de su participación como "fuerzas de choque" en diversos actos y/o manifestaciones políticas y sindicales, por ejemplo. Inclusive han trabajado para diferentes candidatos en los tiempos previos a las elecciones. Pegando carteles o pintando paredes, al menos.
Cuando dos o más facciones de las barras de un mismo club se enfrentan encarnizadamente, no sólo disputan quién será el jefe de la barra brava en la cancha, sino que están tratando de conseguir que sus "padrinos políticos" ganen también un espacio mayor. Eso les redituará futuros beneficios...
En fin, hay mucho más, sin dudas. Esto es una especie de resúmen de lo que yo veo y creo sobre estos tipos.
Todo esto viene a cuento a propósito de una noticia que escuché hoy en la radio.
Gustavo Grabia es un periodista que es presentado como alguien muy conocedor de estos temas. Lo que dijo hoy fue referido a la barra brava del club Nueva Chicago.
Según éste periodista, estos barras son de los más violentos en la actualidad y dos facciones tuvieron un enfrentamiento salvaje hace pocos días en las veredas del propio club, frente a la entrada a las tribunas.
El actual "jefe" de la barra es un tal Javi, cuya esposa trabaja para la empresa Autopistas Urbanas S.A. (AUSA), de la que Macri es propietario o cuanto menos, accionista.
Del otro lado, el otro bando responde (según el periodista) a sectores del denominado "peronismo disidente" de la provincia de Buenos Aires. Más específicamente, al partido lindante con el barrio capitalino de Mataderos (donde tiene su sede el club Nueva Chicago). No especificó quiénes serían los que apoyan a esta otra parte de los contendientes pero se podría inferir que es probable que al menos uno de estos tres personajes del peronismo bonaerense podría tener algo que ver: el intendente del partido de La Matanza, Fernando Espinoza (no lo conozco ni tengo referencias), Eduardo Duhalde, Felipe Solá y/o Francisco De Narváez (que tiene bastante relación con la gente de la zona por tener o haber tenido la sede de una de sus empresas allí)
Sería muy bueno que en primer lugar se investigaran a fondo todas las patotas de éste tipo, de todos los clubes y su relación con la política. Y también que los políticos que tienen cargos, aspiraciones electorales o influencias en la provincia de Buenos Aires salieran a aclarar la situación y que de una buena vez, junto a los pares de Capital Federal y de todas las demás provincias, se tomara la decisión política de acabar con estas mafias.
Mientras la política y los políticos sigan actuando con la hipocresía y/o la connivencia con que lo hacen, la violencia de estos grupos seguirá creciendo y alimentándose día a día. Básicamente lo que hace falta para solucionar el tema es voluntad política, cosa que nunca se notó que existiera.
Como remate a esto que digo al final, recuerdo que hace unos meses trajeron al país a un experto en este tema de la violencia de esta clase de grupos. Era un europeo, creo que inglés. Cuando terminó de estudiar la situación dijo que en las actuales circunstancias el asunto de los barrabravas no tenía solución debido, justamente, a la intrincada maraña de relaciones entre los "barras" y la política. Esto es algo muy propio de la Argentina, ya que en otros países (como el más conocido caso de Inglaterra con los Holigans) no se produce... por lo que es relativamente mucho más sencillo de combatir y de obtener buenos resultados.
Temo que soy muy pesimista en éste asunto. Al menos a corto y mediano plazo.