25.4.09
Soja transgénica y Agroquímicos: El cóctel de la muerte (Por Irina Morán)
Ubicado al sureste de la ciudad de Córdoba, en Argentina, desde hace más de 6 años el barrio Ituzaingó Anexo se ha convertido en uno de los escenarios emblemáticos sobre los impactos irreversibles que provoca en la salud humana la contaminación con agroquímicos, utilizados en las fumigaciones de cultivos con soja transgénica.
De casas bajas y gente humilde, la geografía de este barrio cordobés se compone de unas1200 viviendas. Su población no supera los 6300 habitantes. Situado en los bordes de la periferia urbana, por tres de sus lados está rodeado con campos sembrados de soja RR, másconocida como “soja transgénica”. Sus vecinos, desde hace más veinte años, vienen siendotestigos directos del surgimiento, desarrollo y “boom sojero” que se vive en el país.
Hoy, Ituzaingó Anexo es apenas un botón de muestra de los trastornos letales que conlleva el fenómeno conocido mundialmente como “sojización”. Modelo que se extiende como metástasis a lo largo de unas 16 millones de hectáreas argentinas, lo que significa más del 50% de nuestra superficie agrícola cultivable.
En la actualidad, el barrio está reconocido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como un “sitio contaminado”. Calificación que se logró gracias al trabajo de denuncias permanentes, llevado a cabo por los propios vecinos del lugar, contra el uso de herbicidas en las fumigaciones de los campos sojeros colindantes.
La historia se remonta hacia finales del 2001. Durante aquellos meses, un grupo de madres del barrio, alarmadas por varios casos simultáneos de leucemia, el estado de contaminación del agua y la presencia de viejos transformadores y líneas de alta tensión que poseían PCB(1), acompañadas por estudiantes de Biología, Agronomía y militantes ambientalistas, realizaron un
relevamiento de enfermos casa por casa. A través de este mapeo, detectaron cerca de 140 casos de cáncer, leucemia, lupus púrpura y enfermedades autoinmunes, mayoritariamente en niños y mujeres.
Una vez concluido el informe y tras batallar sin respuestas efectivas por parte de los organismos locales pertinentes, el trabajo fue presentado más tarde como elemento de denuncia en las secretarías de Derechos Humanos y Medio Ambiente, y en el Ministerio de Salud de la Nación. De manera paralela, se sumaron acciones de protestas, algunas de las cuales derivaron en cortes de rutas y denuncias en la prensa, con la finalidad de exigir en las esferas municipales y provinciales, estudios rigurosos de sedimentos en tanques de agua y de contaminación ambiental. En forma simultánea, las Madres denunciaban que los aviones fumigaban los campos de soja, volando por encima de las viviendas del barrio sin cerrar los picos aspersores. Se fumigaba por igual a las casas de familia, incluyendo a los niños que jugaban al aire libre.
A finales del 2002, los primeros análisis de agua, suelo y tanques, llegaron de la mano de especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba. Los resultados arrojados a comienzos del 2003 fueron alarmantes. Se detectó la presencia de agroquímicos como: Malation, Clopirifos, Alfa-Endosulfán, Cis-Cloedano, Isómero de DDT, Beta-Endosulfan y Hexaclorobenceno, entre
otros. Los análisis de las muestras de agua en los distintos hogares, detectaron también la presencia de Endosulfán y Heptacloro, así como metales pesados como plomo, cromo, y arsénico. Se comprobó, además, la presencia en los transformadores de los contaminantes de PVC, señalando, así mismo, que el barrio había sido construido sobre un antiguo basural de productos industriales de empresas automotrices y militares de Córdoba, por lo que el nivel de contaminación del suelo con metales pesados y tóxicos era elevadísimo. La Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec), finalmente debió retirar los transformadores chorreante con PCB.
Daños irreparables
Del conjunto de estas aproximaciones, a lo largo de los últimos seis años se ha podido constatar que los vecinos de Ituzaingó Anexo han sufrido padecimientos tales como lupus púrpura, anemia hemolítica, artritis reumatoide, alergias respiratorias y de piel, enfermedades neurológicas y endocrinas, casos de leucemias, depresiones severas, abortos espontáneos y malformaciones en niños y fetos de embarazadas. Más otros innumerables trastornos en la salud que pueden estar relacionados, directamente, o indirectamente, con los herbicidas a base de glifosato. (Ver recuadro: Casos de enfermedades en Barrio Ituzaingó)
En el año 2006, la Dirección de Ambiente de la Municipalidad de Córdoba realizó un estudio sobre 30 niños del barrio Ituzaingó Anexo. Su resultado también fue gravísimo: 23 niños registraron en su sangre Alfa hexaclorociclohexano, un pesticida cuyo uso y comercialización están prohibidos en distintas partes del mundo. Frente a este cuadro, y con semejante cóctel de contaminantes, el barrio terminó siendo declarado en “estado de emergencia sanitaria”.
En relación a los herbicidas y gracias al trabajo sostenido de denuncias y reclamos, los vecinos del barrio lograron que la Municipalidad de Córdoba dictara las ordenanzas 10590 y 10764 que sientan precedentes en esta problemática y que, de no cumplirse, posibilitan iniciar acciones legales. Las mismas establecen una distancia mínima -entre los límites del barrio y los campos cultivados con soja-, de 2500 metros aéreos libres, y 500 metros llanos, para poder fumigar.
Sin embargo, haciendo caso omiso de estas normativas y existiendo actualmente algunas querellas judiciales, los productores de los campos colindantes hasta el día de la fecha continúan sembrando soja y fumigando a menos de las distancias establecidas.
Pese a haber sufrido intimidaciones policiales, amenazas anónimas y motes de descrédito por distintos sectores de la sociedad, a lo largo de estos años las Madres del barrio Ituzaingó Anexo nunca cesaron su lucha ni bajaron los brazos.
Uno de sus últimos logros, fue la difusión de un documento público emitido en noviembre de este año por la Municipalidad de Córdoba, donde la misma se compromete a elaborar un nuevo diagnóstico de salud colectiva, un estudio de vigilancia sanitaria; más otros informes que permitan determinar el nivel de riesgo ambiental del barrio Ituzaingó Anexo.
En el documento, se acepta además que las fumigaciones “siguen siendo un elemento de agresión ambiental que no se ha podido erradicar”. Y, finalmente, sólo se sugiere suspender la fumigación y siembra de soja, maíz y sorgo, hasta volver a obtener información actualizada, tanto del medioambiente como del estado de salud de los vecinos que habitan esta zona.
El modelo de “oro verde”
Las políticas neoliberales implementadas en Argentina durante la década del ´90, profundizaron un proceso de cambios en la estructura social y productiva del sector agropecuario de la pampa húmeda, integrada por Córdoba, Buenos Aires, La Pampa y Santa Fe. A ése proceso se sumaron también las provincias de Entre Ríos, Misiones, Chaco, Salta, Formosa y Santiago del Estero, que terminaron incorporando en sus territorios el cultivo de la soja transgénica.
Según los últimos informes difundidos por Secretaría de Agricultura de la Nación, la superficie de cultivos de soja en Argentina alcanzaría la cifra que oscila entre los 17,8 y 18,2 millones de hectáreas. Esta cifra representa más del 50 por ciento de la superficie agrícola cultivable en el país. Su rendimiento supera las 50 millones de toneladas. Con semejante producción extraordinaria, que moviliza la fabulosa cifra de unos 25000 millones de dólares por temporada, Argentina se ubica como el tercer país exportador mundial de soja transgénica, siguiéndole los pasos a Estados Unidos y Brasil. Estas políticas generaron un escenario de concentración económica en el campo argentino, tendiente al monocultivo de la soja transgénica, que se caracterizó por un fuerte aumento de escala productiva mediante el uso de tecnología de punta, en procura de una mayor rentabilidad y en detrimento de sistemas productivos tradicionales, y una preocupante y cada vez mayor deforestación. Situación que produjo una grave exclusión social de los sectores agropecuarios más vulnerables, dedicados a otro tipo de cultivos regionales.
Según los especialistas Eduardo Azcuy Ameghuino y Jorge Rulli, “el modelo de sojización trae consigo la implementación de un paquete biotecnológico que incluye la semilla transgénica RR (Roundup Ready), plaguicidas (Glifosato), y la técnica de siembra directa, en la que no se ara ni se remueve la tierra”. Fórmula que garantiza avanzar sobre grandes superficies de terreno, aplicando el monocultivo y el requerimiento de una mínima mano de obra.
Con este modelo, según explica y documenta la bióloga y ecologista, Javiera Rulli, miembro del Grupo de Reflexión Rural, la soja deja de ser una materia prima agrícola para pasar a ser un commodity; es decir: un producto semielaborado necesario para ser utilizado en procesos industriales más complejos, como la proteína, el aceite y la lecitina. Por lo tanto, es un eslabón más de la cadena productiva de las grandes compañías que comercializan semillas transgénicas y agroquímicos para la venta, exportación e industrialización a gran escala. En ese sentido, sobresalen los nombres de Cargill y Monsanto.
Este sistema es calificado por algunos especialistas como “agronegocios”, donde intervienen grandes compañías internacionales, carteles de exportación cerealera, capitales financieros nacionales e internacionales y grandes productores agrícolas.
La soja y su agente naranja: el glifosato
Pero la “sojización” no sólo trae aparejada la exclusión social y el deterioro de las condiciones de vida de sectores vulnerables. El uso indiscriminado de herbicidas, y las constantes fumigaciones a la que son sometidos los cultivos, repercuten directamente en la vegetación, en los suelos, en el agua, en animales y en la salud humana. Estos serios trastornos, además de incidir de manera directa en poblaciones rurales, perjudican también a aquellas personas que viven en zonas periurbanas: es decir, en residencias que colindan con los campos sojeros que rodean la ciudad, tal como se evidencia en el barrio Ituzaingo Anexo de Córdoba.
El uso de la soja transgénica RR (Roundup Ready) fue patentada por la corporación Monsanto.
Su principal característica es la de tolerar las fumigaciones con herbicidas a base de Glifosato. La soja RR y el Glifosato son monopolizados por esta corporación. Esto le permite dominar el gran mercado Latinoamericano, proceso que ha sido acompañado por la desregulación de los Estados e, incluso, muchas veces, con la connivencia de los mismos.
El Glifosato, N-(fosfonometil) glicina, es un herbicida de gran espectro usado para eliminar malezas. La marca comercial más conocida es el Round Up, de acción sistémica, no selectivo, elaborado por la misma compañía Monsanto en la década del ´70. El Round Up desplazó a otros tipos de herbicidas y se convirtió en el producto de mayor venta en el planeta. Si bien se le presenta como inocuo, existen investigaciones, como las de Miguel A. Altieri, del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de California, y Walter Pengue, del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente, de la Facultad de Arquitectura de la UBA, que alertan sobre los efectos perjudiciales sobre la fertilidad de los suelos que ocasionan este paquete de agroquímicos, al obstaculizar el funcionamiento de bacterias indispensables para la recomposición de los mismos suelos.
Los perjuicios del uso del Glifosato sobre la salud se encuentran especificados en un estudio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), que lo clasifican como altamente tóxico, de Clase II, cuyas sintomatologías son: irritación en los ojos; serios peligros por vía dérmica o inhalación; fuertes alergias; efectos gástricos que pueden derivar en cáncer.
El sistema de rociado del agroquímico se realiza a través de avionetas que se desplazan sobre
las grandes extensiones de cultivos de soja. Se genera una nube tóxica que, al bajar, penetra en cultivos tradicionales, en el agua, los suelos y en los hogares. Según explica el antropólogo argentino Sergio Omar Sapkus, “la soja transgénica produce lo que se denomina la “soja guacha”, que no es más que plantas que crecen de las semillas que quedan en el campo después de la cosecha, las cuales son resistentes al Glifosato. Situación que llevó a añadir a este agroquímico otros productos capaces de eliminar estos brotes perniciosos. De allí que en los campos sojeros rociados con una combinación de estas sustancias, se detecte el uso de 2- 4-D, poderoso herbicida de acción hormonal, prohibido en varios países del mundo”. (Ver recuadro: Antecedentes históricos del agente naranja).
No son pocos los informes referidos a casos de toxicidad en los seres humanos producidos por el contacto directo con estos herbicidas pero, por distintos intereses, no alcanzan la difusión necesaria en los medios masivos de prensa. Como señala la demógrafa Mari Álvarez, existen numerosos estudios de médicos de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos que dan cuenta de los efectos de toxicidad en años posteriores al ’95, relacionados con la expansión de la soja transgénica y el cóctel tóxico que la acompaña: el Glifosato; el 2-4-D; el Endosulfán, así como el Gramoxone, otro químico de alta toxicidad al contacto con la piel, utilizado también para eliminar la “soja guacha”.
Paquete “Non Sanctus”
A partir de la década del ´90 el modelo de sojización se extendió a lo largo y ancho de la pampa húmeda argentina. No existieron controles rigurosos por parte de los Estados ni la difusión masiva de investigaciones científicas, que pudieran alertar a la sociedad toda sobre los serios impactos ambientales y sus consecuencias irreversibles en la salud humana, que el llamado modelo de “oro verde” traería aparejado al futuro.
Después del denominado “conflicto del campo vs gobierno nacional” – producido a comienzos del 2008 – más el trabajo de denuncia permanente que vienen realizando distintas organizaciones sociales, debido a los graves casos de enfermedad que se están verificando en Córdoba, Santiago del Estero, Misiones, Entre Ríos, Santa Fe y países vecinos como Paraguay y Brasil, se hace cada vez más difícil desestimar los innumerables estudios que alertan sobre los perjuicios que conlleva la producción de la soja transgénica, ya no sólo en Argentina, sino también en el mundo.
El ingeniero agrónomo Alberto J. Lapolla, en sus recientes informes, apunta que “en la campaña 2005-2006 se utilizaron en Argentina -según cifras estimadas oficiales- algo más de 200 millones de litros de Glifosato; entre 20 y 25 millones de litros de 2-4-D; unos 6 millones de litros de Endosulfán y otros 6 millones de litros de Atrazina”. Durante el 2008 se calcula que estos volúmenes fueron aún mayores, “debido a que la superficie sembrada con soja RR creció casi un 17% más que la temporada pasada, a lo que habría que añadir el resto de cultivos que utilizan el sistema de siembra directa”.
Tal como lo expresa Lapolla y diversas organizaciones que se oponen a este modelo de monocultivo impuesto por las grandes coorporaciones, ya no se trata de analizar el surgimiento de enfermedades nocivas producidas por estos agroquímicos de manera individual o de casos aislados. Sino más bien de documentar y relacionar el conjunto de estos casos, investigando las consecuencias irreparables que produce este modelo sojero, que trae incorporado un paquete productivo y biotecnológico, donde el uso nocivo de agroquímicos es un eslabón esencial de dicha fórmula.
¡Paren de sembrar soja!
Vita Vargas vive en la calle Felipe Lenard, al 7800, en Barrio Ituzaingó Anexo. Si uno se asoma a la puerta de su hogar, y mira hacia la izquierda, comprobará cuan cerca puede estar la muerte. A menos de media cuadra termina la calle y comienza el campo. A poco menos de 200 metros, se pueden observar los verdes sembradíos de soja, otorgándole al paisaje una ilusoria belleza de vida.
Con 54 años de edad, esta mujer, a pesar de su tragedia personal, no ha perdido la sonrisa. Es una activa militante del grupo de Madres de Ituazingó Anexo. Su marido falleció hace apenas dos años atrás, víctima de una depresión que lo llevó al suicidio. Una de sus nietas nació con una malformación congénita, por la que hubo que extirparle un riñón para salvarle la vida. “Nada de esto es casual”, confiesa Vita, mientras ceba mate, custodiada por la imagen de un Cristo crucificado que la observa desde la pared. Durante las tres horas de conversación, Vita relata la historia de las desventuras de su barrio. Y de los obstinados reclamos y las luchas que tuvieron que llevar adelante para lograr que los gobiernos municipales y provinciales tomaran alguna dimensión de esta tragedia que ella no duda en calificar de “genocidio”. Para Vita, “no se trata sólo de un problema del barrio Ituzaingó Anexo, sino de toda la Argentina”. Cuando se le pregunta si avizora una posible solución es contundente en su respuesta: “Muchas organizaciones hoy reclaman que paren de fumigar. Para mí, la solución de raíz es que dejen de sembrar soja transgénica”.
(*) Redacción periodística: Irina Morán
Equipo de investigación: Irina Morán Tomás Barceló, Karina Fleitas.
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(1)- El PCB es un refrigerante y aislante empleado en equipos eléctricos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera uno de los contaminantes prioritarios que puede afectar la salud de la población, junto con los metales pesados y los residuos de plaguicidas. Es por esto que en Europa y Estados Unidos están prohibidos desde 1976. En mayo del 2001 se prohibió en Argentina su producción y comercialización.
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Recuadro 1
Casos de enfermedades en Barrio Ituzaingó
Hasta el año 2005, el informe llevado por médicos y el grupo de Madres del barrio Ituzaingó Anexo registraba más de 200 casos de cáncer, sin contar Lupus Púrpuras, Anemias Hemolíticas, Hodgking Linfáticos, Tumores y Leucemias.
Había varios jóvenes de 22 y 23 años fallecidos. Algunos de los que tenían entre 18 a 25 años padecían tumores en la cabeza. Dentro de este grupo, los de más corta edad, sobrellevaban distintos tipo de tumores que, poco a poco, fueron ocasionando la pérdida de sus sentidos.
Se registraron 13 casos de Leucemia, cuyas edades iban desde los 5 a los 60 años. Vale destacar que tres de ellos viven casa de por medio y otros tres se encuentran a un par de cuadras, entre dos transformadores y la plantación de soja que rodea el barrio.
Las estadísticas indican que cada 100 mil habitantes, normalmente se pueden producir entre dos a tres casos de Leucemia. Según el último censo de Población, Hogar y Vivienda de 2001, en el barrio Ituzaingó Anexo viven unos 6300 habitantes.
Vale destacar que también se han producido abortos espontáneos y nacimientos con malformaciones congénitas, entre los que se documentan los casos de niños con síndrome de Fryn (nacido con múltiples malformaciones); con Espina Bífida; otro con 6 dedos; niña con malformación de riñón y un caso con Osteogénesis.
Recuadro 2
Antecedentes históricos del agente naranja (*)
En la segunda guerra mundial una estrategia pensada por el ejército estadounidense para vencer al ejército japonés fue la destrucción de las cosechas de arroz utilizando un herbicida lo suficientemente potente. En ese marco se realizaron investigaciones que dieron como resultado el desarrollo de dos herbicidas combinados: el 2,4D y el 2,4,5-T, mas conocido como agente naranja.
Del segundo defoliante surgió un producto derivado: el TCDD, una dioxina. Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o, como en este caso, la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. La exposición a altas concentraciones de dioxinas puede causar lesiones cutáneas, tales como acné clórico y manchas oscuras, así como alteraciones funcionales hepáticas si el tiempo de exposición es breve. Sin embargo, si la exposición es de tiempo prolongado, puede provocar alteraciones inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, del sistema endocrino y de la función reproductora.
La Organización Mundial de la Salud a través de su Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) realizó el 1997 una evaluación de la TCDD clasificándola como «carcinógeno humano». Dentro de los subgrupos sensibles el feto es particularmente sensible a la exposición a las dioxinas. El recién nacido, cuyos órganos se encuentran en fase de desarrollo rápido, también puede ser más vulnerable a algunos efectos. Observatorio de las Empresas Transnacionales 9 Finalmente el agente naranja se probó en un atolón del Pacífico y
debido a su altísima nocividad no fue utilizado. Sin embargo años mas tarde si se utilizo en la selva Vietnamita para dejar al descubierto a la resistencia que se escondía allí. A principios de los años sesenta, Monsanto y otras seis empresas estadounidenses (Dow Chemicals, Diamond hamrock Corporation, Hercules Inc, Uniroyal Inc., T-H Agricultural & Nutrition Company y Thomson Chemical Corporation) producen herbicidas que contienen TCDD a pesar que las investigaciones médicas de la OMS (Organización Mundial de la Salud), la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) y diversos grupos de científicos independientes establecen de forma incuestionable su altísimo grado de toxicidad provocando cáncer, malformaciones congénitas en el feto y modificaciones genéticas A mediados de la década del ‘70 se comienza a comercializar el herbicida Roundup producido por Monsanto, el cual contiene grandes cantidades de glifosato, de todos modos pasaría a convertirse en el herbicida más vendido del mundo.
El porque de la utilización de herbicidas tan poderos y con tantos efectos secundarios sobre el ambiente y la salud humana esta directamente relacionado con el nuevo paradigma de producción agrícola relacionado con los transgenicos.
(*) Fuente: Informe: Glifosato y transgénicos. El caso argentino y las consecuencias sobre la salud 2008. Foro de Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos (FOCO ) - Observatorio de las Empresas Transnacionales (OET)
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FUENTE: Rebelión.org