6.10.09

Eduardo Aliverti: “La ley sola no sirve”

El periodista Eduardo Aliverti analiza las cuestiones clave del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual que se debate en el Senado

Por Carolina Keve


Para quien lo recuerde desde Anticipos, aquel programa de radio Continental que se transformó en una de las pocas voces que enfrentaron a la dictadura en el ocaso de Malvinas, Eduardo Aliverti tal vez sea uno de los periodistas más autorizados a la hora de pensar sobre la libertad de prensa, algo de lo que por estas horas se habla mucho pero se dice muy poco. ¿Cómo juegan los medios en el debate de la radiodifusión?, ¿qué rol deben asumir los periodistas en esta discusión y cómo los puede llegar a afectar la sanción de una nueva ley?, ¿se puede hablar de un cambio de paradigma?, ¿qué va a pasar con el Grupo Clarín?


Confiado en que el proyecto del oficialismo sea aprobado, Aliverti considera que este momento puede constituir una bisagra, pero no por ello cree que signifique la defunción del Grupo. Eso sí, en su opinión, la pelea sirvió para dejar al desnudo el mito que se construyó en torno del poder del multimedio. “Clarín no es un grupo con grandes cuadros empresariales, si no no hubiera perdido el negocio del fútbol”, concluye al mismo tiempo que repasa la situación en el Congreso y analiza las cuestiones clave de la ley.

Uno de los puntos que se está debatiendo en el Senado es la modificación del
artículo que otorga un año a las empresas de medios para deshacerse de aquellos activos que excedan lo dispuesto por la ley. ¿Cuál es su opinión sobre esta cuestión?

Primero hay que aclarar que lo que el proyecto plantea exactamente es un año desde que se estipule la reglamentación, o sea que a partir de la letra chica de la ley es que entra a correr el plazo. Ahora bien, creo que se trata de uno de los aspectos negociables. Según la visión del Comfer, esto ha sido así cada vez que hubo cambios de este tipo, incluyendo el caso de Estados Unidos con Microsoft. Lo cierto es que también suena lógico que se extienda el plazo. Si uno se deja regir por el argumento de los medios y si consideramos que el mercado argentino es chico, tiene cabida la suposición de que las empresas, al tener que desprenderse demasiado rápido de los bienes, terminen vendiendo mal las estructuras que estén fuera de lo estipulado por la ley. También es cierto que si se llega a ampliar el plazo, la aplicación de la ley puede extenderse por tiempo indefinido.


Y, en ese caso, podría terminar siendo otro gobierno el que finalmente defina el régimen de propiedad de medios, posiblemente con otras reglas.

Pero, para que otro gobierno venga a cambiar las reglas de juego primero debería derogar la ley o lograr que ese artículo se declare inconstitucional, cosa que veo muy difícil. No obstante, en términos políticos, hoy es el punto que más preocupa a las empresas, porque está claro que las empresas, y particularmente Clarín, se han dado por vencidas respecto de la ley y de la situación parlamentaria. Por eso hoy una de las versiones es que van a intentar judicializar el problema para prolongar los efectos de la sanción de la ley en el tiempo.


¿Cree que la ley va a salir?


Sí, yo creo que sí. Siempre manifesté mis dudas respecto del Senado, que es el reducto corporativo más conservador del país. Y la verdad no podría poner las manos en el fuego de que no aparezca una Banelco corporativa y cambie las cosas a último momento. Si uno ve el modo en que los senadores se vieron sometidos a la presión ideológica y efectiva que hubo durante la discusión de la 125, es difícil pensar que vayan a levantar la mano para votar una ley que jode, nada más y nada menos, que a los intereses de los grupos mediáticos de sus provincias. Igualmente, y a pesar de todo esto, creo que la ley sale, aunque, eso sí, lo quiero ver.


Justamente, ante este escenario, muchos especulan ahora con que se extienda el proceso de transición para aplicar la ley hasta 2011, de manera que, eventualmente, venga Julio Cobos a cambiar las pautas a favor de los grupos mediáticos.

Sí, pero ojo que Cobos es una construcción mediática que está siendo impuesta como alternativa para 2011 más allá de la ley, que no es lo mismo que decir que lo inventaron sólo para la ley. Cobos encaja perfecto ante la situación de revolución interna que se vive en el peronismo disidente, particularmente en estos momentos en los que las elecciones en Santa Fe echaron muchas sombras sobre algo que ya aparecía casi determinado, que era la candidatura de Carlos Reutemann. Cobos entonces sirve a dos efectos. Por un lado, para jugar en contra de la sanción de la ley, aunque creo que a la oposición igualmente los números no le dan. Pero, sobre todo, es una construcción presidencial de los grandes grupos. Cobos es algo así como el leading case, el prototipo del candidato maleable que puede imaginar un grupo mediático.


La pregunta entonces es, ¿qué se está jugando realmente con este debate?


Lo que primero se juega con la ley es la construcción de un nuevo gran relato, que viene a marcar diferencias, poner sobre blanco dónde están unos y dónde están otros, y qué intereses se juegan en el periodismo con las empresas como factor de poder corporativo. Y esto va más allá de lo que suceda con la ley realmente. Al respecto, rescato lo que fue la intervención de Carlos Raimundi en Diputados, quien destacó cómo con este debate se está hablando de los monopolios, la concentración, los negociados de prensa, los intereses extramediáticos. Por lo menos, se sembró la duda a propósito del rigor razonable que tiene eso que se llama periodismo independiente, que no existe.


¿Se puede hablar de un cambio de paradigma?

Puede marcar un antes y un después, pero sólo si el Estado carga mucha pila en materia de políticas de subsidios y fomento a las organizaciones sociales. Un punto al que hay que estar atentos es cuánto del gravamen que se crea con este nuevo sistema va a ir efectivamente a las estructuras de esas pequeñas y medianas empresas. La ley sola es inservible, porque la torta publicitaria es una sola. Hoy las radios dan pérdidas.


Igualmente el interés está puesto en la televisión.


Pero a la hora de pensar una coyuntura en donde pequeñas estructuras puedan hacerse cargo de medios, aparece como alternativa la radio, no los canales de TV. Es por una cuestión de baratura tecnológica, de posibilidades de inversión, que las radios son el comando del posible cambio. Eso sí, si el Estado está atrás. La ley sola no sirve.


¿Es posible pensar que la ley también signifique cambios internos, como el surgimiento de nuevas organizaciones de prensa?

Sí, se puede pensar lo que la ley permite como herramienta. Hoy, que ADEPA y ARPA representan a las patronales está fuera de toda duda. Ahora, lo que digo es que si el Estado no está dando apoyo económico para que una estructura chica pueda hacerse cargo de medios, no va a haber cambio. De la nada no pueden surgir. Por ejemplo, necesitan capacitación para que los estamentos de la cultura popular hagan algo profesionalmente atractivo. No deberíamos permitirnos que suceda lo que sucedió con un muy buen porcentaje de las llamadas emisoras alternativas de baja potencia, que no se profesionalizaron.


Al respecto, un punto importante es lo que pasa en las provincias. Hablar de una federalización de contenidos implica también pensar en cómo garantizarle a las emisoras locales los recursos necesarios para generar esos contenidos.

Absolutamente, si no existe eso no va a haber posibilidades de inserción. Pero hay también otras cuestiones que atender. Veamos lo que pasó con la modificación que hizo el menemismo durante los noventa, cuando permitió que los propietarios de medios gráficos fueran, a su vez, propietarios de medios electrónicos. La radio pasó a ser el último orejón del tarro porque es el negocio más chico. Se transformó en un factor de penetración para la conquista de otros negocios, es decir terminó funcionando como negocio colateral. Esto a su vez generó otro fenómeno: que el periodista de un grupo que trabaja en todas las empresas del grupo cobre sueldos francamente estrafalarios en el mundo radiofónico, que no pueden ser cubiertos ni por la mejor política de ingresos que te puedas imaginar. Revertir esta ecuación va a ser muy complicado.


Usted antes rescataba el valor de que, por lo menos, se dé este debate. ¿Piensa que se está logrando una mayor concientización social sobre estas cuestiones?, ¿ve interés en la gente sobre el tema?

Creo que empezaron a aparecer algunas preguntas, pero no diría que el debate que se está dando sea un debate popular. Primero, porque recién ahora se está dando en los medios. En la calle lo que se huele, lo que se puede escuchar es que no hay conciencia alguna de lo que se está hablando. Se interpreta que ésta es una guerra entre las apetencias gubernamentales y las de un grupo. Ahora, eso sí, hay que rescatar que, a diferencia del debate por la 125 donde amplios sectores de la clase media hicieron suyo el discurso de la parodia sojera, en este caso, una porción importante no tomó para sí el discurso de Clarín. Y si eso es así, ya es un paso adelante.


Sin embargo, frases como “El fútbol se va a pagar con nuestros impuestos” o “TN va a desaparecer” tuvieron mucho eco en la opinión pública.

Bueno, el Gobierno trabaja con el mismo esloganismo, también impuso conceptos como “Fútbol para todos”, “La ley que necesitábamos” o “Ahora todos vamos a poder tener voz”. A mí me parece que son conceptos vacuos. La comunicación gubernamental respecto de los aspectos centrales de la ley es pobre, meramente publicitaria.


¿Y cómo debería ser?


Me parece que tendría que ser mucho más técnica, mostrar cuál es el mapa de medios, informar sobre qué es realmente lo que se les va a quitar y se les va a dejar, mostrar que no es cierto que tal medio se va a tener que desprender de tantas licencias como dice. Y que la formula fácil quede a cargo de los medios. No se puede salir a competir publicitariamente con el aparato de producción de sentido que tiene un medio privado. En eso, son muchos más vivos. La derecha siempre ha sido más viva en eso.


Si Clarín pierde esta pelea, ¿puede llegar a desaparecer?

No, de ninguna manera va a desparecer, pero sí se va a ver afectado y no sólo por este proyecto, también por el negocio del futbol que perdió o a elección de la norma japonesa para la TV digital. Hay que ver además qué pasa en Papel Prensa, hay versiones que indican que el Estado metería más mano. A mí me parece que hubo mucha mitología en lo que significa realmente Clarín. Clarín no es un grupo con grandes cuadros empresariales, si no no podría haber pasado lo que pasó con el futbol. ¿Cómo pierden un tercio de sus ingresos por emperrarse en no aumentar las cuotas para los clubes? Creo que acá la pregunta que hay que hacerse es si Clarín es un gran grupo o es sólo un grupo grande, que no es lo mismo.


Pero, ¿cómo logró entonces frenar este debate durante 26 años?


Entiendo que se necesitaba un loco como Kirchner o el matrimonio presidencial para encarar una batalla de esta naturaleza, independientemente de que lo hagan por razones de revanchismo. No pasó en 26 años porque no hubo vocación política para hacerlo. La cuestión que aparece picando es justamente ésa: ¿cómo es que, en la primera de cambio, el Grupo tambalea? Entonces el tema no pasaba porque el Grupo era muy grande sino porque la vocación política fue muy escasa.


Además de los factores económicos, muchos critican que el diario Clarín está perdiendo credibilidad. ¿Está de acuerdo con esta lectura?

Clarín perdió credibilidad mucho más que cualquier otro grupo. La grosería que adquirió el diario y algunos programas de TN o el informativo de Mitre se les convirtió en un boomerang. Yo nunca vi una campaña tan burda. Que publiquen el título central de portada con un potencial sobre el pago de sobreprecio en una usina de Santa Cruz, a partir de la denuncia que hizo un diputado de la oposición…. Creo que Clarín debería haber sido mucho más inteligente en la manera de ejercer su oposición.


¿Y qué rol les cabe a los periodistas?

Ahí me parece que tenemos que plantear una diferencia entre lo que es el trabajador de prensa, que no tiene correlación de fuerzas para oponerse, y aquellos que a pesar de tener ya una trayectoria y una posibilidad de irse a trabajar a otro grupo o a otro medio, cultivan la “política del amo”. Realmente no lo puedo absorber, sobre todo de gente que supo ser del palo “progre”.


¿Cómo juega el concepto de libertad de prensa en todo esto?

A ver, cuando se habla de libertad de prensa se está hablando de los intereses de las empresas, es de lo que se habló toda la vida. Lo que pasa es que ahora queda muy expuesto.


Digitalización y letra chica

Una cuestión que asoma incierta es el tema de la digitalización, hay quienes consideran que el proyecto lo trata demasiado poco.

En realidad, se trata muy poco porque no se lo ve cercano en el horizonte. Pero tampoco es del todo acertado afirmar que no se trata, en todo caso no se desarrolla. El proyecto lo contempla al señalar que deben preverse todas las situaciones a las que pudiera dar lugar la innovación tecnológica. Por eso surge el tema de la banda de 6 mhz y la revisión cada dos años, no de las licencias de televisión sino de la situación que pueda plantearse con todo esto. Por ejemplo, si hoy sos Telefé y vas a tener un ancho de banda que te va a permitir tener además otros seis canales, se puede producir una situación de remonopolización que va en contra del espíritu de la ley. Los medios mienten cuando dicen que a raíz de esto se van a revisar las licencias con eventual exclusión cada dos años. Lo que en realidad se plantea es que se va a revisar que, además, no tengan la posibilidad de quedarse con el ancho de banda que la digitalización va a permitir. Otro de los temas sobre el que la ley casi no hace mención es el de las condiciones de los trabajadores de los medios. Aunque entiendo que no es el momento de introducirlo en el proyecto por razones de oportunidad política.


¿Coincide con aquellos que plantean que lo prioritario es que la ley salga y que luego se discuta la letra chica?

Estoy totalmente de acuerdo. De lo contrario, como diría Jauretche, se estaría viendo la realidad por el ojo de la cerradura. Ponerse a discutir cada punto y cada coma cuando se está ante la oportunidad histórica de derogar la ley de los milicos después de 26 años, es de un enanismo analítico admirable.


“La ley de los milicos”, pero también la ley reformada en democracia.

Sí, en muchos casos fue reformada para peor, como lo que sucedió con el artículo 45. Ahora, la pregunta que cabe hacerse es por qué durante 26 años los grandes grupos no plantearon una alternativa legal. Los medios están de acuerdo en que siga rigiendo el decreto ley de la dictadura por el sólo hecho de que no han presentado una alternativa. Es más, si uno mira alguno de los proyectos presentados, como el de Silvana Guidici que hoy aparece como la “empleada del mes de Clarín”, se encuentra con que le daba a las telefónicas más libre albedrío que el proyecto que mandó el oficialismo antes de ser modificado en Diputados. Realmente me parece una hipocresía cuestionar aspectos de esta ley sin presentar una alternativa.


FUENTE: Revista Debate



"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)