Nunca antes la importancia del acuífero guaraní, la enorme reserva de agua potable subterráneos compartidos por los argentinos, brasileños, paraguayos y uruguayos, ha sido más clara.
Datos proporcionados por la ONU, muestran que por los años 2020 - 2030, de una población de alrededor de 8 mil millones personas, 7 mil millones de niños, mujeres y hombres (habitantes maltratados de este hermoso planeta) no tendrán acceso a este recurso.
El informe enviado por el Pentágono para el gobierno de EE.UU. en febrero de este año, toma nota de que el calentamiento global se está acelerando y que produce efectos devastadores en el planeta. El más importante de ellos es la falta de agua potable en un futuro próximo.
El informe también sugiere que los Estados Unidos deben estar preparados y listos para aprovechar este recurso estratégico, allí donde se encuentre, cuando llegue el momento. Es importante recordar que los Estados Unidos se retiró del Protocolo de Kyoto que regula las emisiones de los gases responsables del calentamiento global, en 2001. Para que el tratado entre en vigencia, se requiere la aprobación de los países que en conjunto son responsables del 70% de la emisión, y que, en la Conferencia Especial de Seguridad Hemisférica, celebrada en Monterrey, México, en octubre de 2003, los Estados Unidos se negaron a firmar las resoluciones relativas a la protección del medio ambiente.
Parece que las investigaciones tienden a confirmar las proyecciones ya realizadas. Sabemos que una explotación racional del acuífero estaría en 80 kilómetros cúbicos anuales (cada kilómetro cúbico equivale a un billón de litros de agua, es decir, uno con doce ceros), y que esta cantidad, daría agua potable a 720 millones de personas, sobre la base de 300 litros por día por persona. La población de Nuestra América es 550 millones. Esto significa que tenemos que ser capaces de proporcionar agua para todos, y que el excedente, junto con lo que contribuyamos de nuestros propios recursos, podrían ser utilizados para apagar la sed de nuestros hermanos los pueblos del Tercer Mundo. Podríamos transformar los desiertos en oasis, desarrollarnos económicamente y nuestros pueblos podrían gozar de buena salud.
Para que esto sea posible, nuestros pueblos deben recuperar el proyecto que, lamentablemente, se encuentra en manos del Banco Mundial, debido a las decisiones de quienes nos gobernaron durante los años noventa. Pero nada es irreversible. En última instancia se trata de una cuestión de decidir si el agua potable es un derecho humano fundamental para la vida y la salud, un bien social, un bien de nuestros pueblos, o si, como el Primer Mundo y los organismos internacionales económicos y financieros de crédito piensan, es un objeto, una mercancía sujeta a las leyes de la oferta y la demanda del mercado. Y de allí, las líneas de batalla se dibujan: a favor de la vida, o en contra.
Nuestros recursos estratégicos deben estar en nuestras manos y debe ser utilizada en favor de nuestras necesidades e intereses. La defensa de nuestros patrimonios nacionales es indispensable para nuestra supervivencia y la identidad como pueblos y naciones. Está en nuestras manos revertir la situación que Manuel Ugarte describió en 1923 "Los pueblos que dejan que su vida o su futuro dependan de una abstracción legal o de la voluntad de los demás son sacrificados antes de tiempo."
Contribución especial: PROFESORA ELSA M BRUZZON de CEMIDA
FUENTE: Indymedia