12.12.10

Las Mil y una Noches de Wikileaks (Por Stella Calloni)

Informes eran los de antes. Los medios de comunucación y el mamarracho informativo que han hecho para encubrir las atrocidades que Estados Unidos comete en el Mundo y la crisis global que originó el modelo capitalista.



Las recientes “revelaciones” de los documentos de Wikileaks -se habla de 250 mil- están resultando un resumen de informes de cartas de embajadores de Estados Unidos dirigidas al Departamento de Estado, el cual seriamente debería proceder a analizar la holgazanería de sus funcionarios, más que a preocuparse por los contenidos, tan simplistas como vagos.

Éstos reflejan nada más y nada menos que la simple función de recoger información sesgada de fuentes opositoras a los gobiernos “enemigos”, tal como lo definen los fundamentalistas del sistema, e incluso a sus propios aliados, nunca tan primitivas como en estos tiempos de la intoxicación informativa. Esos mismos sectores reciben fondos para competir a ver quién gana en el triste espectáculo colonial que significa servir al imperio. La mayoría son además recogidas de charlas y reuniones amistosas y otras con periodistas “cautivos” -un eufemismo insólito para no decir lo que en realidad son o en todo caso para qué utilizan a algunos- o políticos, empresarios y demás socios o aliados, para sus guerras sucias.

El gran emporio imperial de estos tiempos, escondido como el lobo feroz del cuento infantil de la caperucita roja bajo el disfraz de globalizadores en pos de un supuesto mundo igualitario, fueron tomando a lo largo de los años ’80 en el esplendor del reaganismo y los ’90, en el gran avance de la caballería neoliberal, los medios masivos de comunicación hasta hacerse de casi todos a lo largo el mundo. Y muy fácilmente en los países más empobrecidos -que no son pobres- como los latinoamericanos donde en los años ’90 se intentó derrumbar ladrillo por ladrillo las conquistas sociales, los avances de otros tiempos y la nuevas oportunidades independentistas que habían ido surgiendo.

Con Europa prosperaron las astucias coloniales, que disfrazadas de sociedades mutuas lograron convertir a ese continente, casi en su conjunto, en otro gran Estado, una estrella más en la bandera estadounidense, dependiente hasta la indignidad. Los viejos colonialistas, que asolaron África, Asia y América Latina, fueron convertidos en obedientes socios y como evidencian estos tiempos, con el riesgo de obediencia debida, la misma con que se les impone obligar a sus poblaciones a regresar a etapas ya superadas largamente.

Por eso todo lo que está sucediendo con la oferta Wikileaks comienza a aparecer como otra escalada en las guerras sucias y guerras sicológica, que son tan antiguas y predecibles que ya son de manual.

En primer lugar habría que preguntarse si El País de Madrid (España) y los “poderosos y serios periódicos” a los que los documentos fueron entregados para su selección y publicación, difundirían, por ejemplo, informes tales como las cantidades de dineros que se giran de unos lugares a otros, bien lavados por los bancos del sistema, para mantener el tipo de información unificada que todos ellos publican en sus vergonzosas campañas contra determinados gobiernos.

Y esas son campañas criminales porque se trata de accionar para colaborar a la destitución y destrucción de gobiernos populares o menos dependientes, para su desacreditación e incluso derrocamientos violentos. Y en todos esos actos se va la vida de miles de personas.

Son los mismos que activaron la propaganda de las mentiras que se utilizaron para “justificar” lo injustificable como las invasiones de Afganistán (2001), la de Irak (2003) que aunque no quieran decirlo esos medios, han producido el primer gran genocidio del siglo XXI, y todas las cometidas desde los tiempos de la expansión a finales del siglo XIX.

No imagino a El País de Madrid publicando documentos sobre lo que hacen las Fundaciones afines de la CIA y las instituciones de seguridad y militares de Estados Unidos y sus espejos europeos. Y menos “las ayudas” y “sociedades”, con resultados criminales de los servicios de inteligencia de Washington con los de Europa o el Mossad israelí.

Y por lo tanto uno se pregunta: ¿tanto esfuerzo de los hackers de Wikileaks al penetrar en esos codificados mundos del espionaje, para luego entregarlos a los amigos de los espías para su selección? Precisamente a los más beneficiados económicamente para difundir esas mismas mentiras enlatadas y edulcoradas.

Es al menos extraño, aunque desnuda de raíz la esencia perversa del imperio. Aunque si cotejamos la información de decenas de formidables investigadores, incluyendo a respetables estadounidenses, podemos concluir que sin tanto bombo ni platillo en otros tiempos más sencillos se logró reconstruir asombrosamente episodios trágicos que produjo la política de Estados Unidos en nuestra región y en el mundo.

Otra enseñanza es que todo lo avanzado en tecnología no parece servir al imperio como le sirven los viejos servicios de inteligencia de las pasadas dictaduras, que sobreviven y se reciclan por la impunidad impuesta como un proyecto que se pactó con Washington. Sólo con leer las acusaciones vergonzantes de esos grupos insertadas en la web o traducidas periodísticamente por los escribas del imperio, a veces terroristas devenidos en analistas internacionales, en los que es un caso espejo el cubano-americano Carlos Montaner, y tantos más que sería muy interesante enumerar aunque no aparezcan en los cables de Wikileaks.

Aunque es bueno mencionar que un sólo libro pequeño o un artículo del querido y recordado periodista argentino Gregorio Selser, que nunca tuvo la oportunidad de asistir a una universidad, un hombre de prodigiosa mirada, inteligencia y de humanísima generosidad y humildad, lograba sintetizar más información sobre los eternos espionajes estadounidenses, sus maniobras, estrategias y crímenes, que los centenares de documentos publicados en una avanzada amarillista, que por lo pronto aparece como destinada a crear desconfianza mutua entre gobiernos amigos y otros “trabajitos” típicos de las guerras sucias.

Y aquellos no eran tiempos de avanzadas tecnologías ni de hackers.

El también querido Juan Gargurevich de Perú o Ernesto Vera de Cuba, sólo por poner algunos ejemplos, han logrado sintetizar con documentación y perseverancia, entre otros temas, el origen y función que cumple la otrora poderosa Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de cuya historia en favor de golpes, invasiones, dictaduras, seguimos anotando hasta estos momentos -y también lo haremos o lo harán en el futuro cercano- nuevos capítulos asombrosos.

Aún me maravilla la voluntad y capacidad de síntesis con que los equipos pequeños y sin grandes fondos del gobierno de Evo Morales en Bolivia, han logrado reunir la documentación y el seguimiento de los trabajos de la CIA y la DEA en Bolivia y de las Fundaciones que se introducen como la cara social de esos organismos de inteligencia e injerencia.

Los seguimientos en estos casos permitieron a Evo Morales sustentar razones y causas para pedir el retiro del embajador estadounidense Philip Goldberg, un experto en dividir países y sembrar discordias para reinar mejor.

Y ni qué decir de los investigadores cubanos, que en medio del sitio medieval más grande de la historia mundial, como es el bloqueo de medio siglo de Estados Unidos, logran acumular y clasificar una información encomiable para saber a qué nos enfrentamos en América Latina y en el mundo.

Hay muchos nombres en toda América, en África y en el mundo. Cómo no recordar al querido Gerard Pierre Charles de Haití, o los investigadores mexicanos, que nos han dado tantas luces. Así como los medios que en todo tiempo han decidido jugar por la verdad al precio que fuera. Un solo texto del comandante Fidel Castro denunciando los peligros de nuevas guerras y de otras aventuras imperiales que amenazan a los pueblos , todo ello dicho en buen lenguaje y documentadamente, resulta sin duda un mensaje más esclarecedor y preciso, que centenares de mediocres documentos. Aunque éstos también siempre sirvan para algo.

Y hay que mencionar también a los nuevos jóvenes investigadores que están creciendo como hongos sanadores en el continente.

Tenemos una historia riquísima en esto de reconstruir esa relación que marcó a fuego el fin del siglo XIX y el XX entre Estados Unidos y América Latina.

Lo que sí es cierto es que esta desesperada carrera mediática por competir en la publicación de algunos de esos partes de rayana mediocridad, y que en general consisten en preguntas o en dichos en reuniones casi de camaradería y de espionaje barato, está quitando espacio en estos días a una serie de noticias que dan cuenta de los nuevos pasos criminales del imperio sobre nuestros países. Que el árbol torcido no tape al bosque.

La llamada Guerra de Baja Intensidad (GBI), totalmente reciclada para estos tiempos donde la información es una de sus armas predilectas antes del primer disparo, está siendo aplicada paso por paso, como en detalles. Y nuevamente a pesar de tener en nuestras manos hasta el proyecto que se nos aplica con índices numerados, no hemos podido adelantarnos a esos acontecimientos no menores.

¿Qué les parece lo que surge de la cloaca que muestra Wikileaks, cuyo presidente ahora está siendo juzgado como supuesto “terrorista sexual” por la “oportuna” denuncia de una mujer de origen cubano vinculada a las mafias terroristas cubano-americanas de Miami, como lo señala detalladamente otro respetable investigador como es el canadiense Guy Allard?

¿Qué tal si como respuesta cada gobierno de América Latina detiene por “traición a la patria” a los espías locales y los canjea por los cinco cubanos detenidos y condenados brutalmente en Estados Unidos por investigar y detectar los planes criminales que preparaban los terroristas mafiosos de Miami protegidos por ese país?

Eran nuevos y temibles atentados contra el pueblo de Cuba y también como se conoce ahora documentadamente -por las investigaciones y documentos de la justicia cubana- contra varios gobiernos y pueblos de Nuestra América, en “las rutas del terror” que se habían trazado.

Por muy buenas causas, Sherezade, hija de un visir logró mantener su cabeza y la de muchas mujeres pegadas al cuerpo, hasta doblar la voluntad del sultán Shahriar, quien según la magia de esas historias colectivas de Las Mil y una Noches, resentido por la infidelidad de una esposa amada, tomaba jóvenes sólo por un día y las decapitaba al siguiente.

Hasta que Sherazade -o como sea el subterfugio de esta joya de la literatura universal en que se convirtieron los cuentos colectivos, cautivadores y sin final- logró calmar la obsesión del sultán y arrancar lo mejor de su alma, como recogen los textos de Las Mil y una Noches.

Cuidado con que estemos todo un año o más prisioneros de los “documentos” que decidan mostrar los periódicos del sistema, entretenidos en este caso no como en la buena causa de Sherezade y su sabiduría ancestral y popular, de magias adquiridas desde la realidad cotidiana, sino con otros objetivos, para activar senderos de la guerra sucia. Es claro que aún así esos documentos desnudan al imperio en su conjunto.

Saltando de Las Mil y una Noches a Ernesto “Che” Guevara podríamos comenzar a recordar el paso de embajadores de Estados Unidos en otros tiempos, como Spruille Braden, Ernest Siracusa, John Negroponte, Robert Hill; y estos son sólo nombres al azar para que exijamos la desclasificación de todos los documentos que puedan mostrar a la luz del día los crímenes y la perversidad del imperio - hoy decadente- y sus asociados.

Entonces será una causa tan buena como la de Sherezade. No será casual tampoco que las historias mágicamente irrepetibles de Las Mil y una Noches hayan sido originalmente recogidas en la tradición de Persia, que es hoy Irán, Afganistán, Irak y se habla también de Uzbekistán y Tajikistán y otros. ¿No es un símbolo también de estos tiempos?

Fuente: Política y Medios
"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)