Sandro Cruz: ¿Para qué sirven las primarias y los caucus por Estados? ¿Cómo interpretarlos?
Thierry Meyssan: Acabo de demostrarle que no sirven para nada. Por lo menos en lo tocante a la designación de los candidatos. Pero ese gran show permite reducir casi a cero la conciencia política de los estadounidenses. Los grandes medios de prensa nos mantienen en vilo con el conteo de delegados y de donaciones. Ahora se habla de la «carrera» por la Casa Blanca y de records, como si fuera un maratón televisivo o la Star Academy.
Se mantiene artificialmente un «suspenso» para poder captar la atención de la multitud y remachar un mensaje la mayor cantidad posible de veces. ¿Ha observado la cantidad de veces que los grandes medios de prensa nos han anunciado que este martes era decisivo? Pero cada vez se produce un resultado inexplicable que permite que el candidato en apuros se mantenga en la competencia para poder continuar con el show. En realidad el espectáculo está arreglado. En 17 Estados se instalaron máquinas de votar que no ofrecen ninguna posibilidad de verificar los resultados del voto electrónico. Sería preferible no votar y dejar que los candidatos se las arreglen ellos solos para inventar los resultados.
Todo eso viene acompañado de mensajes subliminales bastante dudosos. Por ejemplo, McCain escogió como slogan la «defensa de la libertad y de la dignidad», que él expresa como la libertad religiosa y la abolición de la esclavitud. Cuesta trabajo creer que sean esas las preocupaciones fundamentales del ciudadano de a pie. ¿A quién se dirige entonces ese slogan?
La señora Clinton proclama «Cada cual en su lugar». Ella quiere decir que, si ella estuviera en el poder nadie quedaría abandonado. Pero también significa que la gente tiene que mantenerse en su lugar y que no debe tratar de cambiar [ese lugar] o meterse en los asuntos de la oligarquía.
Obama, por su lado, aparece con el slogan «Change» escrito en su tribuna. Eso quiere decir que Estados Unidos necesita un cambio, pero también recuerda un buró de cambio. En inglés la palabra «change» designa la moneda que le devuelven a uno. En plena crisis financiera eso distrae bastante.
Sandro Cruz: En un reciente artículo usted escribió que el presidente de Estados Unidos siempre es un hombre del complejo militaro-industrial. Desde ese punto de vista, ¿cree usted que John McCain resultará electo?
Thierry Meyssan: De nuevo está planteando la interrogante al revés. Los tres principales candidatos en disputa están dando cada vez más señales de lealtad al complejo militaro-industrial. Es una subasta en la que, efectivamente, McCain no necesita probar nada, pero sus competidotes no se quedan detrás. Así pudimos oír a Obama ofrecerse para bombardear Pakistán y, hace unos días, Clinton amenazó a Irán con «borrarlo» del mapa mediante el fuego nuclear. ¿Quién da más?
Al cabo de meses de campaña, estos tres candidatos han llegado a un consenso absoluto sobre las principales cuestiones de política exterior y de defensa:
Ellos consideran que la defensa de Israel constituye un objetivo estratégico de Estados Unidos;
no tienen ningún plan de salida de Irak;
presentan a Irán y al Hezbollah libanés como amenazas importantes para la estabilidad internacional.
Sin embargo, existe una diferencia entre estos candidatos y reside en el debate que acaba de cerrarse en el seno del complejo militaro-industrial. McCain y su consejero Kissinger sostienen el principio de enfrentamiento directo mientras que Obama y su consejero Brzezinski proponen un dominio [estadounidense] a través de representantes. Clinton y su consejera Albright encarnan un imperialismo normativo que ya resulta obsoleto. En Voltairenet.org yo escribo a menudo sobre ese debate estratégico (sobre todo cuando el informe de las agencias de inteligencia sobre Irán y la renuncia del almirante Fallon) y es precisamente de ese debate que depende la designación del próximo presidente.
En el artículo que usted cita yo señalé que el complejo militaro-industrial no tenía confianza en Clinton. Sigo teniendo la misma opinión. Su temática o posición ya no le interesa a la industria del armamento. Y por más esfuerzos que haga la Sra. Clinton, ya sea su participación secreta en la Fellowship Foundation o sus declaraciones maximalistas o amenazantes sobre Irán, no van a modificar eso. En el momento en que usted me hace estas preguntas decir que «Clinton está frita» no es nada nuevo. Ese era el titular de un diario de Nueva York la semana pasada. Pero yo lo escribí cuando la prensa europea todavía la tenía en un pedestal.
No debemos dejarnos llevar por las problemáticas que nos imponen los grandes medios de prensa. No cambia gran cosa saber si Estados Unidos mantendrá, con McCain como presidente, 100 000 soldados y 200 000 mercenarios en Irak o si, con Obama, disminuiría la cantidad de soldados y aumentaría la de mercenarios. Lo importante es saber si Estados Unidos cuenta todavía con los medios que exigen sus ambiciones y si puede gobernar el mundo –como aún pretenden los neoconservadores– o si están minados desde adentro y tienen que renunciar a su sueño imperial para evitar el derrumbe –como ya explicó la Comisión Baker-Hamilton. Lo cierto es que la vertiginosa caída del dólar marcó el fin del imperio. Hace 10 años, con 8 dólares se compraba un barril de petróleo. Ahora se necesitan 135 dólares y dentro de dos meses probablemente se necesitarán 200. Además, la desbandada de las milicias del clan Hariri, que huyeron dejándole el campo de batalla al Hezbollah –en pocas horas y tirando sus armas a la basura–, demuestra que ya no es posible recurrir a los subcontratistas para garantizar los servicios de policía del imperio.
En esas condiciones, McCain no ofrece ya ningún interés para la oligarquía. Obama y Brzezinski son los únicos portadores de un proyecto alternativo: salvar el imperio privilegiando la acción secreta (poco costosa) por encima de la guerra (demasiado onerosa).
Sandro Cruz: Efectivamente, es muy sorprendente ver que Barak Obama, quien afirma querer un cambio en la sociedad estadounidense, ha escogido como consejero a Brzezinski, cuando se sabe que este último es un ideólogo que está implicado en sórdidas operaciones secretas: golpes de Estado, sabotajes y otras acciones criminales.
Thierry Meyssan: Yo me encontré con Zbignew Brzezinski, hace très semanas [1], lo oí desarrollar un discurso ya perfectamente probado sobre la renovación estadounidense. Él condenó todos los excesos visibles de la política bushiana, desde Guantánamo hasta Irak, y hábilmente recordó sus propios éxitos contra la Unión Soviética.
No creo, sin embargo, que el próximo presidente de Estados Unidos tenga la oportunidad de aplicar una nueva «gran estrategia». Ya es demasiado tarde. Barak Obama tendrá que enfrentar la cesación de pagos de varios Estados, que no podrán seguir pagando los salarios de sus propios funcionarios ni garantizar los servicios públicos. Estará demasiado ocupado con el caos interno como para poder realizar los planes de Brzezinski.
Sandro Cruz
Periodista. Miembro fundador de la agencia de prensa latinoamérica IPI