Por amor a nuestros niños
(APe).- Como decíamos ayer, los accionistas de los niños descalzos piden bajar la edad para penalizar a los pibes. Como si los responsables de la pobreza y la inseguridad que vive nuestro país fueran esos pequeños hambrientos de miradas oscuras que piden un poco de amor aunque sea de segunda mano.
Los destinatarios de la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos del Niño, nacida para proteger alimentar acariciar al cachorro humano, recorren las calles tirando de sus carritos cargados con los despojos de una felicidad ajena y descartable.
Los hacedores de leyes duras y penas de acero no salieron en otros momentos a alentar rebeliones, cuando el neoliberalismo saqueaba nuestro país con privatizaciones impuras mientras amontonaba pobres a la intemperie.
Hoy el 60 por ciento de los pibes menores de 14 años son pobres. Mientras el hambre, asesino serial, anda suelta por las calles matando 25 niños por día -almitas no mayores de un año- en un sistema patrocinado por el odio, que se empeña en bajar la edad de punición, para someterlos a drásticos procesos de encierro, donde no puedan predicar el evangelio de su disidencia, ni siquiera en el gráfico y terrible lenguaje de las paredes de un calabozo.
Quieren que la vida no valga nada. Una semilla de mijo en un granero. Pero que vayan sabiendo que la dignidad no se mide por el tamaño de los patrimonios, sino por aquellos benditos esperanzados que caminan a través de los siglos detrás de la utopía.
Alberto Morlachetti
Coordinador Nacional
Coordinador Nacional
Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo