26.10.09

Gerardo Morales: De "oportunista juntavotos" a "oportunista mentiroso y traidor"

Milagro Sala: Morales la visitó en la campaña presidencial

“Miren lo que encontré” se entusiasma uno de los colaboradores del área de prensa de la Túpac Amaru mientras revisa los archivos fotográficos de la organización. El hallazgo es elocuente. En una foto impresa a todo color de Milagro Sala y Gerardo Morales sonríen abrazados. Una imagen difícil de imaginar luego de las acusaciones que el senador nacional y titular de la Unión Cívica Radical (UCR) profirió contra la líder de la organización territorial, a quien acusó de “manipular planes sociales, manejar un ejército armado y traficar drogas”.

La explicación no esconde ningún secreto. En agosto de 2007 –dos meses antes de las elecciones en la cuales Cristina Fernández fue elegida presidenta de los argentinos–, la Túpac Amaru organizó la tradicional celebración del Día del Niño en uno de sus locales céntricos. Morales –por entonces candidato a vicepresidente que acompañó a Roberto Lavagna en la fórmula apoyada por la Unión Cívica Radical– no se perdió la oportunidad de hacer campaña y asistió al acto. “¿Qué va a decir Morales ahora cuando se muestre esta foto en los medios? ¿Cómo va a justificar su abrazo con la terrorista y narcotraficante Milagro Sala?”, se preguntaron militantes de la organización.

“Nosotros jamás especulamos con la presencia de ningún político en nuestras acciones, recibimos a todos los que vinieran de frente y sin mala leche, por eso le abrimos las puertas a Morales como lo hicimos con otros dirigentes, y no por eso somos menos independientes”, señaló Milagro Sala.

Los políticos más fotografiados por las cámaras “tupaqueras” están identificados con el Frente para la Victoria. El ranking lo lidera la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, seguida por su hermano Néstor y la presidenta Cristina. “Eso no significa que nosotros seamos kirchneristas”, cruzó Sala. “Nosotros somos independientes, pero si un gobierno nos reconoce y nos otorga fondos para poder construir esto que ustedes vieron, por qué les vamos a impedir que participen de la inauguración de alguna obra”, agregó la dirigente.

RADICALES ESCRACHADORES. La cuestionada metodología del escrache de la que fue víctima Morales no es patrimonio de las organizaciones sociales jujeñas. Militantes del partido que conduce el senador nacional también protagonizaron acciones de similar tenor en la provincia. Incluso contra dirigentes de su propio color partidario. En agosto de 2006, integrantes de la Juventud Radical (JR) escracharon al por entonces diputado provincial –y hoy intendente de la localidad de San Pedro– Esteban Fado Zamar en un local comercial de su propiedad. Con pasacalles, banderas, bombos y redoblantes, los manifestantes mostraron su disconformismo por la decisión del diputado de alejarse del Frente Jujeño, que por entonces lideraba el radicalismo. “La banca es de la UCR y él debe devolverla”, dijo en declaraciones a los medios locales Santiago Huber, presidente de la JR, y agregó que “este escrache lo realizaremos a lo largo de la semana para recordarle al pueblo sampedreño que aquí hay un traidor y un coimero”.

Desde la Túpac, aseguraron que “Morales ahora repudia las mismas prácticas violentas que él mismo apañó perpetradas por integrantes de su partido”.

OPINIÓN

Esa mujer... morocha y humilde
Mauro Federico

La culpa la tiene Víctor De Gennaro. Corría el año 2003 y yo trabajaba en la redacción del periódico de la CTA que él dirigía. Una mañana entró eufórico a la oficina y me dijo: “Tenés que viajar a Jujuy a hacer una nota sobre la Túpac”. Por ese entonces, apenas había escuchado algo sobre esta organización que empezaba a construir viviendas en un descampado desparejo a las afueras de la capital jujeña, liderada por una mujer. “Cuando la conozcas a Milagro, vas a descubrir la esencia de la Central”, me dijo. Y allá fui, confiando en las palabras del Tano –el tipo más optimista y entusiasta que conocí en mi vida–, a buscar la nota de tapa para la edición de septiembre.

Milagro Sala me recibió en el local de la Asociación de Trabajadores del Estado. “Soy bien colla y a mucha honra”, me dijo la flaca respondiendo a mi interrogante: “¿A qué etnia pertenecen tus ancestros?”, (qué pregunta pelotuda).

Para un porteño de clase media con pretensiones de librepensador progresista era difícil digerir aquello. Por desgracia, no es un problema pura y exclusivamente mío. Desde la lógica con la que se cimenta el pensamiento de los medios de comunicación mal llamados nacionales (sólo porque se editan o transmiten desde Buenos Aires), es casi imposible entender que una mujer, morocha hasta los huesos, de origen humilde y con antecedentes penales, pueda conducir una organización de las características de la Túpac. Y lo que es aún más grave: no pueden –o no quieren– comprender el verdadero sentido de una construcción política autónoma que le ofrece a la gente la posibilidad de edificar un mundo donde vivir felices.

Por eso, cuando esta semana los editores de Crítica de la Argentina me propusieron viajar a Jujuy para contar la historia que todavía nadie contó sobre la Túpac Amaru y entrevistar a su líder, luego de agradecerles la confianza y la oportunidad que me daban, les advertí que no esperaran de estas líneas una mirada desprovista de subjetividad.

Soy un trabajador de prensa afiliado a la CTA desde el año 2000 y siento un profundo respeto y cariño por la mayor parte de sus dirigentes y militantes. Desde ese lugar escribo, sin la pretensión de erigirme en el dueño de ninguna verdad, pero reclamando el derecho de darles voz a los que no la tuvieron ante la sarta de acusaciones infundadas que se formularon luego del escrache al senador Gerardo Morales en el que jamás participaron ni Milagro ni ningún militante de la Túpac.

Conozco muy bien a Milagro y el laburo de esta organización, ejemplo en todo el país. Sé positivamente que no son ni mafiosos, ni narcos, ni otras tantas barbaridades que los medios publicaron sobre ellos en los últimos días. Cronistas de otros matutinos porteños estuvieron esta semana en Jujuy y recorrieron los mismos lugares que yo volví a recorrer luego de seis años de aquel primer contacto con la Túpac Amaru. Cada mirada propone una versión de la realidad, con la que los lectores podrán estar más o menos de acuerdo. Pero hay algo que es imposible de negar: brindarle atención médica de primer nivel, educación, vivienda y felicidad a los jujeños con los recursos que las organizaciones sociales lograron arrancarle a un Estado acostumbrado a alimentar las arcas de los grupos concentrados de la economía no puede ser objeto de críticas tan descarnadas. A menos que estén instigadas por aquellos sectores a los que no les gusta ver al pueblo organizándose para decidir su destino, de manera autónoma y sin la necesidad de ser arriado por un choripán y un tetra a ninguna manifestación.

FUENTE: Crítica Digital
"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)