25.11.09

El sistema electoral de Estados Unidos


El sistema electoral de Estados Unidos es uno de los ejes centrales del sistema político de ese país, y no podría ser de otra forma, debido a que el sistema político norteamericano, según fue concebido por los llamados "Padres Fundadores" de la nación en el último cuarto del siglo XVIII, descansa sobre un sistema de gobierno "con el consentimiento de los gobernados." De ahí que sea el voto, la elección, la manera casi exclusiva en que los gobernados puedan expresar ese consentimiento.

Así, el sistema de gobierno y el sistema electoral están confusamente interconectados. Los ejercicios cuatrienales para la captura de la Casa Blanca, es decir, la elección del Presidente y Vicepresidente de la federación; las elecciones legislativas cada dos años, en que se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado; las elecciones estaduales para gobernadores y los legisladores a ese nivel, y las locales en que se eligen los alcaldes y una serie interminable de otros funcionarios locales, dan muestra de la centralidad del voto en el sistema político norteamericano.

Las elecciones que se celebrarán en Estados Unidos en noviembre de 2008 (Este artículo fue escrito en el año 2007) serán generales, pues coinciden con las elecciones presidenciales. Las pasadas elecciones del 7 de noviembre del 2006 fueron elecciones de "medio término", ya que tuvieron lugar en medio del mandato presidencial. Este tipo de elecciones son esencialmente locales, en las que se renuevan o ratifican los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 33 de los 100 escaños senatoriales y 36 de los gobernadores de los 50 estados. En las elecciones que tendrán lugar en el 2008 se repetirá este proceso, pero también estará en juego el ascenso a la Casa Blanca.

Los partidos políticos tradicionales de Estados Unidos, el Demócrata y el Republicano, son los principales contendientes en las elecciones a todos los niveles, aunque, por supuesto, no son los únicos que existen, pero sí monopolizan el juego político electoral, al punto de ser considerados poco más que coaliciones electorales en pugna por ocupar los cargos electivos.

Aunque el sistema político norteamericano se presenta a sí mismo como una democracia, ninguno de los documentos fundacionales de la república, o sea la Declaración de Independencia de 1776 y la Constitución de 1787, pilar central de sistema político norteamericano y aún vigente, mencionan la palabra "democracia".

De hecho, los principios sobre los que se erigió este sistema, como el de "balance y contrapeso", entre las tres ramas de gobierno, la Ejecutiva, la Legislativa y la Judicial; el férreo control de los cargos electivos por parte de los dos partidos principales, y la elección como la única forma de participación de los ciudadanos en los procesos políticos, indican que el sistema político norteamericano fue diseñado para que los poderes del Estado gestado a partir de la independencia de las Trece Colonias británicas quedaran firmemente en manos de la clase burguesa dominante, y no fueran amenazados sus intereses por la irrupción de las masas con sus demandas democráticas.

Las contradicciones del sistema electoral de Estados Unidos

El sistema electoral norteamericano, a pesar de su carácter medular en el sistema político de ese país, presenta una serie de contradicciones cada vez más pronunciadas en la medida en que la nación se ha expandido, tanto en términos territoriales como en cuanto a la definición de intereses imperialistas regionales y globales. La participación de los ciudadanos en los procesos electorales, ya sea como electores o como candidatos, presenta serios impedimentos, que hacen que la práctica se aleje cada vez más de lo que puede considerarse paradigmático en el ejercicio de la democracia. Veamos algunos de estos obstáculos:

Votar es difícil

El ciudadano para ser elector, es decir, para ejercer su derecho al voto, debe registrarse, y para ello deberá ser ciudadano norteamericano, mayor de 18 años de edad. Pero, en dependencia del Estado en que resida, el ciudadano deberá cumplir algunos requisitos adicionales.

Las elecciones se realizan en un día laborable y hay que trasladarse a dónde funcione el colegio electoral que corresponda, por lo que solo podrán concurrir a las urnas aquellos cuyas obligaciones laborales se lo permitan y dispongan del transporte, entre otras facilidades.

Apatía del electorado

Como el voto no es obligatorio y la responsabilidad de votar recae totalmente sobre el ciudadano, muchas personas no votan. Esto es así tanto en las elecciones de medio término, como las del 7 de noviembre de 2006, como en las presidenciales que tienen lugar cada cuatro años. Solo las personas muy motivadas acuden a las urnas.

Tampoco hay un marcado interés de los partidos políticos en movilizar al electorado, porque no existen requisitos mínimos de votos para que los candidatos sean electos en estas elecciones directas, y el que más votos obtenga es el ganador, no importa la cantidad ni el porcentaje que representen del total de los sufragios.

Muchos defensores del sistema electoral norteamericano pretenden presentar la escasa asistencia a las urnas y el desinterés de los ciudadanos por ejercer el sufragio como una muestra de confianza y satisfacción por parte del electorado en cuanto al funcionamiento del sistema. Sin embargo, existen otras razones detrás de estas conductas.

Se constata en Estados Unidos un rechazo generalizado hacia la política y los políticos, basado no solo en los frecuentes escándalos de corrupción y otras actuaciones reprobables en que se ven involucrados los funcionarios electos y otros personeros, sino también porque los ciudadanos se ven cada vez menos representados por quienes son oficialmente sus representantes.

Por otra parte, cada vez más son menores las diferencias entre los candidatos de uno u otro partido, por lo que los electores no están realmente escogiendo al candidato que encarna el programa político de su preferencia, y la contienda electoral se circunscribe a seleccionar entre personas que se han pronunciado sobre los asuntos de interés del electorado en más o menos los mismos términos, o lo que es peor, han evitado tratar los asuntos espinosos y controversiales durante sus campañas.

La similitud de los pronunciamientos y agendas de los candidatos contendientes no representan una alternativa real para el elector, que está votando, entonces, sobre la base de la personalidad del candidato u otro rasgo superficial, no cuestiones sustantivas.

El costo de las campañas electorales

Las elecciones en Estados Unidos han ido adquiriendo crecientemente un carácter elitista, debido fundamentalmente a que los gastos de campaña son multimillonarios. El candidato a cualquiera de los cargos electivos tiene que ser rico o contar con el apoyo financiero de éstos, para lo cual, obviamente deberá servir a los intereses de las capas adineradas.

En las elecciones de parciales de noviembre 2006, los gastos de campaña ascendieron a 2 600 millones de dólares, según la cifra total. Pero el costo de la campaña de un solo candidato a la Cámara de Representantes, en este caso por un distrito suburbano de San Diego, California, en el que hubo que celebrar una elección especial en junio de 2006 por el encarcelamiento del titular del escaño, el republicano Randy "Duke" Cunningham, ascendió a 4,5 millones de dólares para favorecer la elección de un candidato de republicano, que por supuesto resultó el ganador.

Con todo ello, resulta más que evidente que el altísimo costo de las campañas electorales impide que personas honestas, pero sin recursos financieros, puedan acceder al proceso político por muy buenas que sean sus ideas, intenciones o propuestas. De esta forma, cada vez más las elecciones son competencias de recursos financieros.
Los cabildeos o "lobbies" y el fraude electoral

Muy relacionado con lo anterior está el papel que desempeñan en las elecciones los cabilderos o lobbies. Esta institución, también conocida como grupos de presión, es parte consustancial del sistema político estadounidense. Se ocupan de representar y abogar por determinados intereses ante las instancias gubernamentales y los miembros del Congreso Federal. Son organizaciones para influir sobre el poder político.

Todo el mundo tiene su lobby o grupo de presión: Israel, Taiwán, los sindicatos, los indios, las empresas petroleras, las de defensa, las farmacéuticas, las de transporte ferroviario, etc. En total, en el área metropolitana de Washington hay 30 000 compañías especializadas en este tipo de actividad. O sea, existen 56 lobbies para cada legislador.

Estas organizaciones participan en los procesos electorales mediante un mecanismo denominado Comités de Acción Política (PAC) que se movilizan para que el candidato que mejor representa a los intereses del lobby resulte electo. Esta movilización implica campañas a favor del candidato, ya sea en los medios de comunicación o mediante la organización de banquetes y reuniones, envío de información por correo y posters, entre otros mecanismos publicitarios. Y en cuanto a las contribuciones para las campañas electorales, son de suma importancia, porque los individuos tienen límites legales sobre estas contribuciones, pero estas agrupaciones los sobrepasan.

La llamada Fundación Nacional Cubano-Americana, cuya razón de ser dentro del sistema político norteamericano es demandar y defender las acciones anticubanas de la política de Estados Unidos contra Cuba, y la elección o reelección de candidatos que mantengan las posturas agresivas contra nuestro país, es un caso típico de lobby.

Otros de los rasgos más negativos del sistema electoral norteamericano es el fraude, que se puso de manifiesto de forma dramática en las elecciones presidenciales del 2000, en las que resultó electo el actual presidente George W. Bush. Las irregularidades del proceso electoral en el estado de La Florida — en que la ultraderecha de origen cubano tuvo una participación importante- y la decisión de la Corte Suprema de suspender el conteo de votos allí, hicieron que el ascenso de Bush a la Casa Blanca se realizara en el medio de serias dudas acerca de la legitimidad de su mandato, de la transparencia y legalidad del sistema electoral en su conjunto.

Mientras todo esto tiene lugar, Estados Unidos pretende cuestionar y descalificar todo proceso político que se aparte de su "modelo" de democracia representativa, intenta "supervisar" elecciones en cualquier parte del mundo y presenta su sistema político como "el (...) que todos los Estados deben adoptar para ser considerados democráticos".

Dra. Rosa López Oceguera

(Centro de Estudios sobre Estados Unidos, Universidad de La Habana).

"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)