En momentos en que se está por votar en el Congreso Nacional la nueva ley de Medios Audiovisuales, creo que es muy conveniente refrescar todos los conceptos que presenta este informe...
Ya lo había publicado anteriormente, pero creo que no está para nada de más volver a ponerlo en primer plano...
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Ya lo había publicado anteriormente, pero creo que no está para nada de más volver a ponerlo en primer plano...
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Bien saben unos y otros del potencial aglutinador de las palabras: para el letargo en masa o para un despertar colectivo.
En homenaje a los hombres y mujeres que luchan con su voz como única arma para liberarnos, hablaremos de las palabras de tres hombres que juegan, hacen malabarismos con ellas y las colocan sobre el papel de un modo que, a veces, nos acarician los oidos y la mente, mientras nos obligan a despertar con firmeza con verdades que nos alcanzan como puños.
Noam Chomsky –lingüísta-, Ignacio Ramonet –periodista-, Eduardo Galeano –escritor-, son tres exponentes sublimes de la comunicación “alumbradora”.
Noam Chomsky
El control de los medios de comunicación
“El cuadro del mundo que se le presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrada bajo montañas de mentiras”
Comencemos por presentar los dos modelos de democracia posibles según Chomsky:
“Uno es el que nos lleva a afirmar que, en una sociedad democrática, la gente tiene a su alcance los recursos para participar de manera significativa en la gestión de sus asuntos particulares y los medios de información son libres e imparciales”.
“Una idea alternativa de democracia es la de que NO debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos y los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados”. (Una idea alternativa y altamente familiar).
- Propaganda -
Una vez ubicados, descubrimos de la mano de Chomsky que, ya durante la Primera Guerra Mundial, se utilizaron técnicas de PROPAGANDA bien estudiadas por la Comisión Creel –comisión de propaganda gubernamental- para transformar lo que había sido una población pacífica, contraria a la participación de EE.UU en el conflicto europeo, en “una sociedad histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán”.
Así, intelectuales del círculo de John Dewey se mostraban orgullosos por haber demostrado que una élite reducida era capaz de “convencer a una población reticente de que había que ir a una guerra mediante el sistema de aterrorizarla y suscitar en ella un fanatismo patriotero”.
Esta élite , y sólo una élite reducida, - según la teoría de
Walter Lippmann, decano de los periodistas americanos y analista político (1889-1974)- “puede entender cuáles son los intereses comunes, qué es lo que nos conviene a todos”. Y, mediante técnicas de propaganda, “fabricar consenso para producir en la población la aceptación de algo inicialmente no deseado”.
Según Lippmann, en una democracia con un funcionamiento adecuado, hay distintas clases de ciudadanos. En primer lugar , “los ciudadanos que asumen algún papel activo en cuestiones generales relativas al gobierno y la administración”: los que “analizan, toman decisiones, ejecutan , controlan y dirigen los procesos”: la élite reducida.
Y, lo que da en llamar “el rebaño desconcertado”. Del que afirma “hay que protegerse cuando brama y pisotea”. Es decir, la mayoría de la población cuya función se limita a ser meros “espectadores en vez de miembros participantes de forma activa”. Se les permite decir “queremos que seas nuestro líder”, porque “estamos en una democracia y no en un estado totalitario”. Y, una vez dicho esto, “se espera de ellos que se apoltronen y se conviertan en espectadores”.
“Por ello -continúa explicando Chomsky al respecto de las teorías de Lippmann- necesitamos algo que sirva para domesticar al rebaño perplejo: la fabricación de consenso”.
La clase especializada, al servicio de la gente que tiene el poder real, ha de ser adoctrinada. El resto del rebaño, distraído.
En un estado totalitario, la tarea de encaminar al rebaño, es fácil: “blandiendo una porra sobre las cabezas de los individuos, y si se apartan del camino trazado, golpeándoles sin piedad”.
“Pero si la sociedad es democrática, hay que dirigir la atención a las técnicas de propaganda”.
“La propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario”.
Reinoid Niebuhr afirmaba que “la racionalidad es una técnica, una habilidad al alcance de muy pocos, mientras que la mayoría de la gente se guía por las emociones”. Es aquí donde las estrategias propagandísticas atacan: directas a movilizar al rebaño a través de las emociones sin permitirles una tregua para que no pongan en marcha el peligroso raciocinio.
La PROPAGANDA crea consenso. Controla la opinión pública que es “el mayor peligro al que se enfrentan las corporaciones” –sigue aclarándonos Chomsky.
“Los individuos tienen que estar atomizados, segregados y solos; no puede ser que pretendan organizarse, porque en ese caso podrían convertirse en algo más que simples espectadores pasivos”. “Sería una verdadera amenaza”. Es absolutamente necesario evitar las asociaciones. De aquí el INDIVIDUALISMO.
Por ejemplo, a partir de 1935, “la capacidad de actuar de los sindicatos –como núcleo de organización- fue cada vez menor”. Y no por casualidad. Los empresarios pusieron a prueba una nueva técnica de destrucción de las organizaciones obreras. “Sin matones a sueldo”. Utilizando “instrumentos más sutiles y eficientes de propaganda”. Lo que yo, personalmente, llamo: “estrategia del desprestigio”.
Además para evitar dicha organización, para que el rebaño desconcertado no brame ni pisotee, habrá que DISTRAERLO.
(Nada mejor que un campeonato europeo o un mundial de fútbol. Que le pregunten a la Unión Europea y al Parlamento español: ¿en qué circunstancias se ha aprobado el Tratado de Lisboa en España?).
Cuando el rebaño comienza a darse cuenta de que no hay propuestas serias en las sucesivas administraciones para resolver los “importantes problemas relativos a la salud, la educación, los que no tienen hogar, los parados, el índice de criminalidad, la delincuencia creciente que afecta a amplias capas de la población, las cárceles, el deterioro de los barrios periféricos, es decir la colección completa de problemas conocidos … En estas circunstancias hay que desviar la atención del rebaño ya que si empezara a darse cuenta de lo que ocurre podría no gustarle, porque es quien recibe directamente las consecuencias de lo anterior. Acaso entretenerles con la final de Copa o los culebrones no sea suficiente y haya que avivar en él el MIEDO A LOS ENEMIGOS”.
“Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso, ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerles y marginarles” – dice, sarcástico, Noam Chomsky.
“El rebaño desconcertado nunca acaba de estar debidamente domesticado: es una batalla permanente”.
“También es necesario FALSIFICAR totalmente la historia… Simular que cuando atacamos y destruimos a alguien lo que estamos haciendo en realidad es proteger y defendernos a nosostros mismos de los peores monstruos y agresores”.
“El cuadro del mundo que se le presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrada bajo montañas de mentiras”.
- Realidad falsificada -
Son los medios al servicio de las élites.
“La cuestión central –afirma Chomsky- se trata de si queremos vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene a ser una forma de totalitarismo autoimpuesto, en el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el líder que le salva de la destrucción…”
“La respuesta a estas cuestiones está en gran medida
en manos de gente como ustedes y yo”
El poder de las palabras (2)
El poder de las palabras (3)
en manos de gente como ustedes y yo”
El poder de las palabras (2)
El poder de las palabras (3)
FUENTE: El Proyecto Matriz