Intentar entender la mediatizada y materializada “inseguridad” como parte de un todo social es el primer paso, si se quiere avanzar en la verdadera solución de este o cualquier problema social. Este camino está destinado a romper con la banalidad de los hechos y avanzar hacia su esencia. Ya que estos en sí mismos no son más que el emergente de un mundo oculto en cada sociedad que requiere de un análisis mayor, al cual las impulsivas y destructivas armas de la represión jamás podrían acceder.
El día 2 de agosto de 2009, el diario Perfil publicó una nota sobre un caso vinculado a esto que se ha bautizado como “inseguridad”: Romina Muccigrosso fue la única testigo del crimen de su novio, el abogado Maximiliano Robak. Hacía seis meses que estaban juntos y él había ido a buscarla a la facultad, porque no quería que volviera sola. Romina identificó al delincuente en una rueda de reconocimiento. “Siento impotencia, odio. Quisiera entender por qué lo hizo”, explica en la primera entrevista que da después de la tragedia que le tocó vivir.
Puesto que no existe la verdad ni la realidad en estado puro sino que todo es consecuencia de interpretaciones ajenas e históricas que nos atraviesan y a las que a su vez reproducimos y recomponemos, me permito pensar esta declaración como muestra válida de que aun en medio de un dolor tan grande como supongo tendrá esta mujer por lo ocurrido, se puede sugerir algo dirigido a la esencia de este tipo de problemas sociales. Ya que la chica, a pesar del odio y la impotencia que manifiesta pretende comprender por qué el asesino hizo lo que hizo.
Indiscutiblemente el delincuente deberá ser condenado con todo el peso de la justicia, pero esto no obsta que se pueda avanzar hacia las profundidades de esta problemática. Evitando así el camino que a veces los impulsos agobiados por el dolor y la bronca pueden convocar y que llevan la solución al plano de la represión, tornando así la reflexión superficial, rápida pero sobre todo y lamentablemente, vendible mediáticamente. No obstante, lo que sugirió la novia del asesinado, tal vez no concientemente, obliga a profundizar en las oscurecidas causas de este tipo de problemáticas, las cuales se asientan en espacios de lo real que exceden el plano jurídico y obviamente policial y que incluyen lo cultural, sociológico, educacional, económico, físico y espiritual de una sociedad
Las palabras de la mujer, llaman la atención por su apelación a la razón aun bajo el impulso del rencor, y debería ser una enseñanza para todos aquellos que frente a un micrófono irresponsable ponen de manifiesto sus impulsos más irracionales y que en la boca de referentes populares como fueron los casos de Tinelli o Susana Giménez, pueden provocar la errónea interpretación en la “gente” (palabra tan usada demagógicamente por tantos medios), de que el problema está en ese plano superficial. Al cual estos lamentables líderes de opinión reproducen no solo con sus opiniones sino también con el trabajo que realizan.
La manipulación se realiza en los medios, no solo a través del miedo que genera la cuestión de “la inseguridad” sino además, por medio del cinismo que esconde los verdaderos índices sobre esta problemática. A modo ilustrativo cito una encuesta realizada por la universidad Torcuato Di Tella sobre este tema que indicó:
Enero 2009
INDICES DE VICTIMIZACIÓN
Un 32,6% del total de hogares entrevistados en los principales centros urbanos relevados del país declaró que algún miembro del grupo familiar que vivía en ese domicilio fue víctima de un delito en los últimos 12 meses.
Noviembre 2006
PRESENTACIÓN DE LA ENCUESTA DE VICTIMIZACIÓN SEMESTRAL DEL LICIP
Del total de hogares entrevistados en los principales centros urbanos del país un 39,2% declaró que alguna de las personas del grupo familiar que vivía en ese domicilio fue víctima de un delito en los últimos 12 meses.
Esto significa que hubo un 20 % menos de delitos en el último año que en el 2006.Sin embargo de acuerdo a la actualidad mediática pareciera que hay que desconfiar de todos y de cada uno, tal vez sea este uno de los objetivos de la manipulación, alzar la mirada insegura hacia el otro. El miedo genera sumisión y sensación de desprotección. Pero fundamentalmente la pérdida de la capacidad reflexiva profunda que habilita el fortalecimiento de algunos grupos de poder.
Seguramente, proponer la búsqueda de las posibles causas desentrañando el todo social requieran de mayor esfuerzo y sean mucho menos populares que atender directamente el reclamo impulsivo del dolor, el cual lleva la solución al peor de los caminos y provocan algo que en Argentina conocimos hace treinta años con saldos sangrientos e irresueltos aún.
Estas interpretaciones y soluciones frívolas sustentadas en el plano simbólico permiten a los grupos de poder manipular en el imaginario esos deseos de seguridad y transformarlos en parches represivos que repercuten significativamente en la cáscara de la sociedad, pero que dejan los cimientos más sepultados aún.
Bajo este tipo de conclusiones superficiales sobre la problemática de la inseguridad no se mencionan los aspectos profundos y esenciales sino los banales, que se encuentran al alcance de la mirada embotada y que a su vez es determinada por aquellos que afirman así su reproducción en el poder.
Ignacio Matias Fulco
FUENTE: Rebelion.org